Rafa Leroux aprendió a ponerle melodía a lo que no sabía explicar. "Dices que lo nuestro es un 40/60.... Para mi esta locura iba a 160", tarareó con naturalidad este joven de 32 años, que hoy se mueve con su música entre escenarios, estudios y eventos, de quien entendió que la música es su lugar en el mundo
La letra de NMLX, 'No Me lo Explico', nació en 2024, con su guitarra en mano, justo cuando una relación que él creía firme se desmoronó sin previo aviso. "Fue mi manera de asumir que el amor tiene finales silenciosos, que duelen. Es mi historia, mi propio sacudón".
Su nombre real es Rafael Santos, con el que empezó su carrera. Su talento para convertir emociones en canción viene del niño que jugaba a la banda con su tío Hernán Romoleroux. "Yo era la guitarra y mi tío la batería, pasábamos horas tocando ritmos, buscando sonidos e inventando conciertos imaginarios". Desde entonces entendió que la música era un espacio donde siempre podía ser él mismo.
Por el trabajo de su padre, pasó toda su vida escolar en Guayaquil. En el Liceo Los Andes era conocido como el chico de la guitarra, que tocaba en los recreos y kermeses. Recuerda que jugaba bien básquet, fue parte de la selección de Guayas e incluso, fantaseó con llegar a la NBA, recuerda entre risas.
A los 13 años, su voz empezó a cambiar y con ello llegaron los miedos, inseguridades y una decisión radical. "Me salían gallos. Me decepcioné de mí mismo. La guitarra se volvió su mejor aliada". Fue un silencio largo. Volver a intentarlo tomó tres años y lo hizo primero en reuniones familiares, cumpleaños y navidades.
Al término del colegio llegó la pregunta inevitable. "¿Y ahora qué estudio? ¿Será que me voy a arruinar la vida si me dedico a la música? Pensé en administración, ingeniería ambiental, en caminos profesionalmente más seguros". En medio de esta crisis, su madre intervino y le dio el empujón que necesitaba. "No vas a ser feliz si no haces música. Anda a Quito y revisa la carrera en la Universidad San Francisco". Tenía razón, en cuanto entró al campus y vio guitarras, pianos, baterías y estudiantes cantando en los pasillos supo que ese era su lugar.
Mientras estudiaba, empezó a tocar en bares y restaurantes. Su primera oportunidad fue en Smoke, un local de hamburguesas, donde se presentó todos los viernes y sábados durante tres años. "Ganaba entre US$ 30 y US$ 50 por noche más una hamburguesa". Después llegaron otros escenarios. Fue una época llena de anécdotas, errores, lecciones y aprendizajes. A veces se le escapaban los tonos altos o una que otra desafinación.
Todo cambió cuando lo invitaron a cantar en la boda de una prima. En 2014 cantó en tres matrimonios, en 2015 ya eran quince. El boca a boca funcionaba y su carisma embrujaba.
Al principio lo contrataban solo para el cóctel o la ceremonia, pero poco a poco empezó a cubrir eventos completos.
Mientras contaba su historia, no dejaba de reír y tararear una que otra melodía. Sabe que no se equivocó al escoger su camino, que los obstáculos se resuelven sin drama.
En 2017 descubrió que un cantante colombiano de vallenato se llamaba igual que él (Rafael Santos) lo que generaba confusiones en su público. Dedujo que necesitaba diferenciarse. Pasó semanas dando vueltas en su cabeza nombres artísticos que le identifiquen. Así nació Rafa Leroux. A partir de ahí, su carrera tomó impulso. Llegaron eventos más grandes, festivales, presentaciones, reuniones donde su voz y su guitarra hacían vibrar a todos.
Durante dos años trabajó con la Big Band de Christian Hidrobo. En 2019 ya tenía fines de semana enteros reservados. Formó Rafa Leroux Band, una propuesta con servicio integral para eventos, formatos para los diferentes momentos de una celebración. "Mi estilo es pop, quiero llegar a la mayor cantidad de gente, con un género que se identifique conmigo".
En medio de este crecimiento llegó Dance Baby. "No lo podía creer, fue la canción más sonada en radios por una semana completa", dice con una felicidad que contagia.
Es soltero y sin compromisos, 'por ahora'. Cuida su voz, con disciplina no fuma, la prepara rigurosamente antes de cada show y no canta más de tres horas seguidas. "Antes de un evento trato de comunicarme con señas para no desgastar mis cuerdas vocales", bromea.
Compone desde la intuición. La música llega antes que la letra. Su guitarra es su cómplice. Empieza entonando tímidamente y luego arma palabra por palabra, un rompecabezas que termina siendo canción. A veces escribe desde experiencias propias, otras desde historias que imagina.
En el primer trimestre de 2026 lanzará nuevo sencillo en español y ya diseña una propuesta para formalmente ingresar a la industrial internacional de eventos y convertir cada escenario en una experiencia irrepetible. (I)