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Si bien la evolución tecnológica seguirá abriendo nuevos trabajos, ya viene siendo hora de abandonar la extrema importancia de rangos y poses por sobre la valoración de la gente y sus preferencias, porque la gente es la empresa. Igual de innegable es la responsabilidad individual de empezar ahora a trabajar con determinación en el desarrollo de esas competencias humanas. Porque el futuro es hoy.

22 Marzo de 2023 16.13

Desde la gerencia tradicional hacia las tendencias de innovación digital, el interés en la gente y el entorno se intensifica día a día en las empresas. El desarrollo del talento es la estrategia capaz de sostener los resultados económicos a largo plazo y la cultura empresarial del mañana, y si bien es imperante vislumbrar las necesidades del mañana, también es práctico dedicarse a la realidad que es el aquí y ahora, en donde podemos actuar. 

El libro The Innovative Management Education Ecosystem (Díaz, Halkias y Thurman, 2022) sintetiza de forma impecable, entre otros, los retos de la educación empresarial y el impacto de la capacitación en el mundo laboral, e inicia con un contexto que es clave recordar. Las Escuelas de Negocios enfocaban sus esfuerzos en preparar a directivos con mayores niveles de responsabilidad y de ahí la ola de estudios en alta gerencia. El énfasis se mudó hacia la investigación y el valor del capital financiero para hoy, atender a la influencia de las expectativas globales, la tecnología y el desarrollo de competencias del talento.

En ese contexto, líderes académicos siguen mejorando alternativas que puedan suplir las demandas de los negocios que, según importantes estudios del mercado laboral, centran su enfoque en la idea compartida de que es más sencillo aprender habilidades que cambiar actitudes de un profesional. Y es verdad, aunque faltaría agregar que, precisamente mejores habilidades fomentan la madurez de comportamientos que sumen.

Son varios los reportes globales que hacen hincapié en el desarrollo de competencias humanas (blandas) para potenciar a las técnicas (duras) y de ahí que el upskilling y reskilling sea una tendencia sin precedentes.  Adquirir conocimientos y habilidades complementarios o actualizar los propios de la carrera son estrategias clave tanto para gestores del talento como para la gerencia.  Más aún, si se observa la creciente inversión directa del individuo en su aprendizaje, sin esperar el apoyo empresarial. Enhorabuena.

Los estudios acerca del futuro del trabajo se centran en las demandas de los empleadores alrededor del mundo con sus respectivas brechas que la educación superior trata de suplir. Es fundamental prepararse para los puestos de trabajo del mañana que demandarán esas competencias y capacidades en áreas que al parecer no se producen al ritmo esperado (automatización, gestión de datos, inteligencia artificial, economía circular o energías renovables). 

Según Quacquarelli Symonds QS, a la fecha en Latinoamérica el conocimiento duro o técnico cumplen razonablemente con las expectativas del mercado, en tanto las competencias más buscadas son la comunicación, trabajo en equipo y resolución de problemas, siendo la misma comunicación, aquella con mayor falencia en profesionales jóvenes, seguida de la creatividad, resiliencia, flexibilidad y habilidades organizacionales e interpersonales. Esta polaridad demanda-brechas es la oportunidad.

Por un lado, se espera que las empresas refuercen sus áreas de educación y desempeño a través de culturas sólidas de aprendizaje, y por otro, que la academia desarrolle programas alineados a estrategias claras del negocio sintonizadas con los comportamientos esperados en su cultura.  El problema en nuestra sociedad es que aun gana el porcentaje de empresas que ven a recursos humanos como tomadores de pedido antes que un área estratégica. También, gana la cantidad de escuelas de negocios que son en realidad negocios de programas. Y lo más grave, como individuos, muchas veces nos vence la idea paternalista de esperar auspicios de otros en nuestra profesionalización.  Sin duda el interés debería ser mutuo.

Se habla mucho de la desconexión, y por eso la mayoría de los organismos de acreditación y calidad de educación en negocios (ya sea a nivel de posgrados o educación continua) hacen énfasis en demostrar una relación empresa-academia con propósitos comunes que logren impacto visible. La conexión fundamental es ofrecer alternativas aplicativas de acuerdo con el contexto organizacional, y graduar profesionales con títulos sólidos, pero además con competencias como las antes mencionadas.

Otro informe interesante es del Corporate Learning Network que indica que en los dos últimos años el mercado laboral ha cambiado exponencialmente por la preferencia del trabajo híbrido, el desarrollo digital y el aprendizaje continuo cada vez más relevante. La creación o rediseño de áreas de educación y desempeño que puedan apoyar a los subsistemas del talento (contratación, retención, engagement y desarrollo) tienen retos comunes como cambios estructurales, trabajo híbrido, rotación o reducciones de puestos.

Las nuevas estructuras organizacionales requieren de gente capacitada y orientada al aprendizaje, con profundo conocimiento organizacional (funciones administrativas, habilidades gerenciales y liderazgo) y de ahí que la demanda de programas de gestión empresarial se siga llevando el Oscar de preferencias a nivel de posgrados y educación profesional.

Más productividad es al parecer el mayor beneficio de los entornos híbridos que alternan el trabajo desde casa o cualquier parte del mundo, además del acceso a cursos que actualicen habilidades concretas de forma aplicativa y práctica. La falta de atención a estas preferencias ha empezado a causar mayor rotación y re-inversión por re-capacitación, o gastos asociados a problemas de bienestar y salud mental.

Pese al temor que pueden causar las predicciones de la desaparición de cientos de perfiles actuales por la automatización, la importancia de las emociones en la toma de decisiones por sobre la inteligencia artificial prevalece y sugiere, nuevamente, una oportunidad. 

Es innegable aceptar la relevancia de la creación de valor gracias a las empresas.  Si bien la evolución tecnológica seguirá abriendo nuevos trabajos, ya viene siendo hora de abandonar la extrema importancia de rangos y poses por sobre la valoración de la gente y sus preferencias, porque la gente es la empresa. Igual de innegable es la responsabilidad individual de empezar ahora a trabajar con determinación en el desarrollo de esas competencias humanas. Porque el futuro es hoy. (O)

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