Federico Araújo, socio fundador e integrante del Comité de Dirección de Nobilis Corredor de Bolsa, analizó el presente del mercado financiero global, los desafíos que enfrenta Uruguay para desarrollar su mercado de capitales y cómo le pegó al negocio la caída de los fondos ganaderos y otros agentes financieros. El ejecutivo dice que la volatilidad internacional exige una planificación cuidadosa de los portafolios, proyectando un horizonte de inversión de mediano y largo plazo si se pretenden retornos elevados.
¿Cómo ves hoy el mercado internacional y qué impacto tiene en las inversiones? La volatilidad e incertidumbre parecen ser una constante.
Está claro que estamos en un cambio profundo de mercado y, en realidad, del equilibrio económico mundial. Eso termina afectando las inversiones. Hay un reacomodo geopolítico, conflictos, elecciones, una secuencia de impulsos que a veces se vuelven vertiginosos y luego se moderan. De fondo tenemos un cambio estructural. Por eso siempre aconsejamos a los inversores preparar el portafolio para esas sorpresas. Esto puede generar oportunidades, pero también volatilidad, que suele dañar la psicología del inversor.
¿Cuál es la clave para mitigar ese impacto?
La clave está en diseñar bien el portafolio, alinearlo con los objetivos y con el apetito de riesgo, así como definir el horizonte temporal. Si se busca un rendimiento objetivo alto —entre 5% y 10%— hay que saber que eso implicará volatilidad y que en el corto plazo puede haber pérdidas. Siempre los retornos financieros van de la mano de temas económicos. O sea, invertimos en el mundo real, y el mundo depende de las variables económicas, y en base a eso funcionan las empresas.
¿Dónde ven hoy más oportunidades para mitigar riesgos y obtener rendimiento?
Uruguay tiene una gran ventaja: la libre movilidad de capitales. Esto permite invertir en cualquier parte del mundo, lo que amplía las posibilidades de diversificación. Tener solo activos locales no es una buena estrategia. Se necesita una visión global, entender dónde se generará crecimiento y cuáles son las grandes tendencias. Hoy recomendamos renta variable en mercados desarrollados, invirtiendo en índices para no asumir riesgos sectoriales o empresariales específicos. En renta fija, ante la incertidumbre por los niveles de deuda en Estados Unidos, sugerimos bonos de duración media —con vencimientos no mayores a cinco años— y preferentemente con grado inversor.
¿Cómo afectaron a la industria y a sus clientes los problemas recientes con algunos corredores y fondos ganaderos?
Estos episodios son consecuencia de un mercado de capitales poco desarrollado y con escasez de activos domésticos, sumado a una regulación cada vez más estricta. Eso eleva los costos y desafía la rentabilidad, lo que impulsa procesos de consolidación. Algunos actores quedan fuera, otros se fusionan, como hicimos nosotros en 2017, y otros bajan estándares de control, lo que genera problemas. En nuestro caso no perdimos clientes y seguimos creciendo: comenzamos con US$ 1.000 millones en activos bajo manejo y hoy tenemos casi US$ 1.500 millones. Pero sí es más difícil captar nuevos clientes. Todas estas estructuras de captar inversores en modalidades irregulares van a tender a desaparecer. O sea que hay que ser optimista y pensar que todo terminará generando un mejor mercado; todavía queda mucho por hacer.
¿Qué falta para desarrollar un mercado de capitales más robusto en Uruguay? Hubo algunos intentos en los últimos años buscando simplificar las emisiones de menor porte, por ejemplo.
Las iniciativas recientes fueron positivas, pero con resultados lentos. En Uruguay es difícil desarrollar el mercado porque muchas grandes empresas son estatales y no hay una decisión política de abrirlas. Las multinacionales resuelven su financiamiento en el exterior y las locales acceden con facilidad al crédito bancario. Entonces, el mercado queda reducido a medianas y pequeñas empresas, un segmento delicado. Falta interés político para impulsar leyes modernas y generar una arquitectura de mercado que permita nuevos productos.
¿Para esto hay que aggiornar la normativa?
La ley de fondos vigente es de 1996, lo que limita el desarrollo de instrumentos como fondos de real estate o de inversión colectiva, que en el mundo son los más utilizados. Con esa ley de 1996, hoy no tenés margen para hacer nada. Falta muchísimo aggiornamiento de normativa, de regulaciones y temas fiscales. Entonces no se pueden usar los fondos de inversión en real estate, que es el activo más grande del mundo. La gente tiene muchísima parte de su patrimonio en propiedades.
¿Qué medidas son clave para mejorar la seguridad y confianza de los inversores?
Una herramienta fundamental es la creación de una caja de valores independiente, que custodie los activos a nombre de los clientes y les brinde acceso directo a sus posiciones. Esto eliminaría riesgos y fortalecería la transparencia. Argentina, con todos sus problemas, tiene una caja de valores que funciona y brinda garantías. En Uruguay esto no se ha implementado por falta de voluntad política y de acuerdo entre bancos y corredores. Acá también el sector privado tiene su cuota aparte de responsabilidad, porque en su momento no se puso de acuerdo. Hay una rivalidad histórica entre los bancos y la bolsa que es de mentalidad de pueblo.
¿Cómo ves la discusión sobre la posible tributación de activos en el exterior?
Es prematuro porque aún no está claro si se gravaría la renta, la ganancia de capital o el patrimonio. Es un tema delicado: el gobierno debe evaluar bien el costo-beneficio, porque podría incentivar que los inversores trasladen sus ahorros a otras jurisdicciones. Es una discusión que debe darse con cuidado para evitar efectos no deseados sobre el ahorro y la inversión.