La ilusión se les apagó muy rápido. En mayo de 2019 arrancaban con su primera aventura en 40 años de vida, de dar el primer salto, abriendo oficinas propias, hacia otro país; a Perú, específicamente. Tenían oficinas nuevas, espectaculares. Habían empezado a conocer el mercado y se encontraban en plena curva de aprendizaje. Pero llegó la pandemia y todo se vino abajo. Era innecesario seguir ahí y cerraron.
La agridulce experiencia, sin embargo, lejos de desanimarlos, los llenó de más ganas y sabiduría. Por eso ahora, dos años después vuelven a la carga y, hace pocos días, abrieron oficinas en Colombia. Su objetivo: consolidar ese mercado durante este y el próximo año y volver a abrir oficinas en Perú en 2023.
Resilientes, creativos, trabajadores. Así son los Velásquez, una familia que por cuatro décadas se ha mantenido en pie en un mercado muy complejo como es el editorial, a través de su empresa -hoy grupo corporativo- Ediciones Nacionales Unidas (Edinun), conformado por otras cinco firmas como Cheks (antes, Comisariatos del Libro), Global Learning Publishers, Velásquez & Velásquez Editores, Promap (una proveedora mayorista de papelerías y la Fundación Juntos por Nuestra Educación.
Brevemente. Edinun nació de la mano del Ingeniero Comercial de la Universidad Central del Ecuador, Vicente Velásquez, quien, en un momento en que buscaba a qué negocio ponerle fe, se encontró con un vendedor de libros, quien le mostró un nicho que, en esos tiempos, era una buena oportunidad para generar ingresos. Así que se lanzó. Y en sus primeros dos años de actividad descubrió que la provisión de textos a los profesores no estaba bien desarrollada. Además, escribió su propio libro, titulado “Escuela Activa”, cuyo éxito sería, a la postre, el bing bang de su historia corporativa.
“Nacimos como una distribuidora de libros. Para ello creamos una red de distribuidores. Comprábamos a escala local y distribuíamos en escuelas y colegios. Pero tras un tiempo, empezamos a tener un poco de problemas, porque, si bien el cliente era la institución educativa, el consumidor era el estudiante y padre de familia. Necesitábamos un punto de venta. Así se creó, hace 37 años, Comisariato del Libro, que ahora es Cheks. Y luego, nos dimos cuenta que solo tener a la venta libros no estaba siendo tan rentable y fundamos Proveedora Mayorista de Papeles (Promap), que surte a Cheks, no solo de libros, sino todo de todos los elementos de regreso a clases. La consigna era que los padres de familia tengan una sola parada, donde encuentren todo, libros y útiles”, explica Danny Velásquez, uno de los tres hijos del patriarca, y que ahora está vinculado con mayor presencia y nuevas ideas al negocio familiar.
Este Administrador de Empresas de 31 años, por la Universidad San Francisco de Quito, y MBA por la Universidad de Liverpool, se unió a la compañía oficialmente en un cargo directivo desde hace siete años. Oficialmente, porque, si bien es cierto, desde que era niño realizó varias tareas dentro del negocio, ya sea organizando o pegando forros o como empacador o como cajero o en servicio al cliente, no fue sino hasta culminar sus estudios superiores y acumular alguna experiencia laboral que su padre finalmente le plantea una oferta a la que no pudo -ni quiso- decirle que no.
“En 2012, al terminar la universidad, me vinculé, primero como pasantía, y después con un cargo fijo, a Philip Morris. Estuve ahí dos años y medio. Fue una experiencia fenomenal, la multinacional te abre los ojos. Tras ese tiempo, me ofrecieron vincularme a Nestlé y acepté. Pero en 2015 decidí irme a Liverpool, Inglaterra, a cursar un año de MBA. En ese centro de estudios habían dos opciones para culminar la maestría: hacer una tesis o un proyecto a alguna empresa y escribir sobre eso. Tenía una compañera que era Jefa de Recursos Humanos en Unilever y pude ingresar como consultor de investigación y desarrollo. Hice un estudio sobre cómo la inversión en una universidad puede generar réditos a largo plazo en una empresa. Después de eso me plantearon quedarme. Sin embargo, mi papá al enterarse de esta propuesta, me extendió una oferta. Y claro, es la empresa familiar y eso pesó mucho. Hemos venido cambiando de ser una empresa de productos a una de servicios”.
Para Velásquez, una de las clave de mantenerse fuertes fue confiar en el capital humano interno, generando empresarios. Hace 20 años, tomaron a los mejores colaboradores y los pusieron como distribuidores, como socios. Hoy están extendidos por Ambato, Ibarra, Guayaquil y Quito. Actualmente, mantienen activo el programa “Yo empresario”, inaugurado hace cuatro años, que entrega herramientas a los distribuidores, desde cómo manejar la contabilidad, hasta cómo mejorar las ventas.
“Es una escuela de negocios, en realidad. En definitiva, somos una empresa de servicios en el ramo de la educación. Tenemos 80 empleados, aunque en las temporadas de regreso a clases llegamos hasta a 150. Nuestra facturación anual bordea los US$ 8 millones anuales. Mantenemos alianzas con distribuidores en Perú, Colombia y Costa Rica”. (I)