A principios de este mes, el presidente Donald Trump encabezó una reunión en la Casa Blanca con productores rurales estadounidenses, donde anunció rescates financieros por US$ 12.000 millones. En ese encuentro, Meryl Kennedy, de 37 años, directora ejecutiva de un molino arrocero familiar ubicado en Luisiana, sorprendió al presidente al remarcar que los aranceles estaban dando resultados, aunque consideraba necesario intensificar las medidas.
Kennedy, que se ubicó al lado de Trump durante la charla, argumentó que varios países productores de arroz manipulaban el comercio de manera desleal. Señaló que India, Tailandia y China inundaban el mercado estadounidense con arroz a bajo costo, lo que perjudicaba a la producción nacional. Según su visión, los agricultores del país contaban con capacidad suficiente para abastecer tanto al mercado local como a otros países, pero advertía que requerían condiciones de comercio justo, no un sistema de libre intercambio sin reglas claras.
Frente a esto, Trump consultó al secretario del Tesoro, Scott Bessent, si India, que desde agosto afronta un arancel del 50 % sobre sus exportaciones, tenía alguna excepción en el caso del arroz. Al saber que no era así, le pidió directamente a Kennedy que indicara qué países, a su criterio, debían recibir un aumento en los aranceles para proteger a los productores de arroz de EE.UU..
Más tarde, el presidente le aseguró a Kennedy que se ocuparía del asunto. Para ella, ese respaldo significó un avance importante. El molino arrocero que lidera junto a su familia —con ingresos anuales estimados en US$ 100 millones— mantiene vínculos con 60 productores de Luisiana y Arkansas. Según relató a la revista Forbes, recibió la invitación a la Casa Blanca luego de enviarle una carta a Trump, impulsada por los propios agricultores, en la que alertaba sobre la baja en los precios del arroz en un contexto de costos históricamente altos.

Kennedy recordó que hace un mes varios de los productores con los que trabaja comenzaron a contactarla, angustiados por la situación. Según explicó, nunca antes en su carrera había visto precios tan bajos en comparación con el costo de producción.
El negocio familiar que dirige cuenta con el respaldo del presidente Donald Trump. Su molino de arroz y la planta de secado, ubicados en Mer Rouge, Luisiana, abastecen a grandes compañías como WK Kellogg y Mars, además de proveer arroz a cadenas de restaurantes como Qdoba.
La marca 4 Sisters Rice, que lanzó en 2020 junto a sus tres hermanas mayores, representa una parte menor pero de crecimiento veloz dentro del negocio. Registra ingresos anuales estimados en US$ 10 millones, lo que implica un aumento del 38 % en el último año. El producto ya se vende en 8.000 locales en todo el país, entre ellos Kroger, Publix, HEB, Fresh Thyme y Walmart. De acuerdo con Forbes, el valor total de las actividades familiares ronda los US$ 200 millones.
Kennedy aspira a que, en algún momento, la empresa familiar llegue al mercado bursátil. Su intención es abrir la puerta a nuevos actores que se interesen por el sector. Busca atraer a quienes valoran el trabajo de los productores rurales de EE.UU. y generar un sentido de pertenencia alrededor de esa actividad.
Sin embargo, los resultados económicos de su granja y del molino arrocero de 3.700 metros cuadrados mostraron señales de desgaste en el último tiempo. Tanto Kennedy (Meryl) como los agricultores con los que trabaja enfrentan costos operativos que se duplicaron o incluso aumentaron más en los últimos cinco años. Entre los principales factores se encuentran los fertilizantes, el combustible y la energía. Según la Oficina Agrícola Estadounidense (AFA), los productores de arroz del país cerrarán el año con pérdidas de US$ 364 por hectárea.
A ese escenario se suma el fuerte crecimiento de las importaciones. En los últimos diez años, el ingreso de arroz extranjero a EE.UU. se duplicó. Desde 2015, la participación de esas importaciones en el mercado interno saltó del 15 % al 35 %.
Kennedy describió el deterioro del negocio como un proceso lento que se extendió por más de una década. Afirmó que varios mercados extranjeros incumplen acuerdos de libre comercio y mencionó que numerosos países esquivan compromisos asumidos ante la Organización Mundial del Comercio, mientras otorgan subsidios desmedidos a sus agricultores. Ese esquema, según explicó, genera precios de exportación artificialmente bajos, lo que complica la competitividad del arroz estadounidense. Calificó el escenario actual como una situación extremadamente grave.
Kennedy advirtió que en Arkansas, donde su familia mantiene relaciones desde hace más de una década, también se registraron aumentos en los casos de suicidio entre productores. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los trabajadores vinculados a la agricultura, silvicultura, pesca y caza en ese estado presentan actualmente una de las tasas de suicidio más altas del país.
El sector arrocero de EE.UU. recibirá un impulso con el aumento del 21 % en los precios de referencia del arroz, contemplado en el proyecto de ley conocido como One Big Beautiful Bill, firmado el 4 de julio. Dentro de los principales productos agrícolas incluidos, el arroz obtuvo el mayor incremento porcentual. Sin embargo, Kennedy remarcó que ese beneficio comenzará a aplicarse recién en noviembre del próximo año, y advirtió que muchos productores no pueden esperar tanto para recibir ese respaldo económico.
Insistió en la necesidad de garantizar la continuidad de los agricultores, a quienes definió como el eje del negocio. Señaló que, sin ellos, simplemente no hay producto que vender.
Elton Kennedy, padre de Meryl, fue el primero de la familia en dedicarse a la agricultura, en 1964, y logró superar el último gran colapso que atravesó el sector en la década del 80. En 2012, decidió crear un molino y una planta de secado de arroz con el objetivo de tener más control sobre la comercialización de sus cosechas.
Junto con su esposa Anne y sus cuatro hijas, impulsó en 2016 la primera marca de arroz familiar, aunque los primeros pasos fueron lentos. Meryl Kennedy asumió el mando del molino en 2017, luego de haber trabajado junto a su padre durante los veranos mientras cursaba la universidad y de pasar cinco años adquiriendo experiencia en el rubro.
Sus hermanas mayores ya estaban involucradas en distintas áreas del negocio. Patchez Kennedy, de 60 años, encabezaba el área de marketing y lideraba el desarrollo de recetas para clientes. Felicity Kennedy, de 54, se dedicaba a representar a la marca en distintos puntos del país. Chantel Kennedy, también de 54 años, gestionaba las granjas familiares y ocupaba el puesto de gerente de sustentabilidad, con foco en prácticas productivas responsables.

En 2020, las hermanas decidieron renovar la imagen de su negocio minorista y lanzar una marca familiar de arroz que reflejara la tradición arrocera de la Costa del Golfo. Las cajas de arroz 4Sisters llegaron primero a las góndolas de Walmart y Kroger. Luego, Kroger sumó la marca a sus cadenas Harris Teeter, Ralphs y Dillions, mientras que Publix y HEB comenzaron a distribuir el arroz jazmín de 4Sisters a nivel nacional.
Kennedy confía en que un mayor respaldo del gobierno, junto con la atención que recibió durante su visita a la Casa Blanca, puedan ayudar a impulsar el negocio familiar y, al mismo tiempo, "dar visibilidad a la difícil situación del arrocero estadounidense". Su objetivo es que 4Sisters amplíe de forma significativa su presencia en restaurantes, cadenas de comida rápida y otros proveedores mayoristas del sector alimentario. "Estamos empezando", dice. "Pero estamos intentando dar alas", añade.
Pero eso solo será posible, sostiene Kennedy, si los mercados se vuelven más justos. Confía en que el aumento de los aranceles a las importaciones de arroz pueda cambiar el rumbo de la industria arrocera estadounidense. "Necesitamos asegurarnos de que haya igualdad de condiciones. Eso es todo lo que quieren los agricultores", afirma. "Necesitamos reconstruir nuestros mercados. Necesitamos reinvertir en el agricultor estadounidense y ya no estaremos de brazos cruzados", completa.
Otra forma de ayudar a los productores sería destinar más fondos a investigación y desarrollo, incluidas subvenciones universitarias para crear nuevas variedades de arroz jazmín u otras cepas populares que ofrezcan mejores rendimientos y se adapten mejor a los suelos del país.
Mejorar las rutas comerciales hacia Puerto Rico también sería una gran oportunidad, sobre todo para los productores de la Costa del Golfo que trabajan con Kennedy. Según advierte, China vende arroz a precios más bajos que los estadounidenses desde 2017, "al vender arroz a un importador estadounidense a precios inferiores a su valor al salir de China".
"Puerto Rico era uno de nuestros mejores mercados", afirma. "China lleva años incurriendo en prácticas de dumping en ese mercado, violando los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio y las leyes antidumping de EE.UU., y no pudimos hacer nada al respecto", sostiene.

Incluso las empresas y restaurantes puertorriqueños que quieren comprar el arroz de Kennedy no pueden hacerlo, dice, porque termina siendo demasiado caro debido al aumento en los precios del flete. El principal obstáculo es la Ley Jones, que exige que todos los alimentos y mercancías que ingresan a la isla lo hagan a través de buques con bandera estadounidense.
Esa misma ley, que rige para todos los envíos desde el territorio continental de EE.UU. hacia sus territorios, limita la disponibilidad de barcos —hay muy pocos— y dispara los costos logísticos, lo que encarece el producto final.
Kennedy cuenta que solía haber una ruta de envío regular entre Nueva Orleans y Puerto Rico cada cinco días para transportar arroz y otros productos, pero eso se terminó en 2017. Ahora, para llegar a la isla, debe enviar su arroz primero a Florida y recién después a Puerto Rico, lo que encarece significativamente el traslado.
"Una vez que se detiene el envío a un mercado, se pierde esa ruta. Pero desde que perdimos ese mercado, no hay buques", dice. "Necesitamos tiempo suficiente y presión real para reactivar ese flujo comercial", remarca.
Desde su encuentro en la Casa Blanca, asegura que empezó a notar un renovado interés por parte de sus clientes, y que ya hay envíos adicionales programados para el mes próximo.
Como le dijo a Trump: "Voy a conseguir que ames el arroz también. No tendrás un botón para la Coca-Cola. Tendrás un botón para el arroz", concluye.
Nota publicada por Forbes US