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Belén Guedez Quito - Ecuador
Movimiento Inspirador
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La primera empresa de esta pareja desapareció con la pandemia. Hoy, Belén Guédez y Felipe Lanas lideran dos negocios que nacieron desde casa y que facturan más de US$ 200.000. Su historia mezcla amor, reinvención y un modelo de negocio que no deja de crecer.

18 Junio de 2025 14.27

Hace más de diez años, Belén Guédez llegó a Ecuador desde Barquisimeto, una calurosa ciudad del occidente venezolano. No imaginaba que, además de comenzar una nueva vida lejos de casa, encontraría a su compañero de ruta personal y profesional. Fue en Quito donde conoció a Felipe Lanas, un ingeniero mecánico. 

Siempre apasionado por su carrera, tuvo una amplia trayectoria en compañías multinacionales. Juntos, formaron un hogar y una sociedad que con el tiempo se transformaría en el centro de sus emprendimientos.

Guédez se formó en diseño de modas y tiene una vena creativa que nunca se detiene. Arrancó su vida en Quito trabajando desde el primer día. Su pasión por las bodas venía desde los 17 años, cuando comenzó a crear joyería para novias en Caracas y ya en Ecuador dio vida a un atelier que ofrecía de todo para ese día especial: accesorios, velos, batas, invitaciones y más. Pero la pandemia lo cambió todo. En 2020, con una agenda de 120 novias y un equipo de cinco personas, tuvo que cerrar su negocio de la noche a la mañana. Parecía una pausa temporal, pero se convirtió en una quiebra total. Liquidó a su personal, entregó el local y dio a luz a su primer hijo en medio del Covid-19 (hoy la pareja tiene dos hijos).

Pero ni el encierro ni la crisis lograron frenar su instinto emprendedor. En este periodo, junto a Felipe, transformaron su casa en una microfábrica de mascarillas estampadas. Desde la bodega del jardín, produjeron más de 200.000 unidades, con diseños, telas antifluido y registro sanitario. Les dio estabilidad económica y sentó las bases para un nuevo proyecto. Una línea de productos textiles para el hogar, creados con técnicas de impresión personalizadas. Hoy, esta mujer lidera una empresa que invirtió cerca de US$ 250.000 en maquinaria especializada para crear todo tipo de menaje para el hogar. 

Así nació el atelier de Belén Guédez, en el jardín de su casa. Foto: cortesía.
Así nació el atelier de Belén Guédez, en el jardín de su casa. Foto: cortesía.

El crecimiento de su emprendimiento fue tan intuitivo como estratégico. Comenzaron con US$ 1.200 invertidos en una impresora y, al ver que la demanda aumentaba, decidieron dar pasos más inteligentes. Felipe identificó que una máquina semiautomática podía mejorar los tiempos de producción. 

Así, decidieron "endeudarse bien" y comprar la plancha junto con un compresor industrial. Pasaron de una producción de 60 unidades diarias a 300, y hoy, con un parque de maquinaria y procesos optimizados, tienen una capacidad instalada de hasta 4.000 unidades textiles para el hogar al día. 

A estos emprendedores los sostiene la convicción de construir sobre bases firmes, incluso cuando eran más pequeños. Esta pareja entendió que, para crecer de forma saludable, necesitaban operar como una empresa, no como un emprendimiento improvisado. Por eso, desde el primer momento implementaron sistemas de facturación, contrataron un equipo contable y se mantuvieron al día con todas las obligaciones legales y tributarias. 

"Es difícil asumir que ya no somos un emprendimiento, sino una empresa con más de 20 familias bajo nuestra responsabilidad", dice Guédez. Belén reconoce que a veces cuesta dejar atrás la idea romántica del emprendedor que hace todo: diseña, vende, produce. Pero aprender a delegar es parte del crecimiento. Este atelier facturó, en 2024, US$110.000.

Menaje de comedor de Belén Guédez. Foto: cortesía
Menaje de comedor de Belén Guédez. Foto: cortesía

Su propuesta no responde a una necesidad básica, es un deseo emocional: el de embellecer lo cotidiano. Por eso, uno de sus mayores retos es ampliar el público objetivo y transformar un producto de nicho en un elemento aspiracional dentro de los hogares ecuatorianos. En cada casa, sin importar la ocasión, ella anhela que exista al menos un mantel o accesorio de Belén Guédez. 

En su showroom —en el parque central de Tumbaco— se puede encontrar individuales, caminos de mesa, servilletas, cojines, delantales y bolsas reutilizables. Cada pieza está pensada para hacer del día a día algo especial, sin complicaciones logísticas ni grandes preparativos. Con textiles diseñados en casa y una propuesta accesible, busca que cualquier comida familiar se transforme en un momento bonito y memorable.

Ahora, la historia de Serigrapack —otro giro de negocio— comenzó con la pregunta: ¿qué más podemos hacer?. Decidieron empezar con el diseño de empaques para los productos de Belen Guédez. Fue así como, casi sin maquinaria y con una inversión inicial de US$ 15.000, compraron selladoras, pulpos y se lanzaron al mundo de la impresión y packaging. 

Serigrapack nació oficialmente en noviembre de 2023, luego de meses de probar, compartir recursos y comprobar que el modelo funcionaba. La idea era cubrir los meses bajos de ventas de hogar —como agosto y septiembre— con una línea enfocada en productos de necesidad más constante. Querían generar flujo de caja estable y cubrir los costos fijos de la fábrica. Hoy, ambas firmas se complementan en todo aspecto. 

En sus primeros dos meses de operación, la segunda empresa facturó alrededor de US$ 15.000, una cifra que superó su expectativas . En 2024, cerraron el año con una facturación de US$ 124.000 y una producción de aproximadamente 170.000 empaques. Para 2025 se propusieron crecer un 20 %, pero en los primeros cinco meses de este año ya fabricaron 100.000 empaques. 

En abril de 2025, Lanas dejó su trabajo en una multinacional para dedicarse por completo a Serigrapack. Ambos trabajan a tiempo completo en sus empresas. Belén lidera el área comercial y de diseño, mientras que Felipe está al frente de la producción y la gestión administrativa. 

En su portafolio de clientes figuran nombres como República del Cacao, Grupo Futuro, Patas Azules by Roland, Computron, Jeep y otros. Su crecimiento también trajo la necesidad de ampliar su infraestructura. Invirtieron alrededor de US$ 12.000 en una ampliación de su planta, con adecuaciones eléctricas y estructurales. 

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El equipo de trabajo del Atelier Belén Guédez y Serigrapack

Hoy, se visualizan una empresa familiar con proyección a largo plazo, capaz de pasar de generación en generación. Reconocen que el camino fue complejo, atravesaron una pandemia, cambios de gobierno y apagones. "No es negociable tirar la toalla", dicen. Hoy no miran atrás. Apuestas por su crecimiento convencidos de que la constancia y las decisiones bien pensadas terminan por retribuir el esfuerzo. (I)

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