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Después de un 2022 post pandemia, con elevados índices de violencia y polarización, con economías recesivas, deseo profundamente que inicie el 2023 conectando aquello que lo impulsa día a día a cumplir sus actividades empresariales o profesionales conectando los indicadores tangibles con los intangibles y, como humanos que somos, conectando nuestra mente con nuestro corazón.

28 Diciembre de 2022 16.33

Seguro su empresa ya pasó por el ejercicio de planeación estratégica, revisaron sus metas y objetivos a cumplir en el nuevo año. Tal vez su empresa tiene definido un propósito. 

Iniciaremos 2023 en breve, le pregunto, ¿cree que su propósito empresarial se cumplirá?

A diferencia de los propósitos o intenciones relacionados con cábalas afines al nuevo año cronológico, las empresas vivimos en una constante carrera por ser los líderes, los mejores, los más grandes, los más reconocidos, los más rentables, los de mayor impacto. 

Si nos detenemos a mirar estas frases todo está relacionado con un proceso de “crecimiento” que se puede medir de manera tangible y en corto tiempo. 

Ahora le pregunto: ¿siente que la cultura deseada en su organización se transforma en el corto plazo?, ¿o que el mercado cambia de manera radical en el corto plazo sin realizar acciones conscientes, sostenidas y estratégicas? (por favor le invito a que evite pensar en la pandemia o las paralizaciones).

He aquí la diferencia. 

Hoy el mundo empresarial habla de propósito de manera muy activa, invita a sus colaboradores a perseguir su propósito; las empresas y organizaciones dicen tener uno, las personas invierten tiempo y dinero buscándolo. 

En este nuevo año le invito a pesar si este propósito es superficial. Parecería, nuevamente, que esto es una cima, una cumbre, una medalla, una estrella en la frente a “conquistar”. O, en casos lamentables, una campaña publicitaria, un slogan, una coraza frágil que se parece mucho a aquellos propósitos que solemos hacernos en estas fechas y que con el paso de los meses se diluyen o se desdibujan. 

Qué sucede si volvemos a la base de este concepto. El propósito es el “para qué” y esta pregunta que parece simple está llena de profundidad y complejidad pues devela lo más profundo de nuestras organizaciones. 

Entonces ya no estamos en la búsqueda de una frase o de una cumbre. Estamos en una situación incómoda frente a un espejo que nos muestra que aquello que hacemos cada día necesita estar alineado con nuestra esencia más profunda. 

Llegamos entonces al sentido de propósito que es más bien un camino que nos llena de energía, enfoque y sobre todo, que cultiva nuestra resiliencia desde lo individual y colectivo. 

Después de un 2022 post pandemia, con elevados índices de violencia y polarización, con economías recesivas, deseo profundamente que inicie el 2023 conectando aquello que lo impulsa día a día a cumplir sus actividades empresariales o profesionales conectando los indicadores tangibles con los intangibles y, como humanos que somos, conectando nuestra mente con nuestro corazón.   (O)

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