Forbes Ecuador
Liz Montenegro y su fabrica de espejos Quito - Ecuador
Movimiento Inspirador
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No todas las grandes ideas surgen de buenas experiencias. Naya es una empresa que se creó a partir del proceso interno de Lizeth Montenegro, quien sufrió una fuerte experiencia personal-laboral. Ahora, su propuesta de lujo, y de autorreconocimiento, ya ha facturado alrededor de US$ 170.000, en tan solo nueve meses.

18 Octubre de 2022 12.00

Hace un año y nueve meses, Lizeth Montenegro publicó en Instagram la primera fotografía de sus espejos. Su negocio comenzó con un capital de US$ 3.000 y cinco muestras de sus productos. Hacía las fotos con su propio celular y decidió que esta red social sería la mejor plataforma para publicitar Naya. 

Con más de siete años de experiencia en el sector de las telecomunicaciones, esta ecuatoriana, oriunda de Gualaquiza, Morona Santiago, sabe cómo manejar los números, investigar el mercado e identificar las necesidades de su público objetivo. "Me di cuenta que no habían espejos de lujo que sean una muestra de arte, que se expongan como piezas para la decoración de interiores y sobre todo que te digan (cuando veas el reflejo): "no estás sola". ¡Ese es su valor agregado! Ofrecer espejos que tengan un trasfondo emocional y que sean un llamado de atención para el bienestar psicológico de las personas. 

Esta propuesta surgió de una experiencia que marcó la vida de Montenegro y -definitivamente- cambió el rumbo de las cosas. Ella trabajaba como Ejecutiva de Ventas hace siete años en una empresa de telecomunicaciones. Allí, un cliente, un alto ejecutivo, la intoxicó con escopolamina e intentó abusarla sexualmente. "El sector de las telecomunicaciones (y de la tecnología en general) está manejado por hombres. Tienes que estar en reuniones donde la presencia de mujeres es limitada y -hace un año y nueve meses- Gracias a Dios, salí viva de esa situación y lo único que quería era dejar de trabajar con hombres de esa industria". El caso se ventila en los juzgados. 

Tuvo que superar este mal momento sin la presencia física de su familia, ya que ella había salido de su ciudad natal hace casi una década para estudiar Finanzas en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE), en Quito. Pero contó con el apoyo de muchas personas, entre ellas los tres abogados de la empresa para la que laboraba. "No todos nos podemos dar el lujo de renunciar. Yo vivo sola y tengo que pagar mis cuentas a fin de mes. Estaba muy deprimida, recibía comentarios frecuentes como 'tú te lo buscaste' o 'tú tienes la culpa'. Llegué a un punto donde no quería seguir viviendo. Un día, mientras escribía, me vi en el espejo de la habitación y me di cuenta que no estaba sola, me tenía a mí misma. ¡Ese fue el punto de quiebre! Tenía que aguantarme, pero comencé a ahorrar la mitad de mi sueldo para materializar Naya".

Montenegro recién dejó su empleo hace un mes para dedicarse al 100 % a NAYAGROUP S.A.S, inscrita formalmente hace nueve meses. Literalmente, la idea, el diseño de sus primeros cinco espejos salió de su imaginación. "No tenía el conocimiento, pero me gustaba el arte". Fue una apuesta. Y funcionó. Vendió su primer espejo una semana después de publicar la primera fotografía y, desde entonces, no ha parado. "Hice una estrategia clara y sabía la estética que debía cumplir". Esto le ha permitido facturar aproximadamente US$ 170.000 en estos meses y poner su propia fábrica, donde laboran 15 personas. 

"Pasé un año informal y fue insostenible por la falta de tiempo y el exceso de obligaciones. Todo lo que ganaba en Naya lo reinvertía en maquinaria y ahora toda la infraestructura es propia, excepto las bodegas". En este espacio, se producen desde cero la forma, los estilos y los marcos de los espejos, ya que estos últimos son importados desde Bélgica, de la empresa AGC Glass Europe. "Queremos rescatar el valor de los tallados a mano, ya que esta técnica está en peligro de extinción en nuestro país". 

A sus 28 años, Montenegro vive de la rentabilidad de su nueva compañía y su éxito también radica en las alianzas realizadas con arquitectos y diseñadores, quienes le han dado un espacio para mostrar su creatividad. Cada mes se comercializan entre 70 y 100 unidades, que van desde los US$ 250 hasta los US$ 2.000. El 80 % de sus ventas se realiza al cliente directo, mientras que el 20 % restante es por medio de proyectos de diseño de interiores. Asimismo, Naya entrega una asesoría personalizada y -en una primera etapa- se realiza un montaje digital del espacio con el espejo virtual, para que el cliente esté seguro antes de realizar la compra. "No vendemos solo por vender. La parte emocional es fundamental para conectar con Naya. Como somos pequeños y no tenemos tiendas, existe cierta desconfianza y la publicidad boca a boca es nuestra mejor aliada. Además, tenemos tres espacios en Quito (Konzept haus) y Cumbayá (Galería de Arte red ECX y Aborigen) para que los interesados puedan vivir la experiencia de verse a través de un espejo Naya". 

Esta emprendedora quiere que su negocio continúe creciendo de manera virtual, ya que cuenta solo con canales digitales para realizar las transacciones. En 2023, espera abrir mercado en Estados Unidos y México… Al mismo tiempo que fortalece su voz contra la violencia sexual e invita a más personas a verse a los ojos, a pensar en el autorreconocimiento. (I)

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