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fratelli tutti
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En las tres entregas de esta serie creemos haber recogido -en verdad más bien resumido- fielmente el contenido de una encíclica llamada a ser convocatoria al buen pensar sociopolítico, que el mundo tanto necesita.

28 Mayo de 2025 09.42

Sin perjuicio de lo expuesto por la encíclica Fratelli tutti del papa Francisco respecto del título de este artículo, emplaza a reflexionar en aspectos relacionados con los sometimientos y autodesprecios, presentes en sociedades renuentes a enaltecer sus propias realidades. En este negativo fenómeno cumplen un importante rol quienes abogan por un desarrollo económico alejado del hombre, para centrarse en progresos materiales indiferentes a la dignidad humana. Estos "desarrollistas" exponen consideraciones menospreciativas no solo de las personas, pero igual de las naciones de que forman parte.

Referimos al apartado 51 del documento. Resumiéndolo: algunos países exitosos económicamente son presentados como modelos culturales para las naciones menos desarrolladas, en lugar de procurar que cada uno crezca con su propio estilo para que afloren desde los valores de su cultura. El papa sostiene ser ello una nostalgia superficial y triste, "que lleva a copiar y comprar en lugar de crear, y da espacio a una autoestima nacional muy baja". Afirma que, en sectores acomodados de países pobres, se advierte la incapacidad de aceptar características y procesos particulares, declinando hacia el "menosprecio de la propia identidad cultural como si fuera la única causa de los males". Tan sabias palabras patentizan que Francisco, más allá de Vicario de Cristo para quienes así lo consideraron, fue un hombre perceptivo de vergonzosas realidades sociales. Desenmascaró a seres inhábiles para operar su propia mente... es más sencillo plagiar que pensar.

Lo expuesto es el caso de algunos empresarios frívolos y de ciertos economistas latinoamericanos que ven en Chile, por ejemplo, un patrón a seguir. Los "defensores" del modelo austral, al así proceder, irradian autodesprecio y deshonran a sus naciones al negarles facultades de encontrar un destino acorde a sus contextos y situaciones únicas. En esta impresentable trama oportunista, adrede, dejan de medir las serias inequidades que el sistema chileno entraña, atentatorias del honor de los sectores desposeídos de su población. También es la penosa ocurrencia de "admiradores" de lo que viene sucediendo en Argentina con el ascenso de su actual presidente al poder. Hemos dejado de considerar que "Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les damos nuestras cosas, sino que les devolvemos lo que es suyo" (Gregorio Magno, 540-604, citado en Fratelli tutti).

Para Francisco, destrozar la autoestima de alguien es una fácil manera de dominarlo. En la pretensión de "homogenizar el mundo", el papa avizora intereses de poder que se benefician del escaso aprecio que ciertas personas tienen de sí mismas. Según el pontífice, muchos líderes políticos no logran implementar un proyecto eficiente sostenible en el tiempo, precisamente, porque ignoran la cultura de su pueblo. Es una realidad cierta en nuestro continente con advenedizos -de derecha y de izquierda- que incursionan en política sin mérito alguno. Juegan con el pudor de sus seguidores, partiendo siempre de arrollar con su autoestima.

En la Fratelli tutti, Francisco dedica un capítulo a lo que denomina la "mejor política"... puesta al servicio del verdadero bien común. Con esa erudición presente en las mentes que no admiten subterfugios filológicos, encuentra un paralelismo entre las formas populistas y liberales de hacer política. Esa semejanza la reconoce en el "desprecio a los débiles", que entre las primeras hace presencia al utilizar -demagógicamente- los modos para sus fines; y en las segundas -perversamente- lo pone al servicio de intereses económicos de los poderosos. Este razonamiento de claridad meridiana generó rabia en varios estamentos políticos, al punto que algún "descuidado" presidente sudamericano tildó al papa de "imbécil", sin perjuicio de lo cual acudió a su sepelio... oportunismo descarado.

Para Francisco, el populismo trueca la palabra "pueblo" al dejarlo de asumir como algo "vivo, dinámico y con futuro" abierto a nuevas síntesis que incorporen al diferente. Asimismo, distingue "inmediatismo" en el liderazgo popular, que -dice- responde a exigencias con el propósito de garantizarse votos o aprobación, pero sin avanzar en una tarea generadora en las personas de los recursos para su propio desarrollo. En cuanto al liberalismo, en la encíclica leemos "el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal". Se trata, manifiesta, de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas. Verdad absoluta.

Según Francisco, la "política que se necesita" es una no sometida a la economía. Es enfático en que esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. En las tres entregas de esta serie creemos haber recogido -en verdad más bien resumido- fielmente el contenido de una encíclica llamada a ser convocatoria al buen pensar sociopolítico, que el mundo tanto necesita. (O)

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