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Para los propietarios de la empresa, el mensaje es claro: la rentabilidad sostenible no depende solo de una buena ejecución interna, sino de la capacidad de la organización para adaptarse al ciclo económico. Las compañías que integran análisis macroeconómico en su estrategia no reaccionan tarde; se anticipan, asignan mejor el capital y protegen el valor en el largo plazo.

23 Diciembre de 2025 17.11

En un mundo cada vez más volátil, la estrategia empresarial no puede diseñarse en el vacío. Las decisiones que hoy toman los directorios y los equipos ejecutivos están profundamente condicionadas por el entorno macroeconómico: crecimiento, inflación, tasas de interés, tipos de cambio, ventas, recaudación, cuentas externas, riesgo país, etc. Ignorar estas variables ya no es una opción; entenderlas y anticiparlas se ha convertido en una fuente clave de ventaja competitiva.

La previsión macroeconómica no consiste en adivinar el futuro, sino en construir escenarios plausibles. Un escenario de crecimiento moderado con tasas de interés altas exige estrategias distintas a uno de desaceleración con política monetaria más relajadas. Empresas que integran estos escenarios en su planificación pueden ajustar su estructura de costos, decidir cuándo invertir, redefinir precios y proteger su liquidez antes de que el ciclo cambie.

Esta conexión es especialmente relevante para la generación de valor. Cuando el costo del capital sube, no todos los proyectos crean valor económico, aunque aumenten ingresos. La macroeconomía actúa como un filtro: obliga a priorizar inversiones más productivas, a mejorar la eficiencia operativa y a gestionar mejor el riesgo financiero. En este contexto, la disciplina estratégica protege tanto a clientes y trabajadores como, de manera directa, a los accionistas.

Además, una lectura adecuada del entorno permite alinear expectativas con los distintos stakeholders o grupos de interés. Una empresa que comunica con claridad cómo el contexto económico afecta sus decisiones de inversión, empleo o expansión genera confianza. Esa confianza se traduce en relaciones más estables con proveedores, empleados y clientes, y  potencialmente mejor acceso a financiamiento en momentos de estrés.

Para los propietarios de la empresa, el mensaje es claro: la rentabilidad sostenible no depende solo de una buena ejecución interna, sino de la capacidad de la organización para adaptarse al ciclo económico. Las compañías que integran análisis macroeconómico en su estrategia no reaccionan tarde; se anticipan, asignan mejor el capital y protegen el valor en el largo plazo.

En definitiva, la macroeconomía no es un ejercicio académico ni un tema exclusivo de analistas. Es una herramienta estratégica. Las empresas que la entienden y la incorporan en su toma de decisiones están mejor preparadas para crear valor, incluso —y sobre todo— en entornos inciertos. Mis mejores deseos en este año 2026, y que los vaivenes económico no afecten tu empresa, que la potencien. (O)

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