Antes de convertirse en un experto en la calificación de proveedores a escala internacional, Logica fue una idea que se fundó entre aprendizaje corporativo, decisiones y una lectura de las necesidades del mercado. Su historia está ligada a Esteban Camacho y su esposa Gina Ontaneda, quienes asumieron el reto de levantar la empresa.
Camacho, ingeniero comercial graduado de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, tuvo su primer contacto con el mundo empresarial desde la adolescencia, en una empresa familiar donde aprendió las bases de la gestión administrativa y financiera. Más adelante, su paso por Arthur Andersen —firma global de auditoría y consultoría que, en ese momento, formaba parte del grupo de las Big Five— fue importante en su etapa formativa. Durante cinco años trabajó auditando bancos, empresas de servicios, petroleras y mineras, experiencia que le permitió conocer desde dentro cómo operan las compañías locales y multinacionales.
Su carrera continuó en la industria de oil & gas, primero en Petrobras y luego en firmas globales de servicios petroleros como Weatherford y Schlumberger (hoy SLB). Allí ocupó cargos de control y gestión en Ecuador y la región, participó en operaciones para varios países y se nutrió de conocimiento de estándares internacionales que más adelante serían importantes para su emprendimiento.
Logica (la marca no lleva tilde) nació en 2007, inicialmente con la idea de ofrecer outsourcing de compras. Sin embargo, el mercado mostró sus límites y eso era que las empresas no estaban dispuestas a tercerizar un área tan sensible, explica. Fue entonces cuando el equipo identificó una oportunidad menos explorada, la calificación de proveedores, un proceso que muchas compañías realizaban internamente, de forma manual y poco estandarizada, asegura.
Mientras Camacho continuaba su carrera corporativa, Gina tomó las riendas del negocio. Logró mantener la operación activa, construir reputación y consolidar una base de clientes. “Emprender no es lineal, es resolver problemas uno tras otro”, dice Camacho.
Comenzaron a crecer con la decisión de invertir en tecnología. Entre 2013 y 2015, desarrollaron desarrolló e-Califica, una plataforma en la nube que digitalizó y estandarizó el proceso de evaluación de proveedores. La inversión, cercana a los US$ 60.000, fue estratégica. Hoy, el sistema se integra vía web service con los clientes y permite evaluar proveedores en distintos niveles de riesgo, industrias y países.
Un nuevo impulso
En 2016, Camacho dejó Schlumberger para sumarse de lleno al proyecto. Ambos definieron con sus responsabilidades. Mientras Esteban se enfocó en la administración y las finanzas, Gina lideró las operaciones y el área comercial. Ordenaron la gestión para acompañar el crecimiento de la empresa. Desde entonces, registra incrementos anuales de ventas y en 2024 tuvo alrededor de US$ 660.000 en ingresos. Además, cuenta con 22 colaboradores.
Actualmente, la empresa trabaja con cerca de 80 clientes y ha calificado más de 2.000 proveedores anuales en más de 15 países, desde América hasta Europa y Asia. Entre sus clientes figuran bancos, aseguradoras y compañías de sectores críticos como petróleo y minería, donde la trazabilidad y el cumplimiento son esenciales.
Además, la firma expandió su operación a Estados Unidos, donde presta servicios de data entry para empresas logísticas y explora nuevos mercados para la calificación de proveedores, con foco en México y Panamá. Por eso, actualmente, Esteban y Gina residen en Houston.
Este servicio consiste en asumir los procesos operativos de sus clientes directamente en sus propios sistemas. Desde Ecuador, el equipo de la empresa gestiona estas operaciones para compañías internacionales.
“Por ejemplo, uno de nuestros clientes es un operador logístico que exporta vehículos usados desde Estados Unidos hacia distintas partes del mundo, especialmente a África. Todo ese proceso de exportación lo realizamos nosotros utilizando sus propios sistemas.”
Para Esteban Camacho, esta historia no puede entenderse sin el rol de Gina. Fue ella quien sostuvo la empresa en sus años más complejos, cuando emprender implicaba resolver cada problema en tiempo real, asumir riesgos y equilibrar el crecimiento del negocio con la llegada de sus hijos. “Es un mérito impresionante de parte de Gina, mantener a flote la compañía con todos los problemas que hubo en ese momento. Admiro su fortaleza”.
Sin épica ni discursos grandilocuentes, esa etapa de gestión cotidiana le dio forma a una empresa que hoy funciona sobre procesos que llegan al mundo. (I)