Atún ecuatoriano con rumbo global
Con liderazgo técnico y visión sostenible, Mónica Maldonado impulsa la competitividad del sector atunero ecuatoriano. La trazabilidad, el valor agregado y la apertura de mercados consolidan a Ecuador como referente mundial en pesca responsable y exportación de conservas.

Mónica Mendoza Saltos Editora General

Podría recibir el título de guardiana de la industria atunera. Durante más de 18 años, Mónica Maldonado Sabando ha representado al sector, gestionado su agenda y liderado políticas públicas enfocadas en acceso a mercados, trazabilidad, responsabilidad social y control pesquero. Eso le permitió convertirse en un referente técnico en normativas de la cadena de valor del atún ecuatoriano. Estudió Economía y se graduó con honores en la Universidad Técnica de Manabí. Además, tiene una especialización en Gestión Empresarial y un diplomado en Comercio Exterior y Formación en Sistemas de Buenas Prácticas, Inocuidad y Ambiental. En estos años se ha especializado en sostenibilidad, regulaciones y cadenas logísticas. Ella también lideró la elaboración del Código de Conducta para la Gestión de la Pesca Responsable, un protocolo voluntario que recoge toda la normativa, y que se basó en el Código de Conducta de la Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y la Agricultura (FAO). Actualmente, impulsa el desarrollo del Sistema de Certificación de Sustentabilidad Ecuatoriana Atunera (SEA).

La industria atunera ecuatoriana tiene más de siete décadas de historia. Esta portovejense, de padre cuencano y madre manabita, llegó al cargo de directora ejecutiva de la Cámara Ecuatoriana de Industrias y Procesadores Atuneros (Ceipa) en 2007, después de 11 años como directora de la sede de Manta de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), y es reconocida como una autoridad en el sector. Esta actividad genera más de 20.000 empleos directos y 120.000 de forma indirecta.

En entrevista con Forbes Ecuador, revela cómo el sector se reinventa frente a desafíos logísticos, regulatorios y comerciales, apostando por sostenibilidad, valor agregado y apertura de nuevos mercados. En el primer semestre de 2025, las exportaciones de conservas y lomos de atún alcanzaron las 179.236 toneladas, con un valor de US$ 858,3 millones, que representa un crecimiento de 16,5 % en relación con similar periodo de 2024, según los datos de Ceipa. El principal mercado es la Unión Europea (UE), con el 61 % de participación, seguido de Latinoamérica, con 21 %, Reino Unido y Estados Unidos demandan 9 % cada uno. 

¿En qué momento está el sector exportador atunero?

Estamos en un franco proceso de mantener la competitividad, porque hemos tenido un declive bastante fuerte en los últimos tiempos, aunque para algunos es mantenerla y para otros es recuperarla, son dos momentos diferentes.

¿Pero las exportaciones han crecido?

El comercio internacional del sector pesquero sigue evolucionando, impulsado por flujos comerciales y estructuras arancelarias favorables, especialmente con la UE, gracias al acuerdo multipartes. En 2024, ese mercado demandó mayor proveeduría de Ecuador. Dos factores coyunturales favorecieron al país. La crisis logística en el canal de Suez, que elevó los costos desde Asia a Europa hasta US$16.000, mientras que Ecuador se mantuvo entre US$ 4.000 y US$ 6.000. Además, las condiciones climáticas estabilizaron los precios de la materia prima, gracias a la abundancia, lo que permitió una mayor competitividad en precios. 

¿Qué otro aspecto impulsó las ventas?

La industria reconoce la importancia de la sostenibilidad. La competitividad del sector se remonta a la Ley de Pesca de 1974, que impulsó la creación de una cadena atunera sólida. Gracias a su cumplimiento, Ecuador logró posicionarse como el segundo productor mundial de conservas de atún. La nueva Ley de Pesca, de 2020, integra criterios de sostenibilidad, que, según FAO, se refiere a manejar el crecimiento económico de un sector atado a un ordenamiento del recurso. Ecuador es referente mundial de cumplimiento. En la última reunión de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), se redujeron los días de veda de 72 a 64, gracias a una población saludable de atún. Se implementan medidas como marcado de rutas del atún, observadores independientes a bordo, certificaciones como Dolphin Safe, declaración de especies acompañantes (dorado, pez espada, picudo). Todo esto se alinea con los principios de pesca legal, reglamentada y declarada, y evita la sobrepesca del recurso.

¿Con qué otro aspecto se complementa la sostenibilidad pesquera?

Como industria creemos en la importancia de unir sostenibilidad y competitividad, sumada a la parte social. Ecuador cuenta con una mano de obra intensiva y altamente calificada, que no está tecnificada porque estas actividades no se pueden reemplazar, que es especialmente femenina (40-60 % en plantas). Por cada mujer empleada, tres personas dependen de ese ingreso. Procesos como la limpieza del atún cocido no pueden ser reemplazados por máquinas sin generar desperdicios. 

¿Cómo impulsa ese contexto las ventas atuneras?

El consumidor mira en el empresariado ecuatoriano seguridad, seriedad y confianza. Compra una conserva de atún que tiene un concepto de inocuidad y calidad, la aplicación de esas buenas prácticas va de la mano con medidas de bioseguridad de nuestros colaboradores. Además, somos auditados por certificadoras sociales que evalúan aspectos de clima laboral, participación, bienestar y calidad de vida en las fábricas. El consumidor europeo califica la bioseguridad social. 

¿El mercado europeo se ha consolidado como el más importante?

Sí, por el acuerdo comercial, ya que pasamos de un beneficio unilateral a un acuerdo bilateral; ha existido una evolución importante de consolidación de este mercado. Ese estándar va de la mano de un desafío ante la demanda de Europa, con un consumidor exigente, igual que el ecuatoriano; en este sentido, prima la calidad. La seguridad alimentaria y la trazabilidad total, del barco a la mesa, es el punto de quiebre que llegó con la notificación de tarjeta amarilla. Pero no fue por la actividad privada, sino por una ley desactualizada que contemplaba sanciones en sucres, en lugar de dólares. Para superar esa tarjeta ha existido un esfuerzo muy fuerte. 

¿Se estableció un sistema de trazabilidad?

La Ley de Pesca y el reglamento determinan la existencia de una herramienta tecnológica moderna y actualizada, que se denomina Sistema Integrado de Acuacultura y Pesca (SIAP). Esto nos lleva a digitalizar los procesos que ya teníamos en la trazabilidad pero en papeles, ahora todo se sube de forma automática. Eso permite conocer cuánto se exporta por especies. Está funcionando desde marzo de 2024 y se interconecta con otras entidades: Aduanas, Armada y puertos. 

¿Esta fue una de las exigencias de la UE para retirar la tarjeta amarilla?

La exigencia fue una ley actualizada, que se controle la pesca nacional, que la importación de materia prima de otros países también tenga trazabilidad. Desde hace cinco años se implementó la guía de importación, que permite controlar el recorrido del barco extranjero desde seis meses antes. Se controla a través de un centro de monitorio satelital, la autoridad pide el tracking a todas las fábricas que compren esa pesca. La capacidad instalada del país es de 500.000 toneladas, con una captura nacional de 250.000-300.000 toneladas, y la diferencia se cubre con importaciones.

¿Qué falta para que la UE levante la tarjeta amarilla?

Falta demostrar que existe la institucionalidad y presentar todos los esfuerzos en la trazabilidad digital. Lo importante es que estamos alineados con la transformación azul enfocada en cuatro aristas: producción, nutrición, ambiente y mejor vida (social), que impulsa la FAO. Estos temas serán difundidos en el VI Foro Regional de Sostenibilidad del Atún, en Manta, el 29 de octubre. Asistirán representantes de la CIAT, FAO, y buscamos que Ecuador se posicione como referente global en sostenibilidad, innovación y cooperación. Además, que el atún se incluya en la cuchara alimentaria de las proteínas. 

¿En concreto qué viene?

La Dirección General del Mar (Digimar) motiva un informe que recibe la Comisión Europea y envía al Parlamento Europeo. Octubre es trascendental, la Digimar tendrá que preguntar y sobrepreguntar, luego notificará a la Comisión, pero antes dirá si es necesaria una videoconferencia para dar la explicación; posiblemente se realicen visitas físicas entre noviembre y enero. La expectativa es que la resolución sea positiva y que se emita antes del verano europeo (mayo-julio 2026). 

¿Cuáles son los desafíos actuales?

Los principales desafíos del sector incluyen varios temas, como fortalecer la institucionalidad. Además, mantener la competitividad del atún ecuatoriano, que permite generar US$1.300 millones anuales. Otro tema es mejorar la logística para que las líneas navieras arriben a Manta para exportar directamente desde el puerto local. También es importante abrir nuevos mercados y es clave consolidar el de Estados Unidos. Emiratos Árabes Unidos tiene interés en conservas premium. A China enviamos muestras agridulces y picantes. Con Corea del Sur tenemos siete años de desgravación. Canadá es un mercado en expansión con productos premium como sopa de atún en vidrio y paté. Necesitamos recuperar Latinoamérica, mercados como Chile, Argentina y Perú. Para ganar mercados también necesitamos promoción.

¿Qué valor agregado estamos exportando? 

Tenemos atún con piña, sopas en vidrio, encebollado en pouch, dips y patés, bollo, cazuela manabita, quinua con atún, arroz con atún, que se vende a Cuba y Centroamérica. 

¿Qué pasa con Estados Unidos?

Se espera la firma de un documento que podría eliminar la sobretasa del 15 % a la materia prima (atún entero congelado), que tiene cero aranceles. Si se elimina, quedamos en mejor posición que países como Indonesia, Filipinas y Vietnam. (I)

*Nota originalmente publicada en la edición impresa número 26 de octubre / noviembre de 2025