En un nuevo episodio del podcast de Forbes Ecuador, María Cristina Acosta, directora de Ambiente y Permisos de Lundin Gold, y Carolina Rosero, directora del programa Amazonía de CI-Ecuador, detallan cómo esta colaboración ha evolucionado hacia un modelo integral de gestión del paisaje que articula sostenibilidad, ciencia y participación comunitaria en una de las zonas más biodiversas del país: las estribaciones del bosque protector de la Cordillera del Cóndor. 

En la operación minera Fruta del Norte, ubicada en Zamora Chinchipe, Lundin Gold, junto con CI-Ecuador, han desarrollado una estrategia de conservación de la biodiversidad que se alinea con normativas internacionales, y que se ejecuta en alianza con actores locales y un equipo de asesoría técnica especializada. Un riguroso análisis técnico y de campo, sumado a este enfoque y compromiso, fue determinante para que CI-Ecuador decidiera colaborar con la compañía. "Fue una decisión desafiante, pero vimos acciones concretas y un compromiso genuino por parte de la empresa para ir más allá de su responsabilidad ambiental, en favor de la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades en el territorio", explicó Rosero. Desde entonces, la alianza evolucionó hacia un modelo de gestión integral del paisaje, que involucra proteger a la biodiversidad y a las comunidades locales.

Los resultados obtenidos a la fecha son contundentes: la conservación de 1.500 hectáreas de bosque, una mejora en la gestión del Refugio de Vida Silvestre El Zarza del 68 % al 79 % (según la Evaluación de Efectividad de Manejo), implementación de buenas prácticas agroforestales en 76 hectáreas y reforestación cofinanciada por aliados como la empresa Hewlett Packard-HP. Además, el trabajo en gobernanza local fortalece a los gobiernos locales y promueve normativas sostenibles, como ordenanzas para prácticas libres de deforestación.

De cara al futuro, ambas organizaciones coinciden en que la tercera fase del proyecto se enfoca en consolidar lo aprendido, garantizar sostenibilidad financiera y desarrollar una estrategia que favorezca la capacidad instalada en las comunidades y en los gobiernos locales. La educación ambiental y el trabajo con jóvenes también se proyectan como claves para asegurar que la conservación trascienda generaciones. Gracias a la educación y a la comunicación ambiental, las comunidades han fortalecido su participación activa en la protección de la biodiversidad y el cuidado ambiental. (P)

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