'Si te hago una pizza, yo quiero que sea LA PIZZA'
Cinco años en el mercado, tres locales; y va por un cuarto y el inicio de lo que se espera sea una cadena de pizzerías de barrio. Fatto a Mano es el restaurante que siempre soñó Carlos Mejía, un ejecutivo nacido en Medellín, pero que vive casi 34 años en Ecuador. Después de vender su empresa de ingeniería hidráulica se volcó a la comida. Tras invertir US$ 400.000, los locales en Cumbayá, Ekopark y Puembo casi siempre están a reventar. ¿Su secreto? Él dice: una experiencia 'wow'.

De pocas palabras, al inicio, pero, en cuanto comienza a relatar su historia, la mirada se le enciende y las palabras fluyen con emotividad. Sentados en el recibidor de su restaurante Fatto a Mano, en la plaza central de Cumbayá, Quito, el colombiano (dice que en realidad ya no es ni de aquí ni de allá) Carlos Mejía se siente como pasta al dente en su negocio. Nacido en Medellín, de 60 años, casado con una ecuatoriana y con dos hijos, este ingeniero mecánico llegó al país en 1989 para montar una empresa de ingeniería hidráulica. A ello se dedicó 29 años. 

Pese a que todo iba bien, algo dentro de sí le susurraba que había que hacerle caso a su corazón de gastrónomo. Era enero de 2016 cuando se dijo “andiamo”. Comenzó a estudiar, a capacitarse, a leer muchos libros e, incluso, a seguir cursos de elaboración de pizza napolitana. “Lo de la cocina italiana fue fortuito, me gusta mucho el concepto y me enamora Italia. Nunca había viajado allá hasta ese momento pero me gustaba la idiosincracia, los platos, la comida. Y eso hizo sentido, porque, para mí, el negocio más que vender un plato es la experiencia”. 

Foto: Pavel Calahorrano

El 17 de noviembre de 2017 abrió las puertas del primer Fatto a Mano (Hecho a mano, en italiano) en Cumbayá, donde invirtió US$ 120.000. Eso sí, antes de la apertura, apliqué un par de reglas de las multinacionales: una, entrenó a los siete empleados del personal por 45 días a puerta cerrada; dos, organizó tres eventos privados gratuitos durante un mes, para ver donde había que ajustar los detalles. La respuesta de los comensales fue instantánea. Las filas para ingresar al local eran largas. 

“La mejor publicidad es el boca a boca. La gente empezó a hablar del negocio. El éxito en los restaurantes, fuera de la oferta gastronómica, es la pasión con la que se hacen las cosas y que se la transmite a los colaboradores para que, a su vez, el cliente la sienta. Si te hago una pizza, yo quiero que sea 'LA PIZZA'. Más que pensar en cuánto se factura, el drive de mi negocio es que el cliente salga satisfecho con la experiencia. Cuando alguien no sale así, todo el personal se siente frustrado. Ofrezco, primero el lugar; segundo, el servicio; y tercero, la comida. Que las tres cosas se combinen y que la gente diga wow. No somos una pizzería, somos un restaurante donde se puede comer una buena pizza. Y todo lo hacemos nosotros, por eso el nombre”. 

Al año de haber empezado, se le presentó la oportunidad de mudarse a una casa, a unas pocas cuadras. A la vez, le llegó una oferta para vender su empresa. Hizo las dos cosas. Cambió de lugar al restaurante y se dedicó de lleno al negocio. Siempre pensó en tener un pequeño restaurante donde vender pizza y estar en contacto con los clientes. Pero la expansión empezó a darse de forma orgánica. El 21 de julio de 2019 inauguró el nuevo espacio en la plaza de Cumbayá, con una inversión de US$ 100.000. Luego, Ecopark le propuso abrir el tercer establecimiento en sus instalaciones. Lo aceptó, aunque con la suerte de espaldas, esta vez. El lugar se abrió el 15 de marzo de 2020, un día antes del confinamiento por la pandemia del Covid-19, con una inversión mínima, porque el mobiliario era el mismo del primer local que había estado embodegado. “Estuvimos todo el año cerrados. Y en enero 2021 reabrimos. La gente del Ekopark se portó increíble, no nos cobraron el arriendo en ese tiempo. Empezamos a facturar poco, pero, con el retorno a las actividades, todo mejoró”.  

Foto: Pavel Calahorrano

Para sentarse a la mesa en Fatto a Mano hay que reservar. Sino, el riesgo de quedarse fuera y no disfrutar la experiencia es grande. Ni qué decir del gusto de disfrutar las pizzas de autor, también las clásicas, y el menú de pastas. Los precios, entres US$ 11 y US$ 19. Además, es imperdible el placer de servirse los helados, hechos por el personal mismo, siguiendo la receta del papá de los helados Angelo Corvitto. “Cuando me preguntan qué les recomiendo comer, les digo que todo, pues todos los platos son buenos. Donde pongan el dedo en la carta, van a salir satisfechos”.  

Por la aceptación de los clientes, Fatto a Mano abrió en 2022 un tercer local en Puembo, donde invirtió US$ 180.000. Es un lugar más familiar, para 120 personas, rodeado de jardines, patos, conejos, y entre canchas de tenis, padel, etc. Ante todo este crecimiento, Mejía ya tiene puesta la mira en el futuro. Con sus 30 colaboradores actuales ya piensan en lo que será 2023, con la apertura de un local en Quito y el inicio de Fatto Mano de barrio, locales pequeños para 15 personas donde se vendan solo pizzas. ¡Buona fortuna! (I)