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Plasticev de Edwin Vejar Quito - Ecuador
Negocios
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Plasticev es una empresa familiar fundada por Edwin Véjar hace 31años; inició fabricando recubrimientos metálicos, luego se inclinó por la industria plástica y desde el año pasado produce bolsas y empaques biodegradables para el sector de alimentos y supermercados, gracias a una alianza con una firma estadounidense. Con la nueva línea, la proyección es facturar US$ 1 millón en los siguientes 12 meses.

28 Abril de 2023 17.22

Cotocollao, 1992. El ingeniero mecánico Edwin Véjar dejaba su puesto como jefe de producción en una empresa de plásticos y se instalaba en un garaje alquilado para fabricar recubrimientos metálicos, galvanizados, cromados y niquelados. El cambio de industria se dio luego de que un amigo le preguntara si podía elaborar ciertos productos metálicos para una florícola. Véjar le dijo que sí e inició su primer emprendimiento. El garaje de 80 metros cuadrados quedó pequeño al año y medio arrendó una bodega de 250 metros cuadrados en el norte de Quito. “Trabajaba todos los días, sin descanso y el taller creció por lo que contraté un par de personas”. El taller metalmecánico evolucionaba y este emprendedor decidió diversificar su pequeña empresa: apostó por el mundo del plástico.

Véjar supo del cierre de una empresa en el sur de Quito y participó en el remate de maquinaria. Invirtió 40 millones de sucres, unos US$ 25.000 al cambio de 1992, y recuerda que la máquina que más le sirvió (y que la conserva hasta ahora) fue una extrusora para realizar perfiles flexibles de plástico PVC. “Luego incursionamos en la producción de pintura en polvo”. Ya era 1996 y Plasticev crecía con el empuje de Véjar y su esposa, Lorena Jaramillo. El siguiente paso llevó a la empresa al mundo bananero. Este empresario recuerda que había la necesidad de producir zunchos plásticos para dejar de usar los puntales que sujetaban las matas de banano. “Empezamos a producir los zunchos para amarrar las cabezas de banano, así como cintas y bolsas”. Véjar aprendió mucho sobre la producción bananera y la empresa ya sumaba 8 colaboradores. Pero la incursión en el sector bananero duró poco porque hubo mucha competencia y la rentabilidad cayó.

Eso, más un cambio en la normativa que regía para la industria metalmecánica, hizo que Plasticev dejara de producir recubrimientos metalmecánicos e incursionara en la producción de mangueras de PVC y mangueras anilladas o corrugadas para transportar cables. Y hace ocho años empezó a producir bolsas plásticas, aunque en principio fue una línea que no tenía mayores expectativas.

El enfoque de la empresa familiar cambió con la llegada de la segunda generación de la empresa familiar. María Emilia Véjar es desde hace un par de años parte del equipo directivo de la empresa –ocupa el cargo de Gerente de Comunicación y Talento Humano- y su enfoque es trabajar en temas de sostenibilidad. Por eso, Plasticev se alió el año pasado con la firma estadounidense Biosphere, a la que conoció en una feria en Bogotá en septiembre del 2022. “Nos aliamos para utilizar una enzima que elabora Biosphere y que degrada la funda plástica  en cuatro años cuando se mezcla con microorganismos”, explican padre e hija. La empresa invirtió cerca de US$ 70.000 en las maquinarias necesarias para producir estos nuevos empaques plásticos que ya se venden a empresas de la industria alimenticia y supermercados. Además, el impacto de este enfoque verde estará también en los ingresos. El año pasado la empresa facturó cerca de US$ 3 millones y de esa cifra US$ 350.000 correspondieron a bolsas plásticas. Ahora, la empresa proyecta tener ingresos por un millón de dólares solo por empaques biodegradables en los próximos 12 meses. “Son bolsas para lácteos, avena, cereales, para basura…”, indica María Emilia.

Los planes para el futuro cercano es afianzar el enfoque verde y mudarse a las afueras de Quito. Hoy la firma procesa 70 toneladas de plásticos al mes y recicla otras 12 toneladas de plástico; suma 40 empleados, ocupa un terreno de 2.800 metros cuadrados y la planta tiene 2.500 metros cuadrados de construcción. Además, Roberto, el segundo hijo del matrimonio Véjar-Jaramillo estudia en el extranjero para volver al país y apuntalar la empresa de la familia. (I)

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