Los mercados están llenos de ruido. El entusiasmo por la inteligencia artificial, los repuntes que se disparan por el miedo a quedarse afuera (FOMO) y las crisis de liquidez que aparecen de golpe. En medio de todo eso, no faltan opiniones. Falta claridad. Y en este contexto, invertir bien no depende del ruido, sino de mantenerse firme.
Durante el último mes hablé con tres gestores de fondos con mucha experiencia. Cada uno maneja estrategias muy distintas:
- CT Fitzpatrick, de Vulcan Value Partners: apuesta por el valor intrínseco y cuida la caída.
- David Souccar y Rob Hansen, de Vontobel: buscan crecimiento con calidad.
- Dave Iben, de Kopernik: se enfoca en el valor global profundo.
En teoría, sus formas de ver el mercado son distintas. En la práctica, sus ventajas se parecen. Los tres se destacan por lo mismo: analizan con claridad, valoran el proceso por encima de las predicciones y ponen el riesgo en el centro de sus decisiones.
Al momento en que el mercado se quiebra, no son las tácticas las que marcan la diferencia entre ganar o perder, sino el carácter. Y hoy, más que nunca, la sabiduría es el recurso más subestimado. No la velocidad.
El verdadero riesgo al invertir no pasa por la volatilidad, sino por quedarse atrapado. Lo que une a estos tres gestores no es el estilo, sino su convicción de no perder plata. Ese principio marca cada decisión, incluso ante situaciones en las que se va a contramano de lo que el mercado celebra.
En Vulcan Value Partners, CT Fitzpatrick arma carteras con empresas cuyo valor intrínseco se mantiene firme, aunque el precio de sus acciones no lo refleje. Espera con paciencia los momentos de quiebre en el mercado y compra solo cuando ve un margen claro de seguridad. Como dice Fitzpatrick: "No se puede capitalizar el capital perdido". Esa mirada deja en claro por qué cuidar las caídas, y no correr detrás de las subas, termina rindiendo más a largo plazo.
En Vontobel, David Souccar y Rob Hansen apuntan a empresas con impulso sostenido y flujos de caja firmes. Son compañías que no solo resisten la volatilidad, sino que crecen a pesar de ella. Su disciplina está en saber qué no comprar y en evitar la tentación de correr detrás de lo que rinde hoy si eso pone en juego el mañana.

Dave Iben, en cambio, se enfoca en activos tangibles y balances sólidos, sobre todo en sectores o regiones que el mercado dejó de mirar o nunca valoró. Su mirada es contraria a la corriente, pero bien fundamentada. Busca valor real en cosas concretas, convencido de que los fundamentos, tarde o temprano, se imponen.
Los tres comparten una idea central: el riesgo no está en la volatilidad, sino en perder capital de forma permanente. Por eso, sus carteras muchas veces parecen equivocadas en el corto plazo, aunque terminan mostrando su acierto con el tiempo. Y por eso también logran rendimientos superiores mientras otros todavía no se recuperaron.
La disciplina marca la diferencia en los momentos en que se invierte a largo plazo. No es el mercado el que define el resultado, sino cómo reaccionás cuando se pone en contra. Ahí se separan los que saben de los que aparentan.
En Vulcan Value Partners, la disciplina significa bancarse las caídas sin perder la calma. CT Fitzpatrick no se altera si los precios bajan; mientras el valor intrínseco siga firme, mantiene la posición. En Vontobel, Rob Hansen y David Souccar siguen apostando por empresas de calidad, incluso ante situaciones en que la narrativa cambia o los titulares dicen lo contrario. No se dejan llevar por modas ni rumores, se guían por los números. Dave Iben, fiel a su mirada contraria, aumenta posiciones cuando el valor mejora, no cuando el precio se dispara. Para él, la baja en los precios es una oportunidad, no una amenaza.
Sostener esa paciencia no es fácil. "No estamos en el juego de las predicciones. Estamos en el juego de la paciencia", dice Rob Hansen. La idea es simple, pero ponerla en práctica cuesta, sobre todo en contextos donde mandan el pánico y la lógica de rebaño.
Y sin embargo, eso es lo que los vuelve distintos. No corren detrás del mercado. No se achican. Se mantienen firmes. Con el tiempo, esa disciplina —metida en el ADN de cada uno— convierte resultados comunes en rendimientos fuera de serie.
Aunque sus estrategias son distintas —valor profundo, crecimiento con calidad y valor intrínseco—, estos tres gestores comparten una base común. En ese punto en común está lo que de verdad empuja el éxito a largo plazo: disciplina, cuidado del capital, priorizar el proceso por sobre las predicciones, paciencia y compromiso con hacer rendir cada peso invertido. No importa la etiqueta, importa la forma de pensar. Ahí, en esa mentalidad compartida, está la verdadera ventaja.
Lo que separa a estos gestores del resto no es solo el conocimiento. Es también la estructura que los sostiene. Equipos, marcos de trabajo y años de experiencia les permiten mantener la disciplina justo cuando más se necesita. Para la mayoría de los inversores, sobre todo los que lidian con mil cosas a la vez, sostener ese nivel de consistencia por cuenta propia es casi imposible. La presión por reaccionar, por hacer algo, no afloja nunca.
En los casos analizados, Dave Iben explora donde otros no se animan. Vontobel espera mientras el resto reacciona. Vulcan define el valor con sus propias reglas. Las carteras pueden verse distintas según la región, el sector o las posiciones. Pero todas se apoyan en los mismos pilares: pensar con claridad, confiar en el proceso y sostener la disciplina cuando hay presión.
Saben qué tienen, por qué lo tienen y en qué momento moverse.
*Con información de Forbes US