Sesgos y estereotipos de época: así se convirtió el rosa en un "color para niñas y mujeres"
Aunque actualmente el rosa se asocia con todo lo femenino, no siempre ha sido así.

El rosa es el color del verano, al menos para los fans de Barbie que esperan con impaciencia el estreno de la película a finales de este mes. El color domina el tráiler del film: la casa de ensueño de Barbie es rosa, al igual que su coche, su ropa, las calles de su ciudad, los aviones que la sobrevuelan e incluso la arena de la playa. Margot Robbie, la protagonista de la película, se pasea por alfombras rosas para promocionarla, la marca de bebidas Swoon ha creado una nueva limonada rosa inspirada en Barbie, y los fans lucen ropa del color característico de Barbie. Aunque actualmente el rosa se asocia con todo lo femenino, no siempre ha sido así.

Resulta difícil imaginarlo ahora, pero antaño el rosa era el color preferido de los niños pequeños. Un artículo del Ladies Home Journal de 1890 aconsejaba: "El blanco puro se usa para todos los bebés. El azul es para las niñas, y el rosa para los niños cuando se desea un color". Y un artículo de 1918 de la publicación especializada Earnshaw's Infants' Department ofrece una opinión similar: "La regla generalmente aceptada es el rosa para el niño y el azul para la niña. La razón es que el rosa, al ser un color más decidido y fuerte, es más adecuado para el niño, mientras que el azul, que es más delicado y primoroso, es más bonito para la niña".

 

La preferencia por el rosa para los niños puede haber sido un fenómeno del Medio Oeste y del Sur. Un artículo de la revista Time de 1927 encuestó a grandes almacenes de todo el país, preguntándoles qué color les parecía más apropiado para niños y niñas. La mayoría, incluidos los de Boston, Cleveland, Nueva Orleans y Chicago, preferían el rosa para los niños y el azul para las niñas. Los clientes de Los Ángeles prefirieron el rosa para las niñas y los de San Francisco, el azul para los niños. En Filadelfia y Manhattan, los clientes preferían el azul para los niños y el rosa para las niñas. Claramente, había un debate en curso y ninguna preferencia clara.

Jo Paoletti, profesora emérita de la Universidad de Maryland, explica en su libro Pink and Blue: Telling the Boys from the Girls in America que en el siglo XIX los padres preferían vestir a sus hijos de blanco para no enfatizar su género. "Pocos padres en 1880 se sentirían cómodos vistiendo a su hijo de un año para expresar su masculinidad o eligiendo ropa para acentuar la feminidad de su hija pequeña… La vestimenta sexista se consideraba inapropiada para los niños pequeños, cuya inocencia asexuada se citaba a menudo como uno de sus mayores encantos", escribe.

A mediados del siglo XX, las hijas vestían como sus madres y los hijos como sus padres. Pero, en la década de 1970, los niños empezaron a llevar ropa más unisex. En aquella época, las mujeres se incorporaban al mercado laboral en mayor número, asumían papeles no tradicionales y elegían ropa menos femenina para ellas y sus hijas. "En los años 60, el rosa estaba tan asociado a la feminidad tradicional que los padres feministas lo rechazaban con vehemencia para vestir a sus hijas", escribe Paoletti. Estos sentimientos contrarios al rosa fueron tan fuertes en el apogeo de la tendencia unisex a mediados de los setenta, que los catálogos de Sears no tuvieron ropa rosa para niños pequeños durante dos años seguidos.

 

A mediados de la década de 1980, la división de género entre el rosa y el azul empezó a cobrar fuerza. Las pruebas prenatales pueden haber sido un catalizador de esta tendencia. Debido a esas pruebas, antes del nacimiento, los padres sabían si el bebé sería niño o niña. Así, tenían tiempo de sobra para decorar la habitación del bebé con colores que reflejaran su sexo. Más recientemente, los futuros padres han compartido su emoción revelando el sexo de su hijo en fiestas con globos, tortas y dulces de color rosa o azul (aunque algunos prefieren el violeta para indicar que están abiertos a dejar que su hijo elija su identidad de género).

A medida que se hacía más evidente la división entre sexos, surgieron algunos inconvenientes. En primer lugar, los fabricantes se apresuraron a satisfacer el deseo de artículos específicos para cada sexo. Triciclos rosas, patinetas rosas, maquinitas de afeitar rosas e incluso bolígrafos Bic rosas se comercializaron para mujeres y niñas, a menudo a precios más elevados que sus homólogos de color masculino. Sólo dos estados, Nueva York y California, tienen leyes de "impuesto rosa" que impiden a los minoristas cobrar más por los artículos rosas destinados a niñas y mujeres.

Los estereotipos de género también se vieron exacerbados por el creciente fenómeno del rosa para niñas. Las protestas del público animaron a tiendas como Target a dejar de diferenciar los juguetes por sexos y a eliminar los pasillos de juguetes rosas destinados a las niñas. El hecho de que las niñas se vistieran de rosa no significaba que las tiendas pudieran tratar a las niñas de forma diferente que a los niños en lo que respecta a los juguetes. Los consumidores no querían que sus hijas fueran dirigidas a muñecas y utensilios de cocina mientras sus hijos jugaban con bloques y juegos de química. (Target ya no etiqueta qué juguetes son para niñas y qué juguetes son para niños, y ha retirado el papel pintado rosa que antes cubría los pasillos "de niñas").

 

La distinción entre rosa y azul también hace que los niños y las niñas parezcan más diferentes entre sí de lo que realmente son. Además, puede hacer que la gente los trate de forma diferente. Y puede hacer que quienes se sienten incómodos con el binario de género se sientan obligados a adherirse a él.

En última instancia, la elección del rosa para las niñas y el azul para los niños es lo que los científicos sociales llaman una construcción social. No hay nada biológico que atraiga a las niñas hacia el color rosa. Es algo que nuestra sociedad se ha inventado. Así que, cuando Barbie llegue a la gran pantalla, recordemos que si las cosas hubieran sido ligeramente diferentes, podríamos estar viendo a la muñeca cobrar vida en una casa azul, con un coche azul y ropa azul.

 

*Publicada originalmente en Forbes US