Presupuesto 2026: más recursos hoy, menos futuro mañana
El país no puede seguir dependiendo indefinidamente del aumento de impuestos ni del crédito fácil. Más deuda compra tiempo; más inversión compra futuro.
El país no puede seguir dependiendo indefinidamente del aumento de impuestos ni del crédito fácil. Más deuda compra tiempo; más inversión compra futuro.
El futuro fiscal no se construye con más préstamos, sino con decisiones estructurales: fortalecer la base tributaria sin ahogar la actividad económica, atraer inversión responsable y ordenar el gasto público. Ese cambio de rumbo no puede seguir postergándose.
El Ecuador se mueve entre el rigor del FMI y el clamor de las calles. Busca equilibrio en medio de la tensión, y quizá -por primera vez en mucho tiempo- los mercados y la ciudadanía coinciden en algo esencial: la estabilidad es un bien demasiado valioso para ponerlo en riesgo.
El presidente Noboa asume un costo político significativo, pero lo hace con la convicción de que gobernar no consiste en regalar ilusiones, sino en administrar con responsabilidad.
El país necesita cambiar su economía de supervivencia por una con visión. ¿Cómo? Apostando por sectores que generan empleo, exportaciones, sostenibilidad, crecimiento y retorno de ingresos a través de una adecuada política tributaria. Apoyando al productor, al innovador, al joven emprendedor.
La administración Noboa tiene la oportunidad de marcar una diferencia histórica. Si apuesta por la inversión y el crecimiento, podrá romper el ciclo del endeudamiento y dejar atrás una economía basada en parches.
El Ecuador tiene un trauma grave respecto de la crisis financiera y el cambio hacia la dolarización que ocurrió entre 1999 y 2000, lo que generó un caos social general.
Pregunto: ¿a quién queremos imitar? ¿Al que busca alternativas y piensa en un mejor futuro? ¿O al que evade cualquier oportunidad de empleo y prefiere quedarse estático porque "lo malo no es el trabajo sino el tener que trabajar"?
El bienestar colectivo está muy por encima de las disputas entre grupos y esa debe ser nuestra exigencia ciudadana: que se pongan de acuerdo en la construcción de una agenda de Estado a largo plazo, más allá de los intereses políticos inmediatos de pocos.
Mientras no haya la voluntad de quienes administran el Estado de identificar ese gran proyecto virtuoso e inyectar los recursos iniciales necesarios para invitar a otros a hacer lo mismo, seguiremos envueltos en el círculo siniestro de ver cómo hacemos para llegar a fin de año y ver cuánto sigue creciendo el déficit, el desempleo, la pobreza y la contracción de la economía y de las oportunidades.
Un día somos clientes, pero al otro somos proveedores y la contracción de pagos es una bomba de tiempo que amenaza a todos. La salida es operar en función del día a día y permitir que el flujo monetario reactive en algo el mercado.
Ningún gobierno nuevo de cualquier tendencia que sea podrá cambiar la situación del Ecuador de un año al otro y esa la razón por la que debemos analizar con detalle qué nos ofrecerán las distintas candidaturas. Si alguien nos ofrece cambiarlo todo de un año al otro, ese será justamente el que nos está mintiendo.
La inversión en la cosa pública es un pago inicial, para que el sector privado interno y externo se junten a esa iniciativa de repotenciación de infraestructura. Si eso no ocurre en este o el próximo gobierno, seguiremos rezando por lluvia y caminando a oscuras.
En tanto el Ecuador se dedique verdaderamente a resolver temas cruciales como una estable provisión de energía, un entorno de seguridad para personas y empresas, y establecer políticas públicas de largo plazo para blindar el escenario económico ante coyunturas complejas como son los reiterados procesos electorales.
Como todo en la vida, la economía también atraviesa por momentos de bonanza en una época y por momentos de desaceleración en otra. Cuánto dura cada una de esas etapas es incierto, pero lo que sí sabemos es que tenemos una economía en recesión y no una economía estancada.
El Gobierno ha decidido eliminar el subsidio correspondiente a las gasolinas Extra y Ecopaís, lo que significa cerca de 631 millones de dólares, pero, más allá de todo, aquí cabe preguntarse: ¿está llegando este subsidio al sector que realmente lo merece?
¿Qué más ha hecho el Gobierno además de subir impuestos? ¿Se ha planteado modernizar el aparato burocrático? No vemos ninguna señal en ese sentido, sino lo contrario: en el presupuesto de 2024, el monto para alimentar la burocracia es, incluso, superior a la de 2023
Es importante rescatar el esfuerzo del Gobierno por evitar que el barco naufrague. No debemos olvidar que se posesionó con deuda y sin capacidad de pago porque no había caja para los salarios de diciembre. Al final logró tapar huecos, pero aún falta mucho por hacer y una tarea fundamental que está pendiente es mejorar la calidad del gasto.
Trabajar en la disminución del aparato público implica planificación, análisis, diagnóstico e, incluso, gasto inicial, pero este proceso hay que iniciarlo ya porque de eso implica modernizar al Estado y corregir los excesos.