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Este juego de seducción debe tener límites en esta época moderna. La sangre y la espada estaban bien para una serie de ficción que grafica este juego de poder, pero lo legal siempre debe imponerse siempre. Porque de la forma que sea, hay límites que se deben respetar.

17 Junio de 2022 10.55

El poder seduce y, a veces, la pelea por conquistarlo puede ser brutal, sin importar las consecuencias. La famosa serie que da origen al título de este artículo retrata con exactitud ese juego de ajedrez, cargado de cinismo, manipulación y violencia, que ha utilizado (y utilizará) el ser humano durante toda su existencia para lograr y mantener el trono. 

Toda agrupación necesita una autoridad: una casa, un país, una oficina, el equipo de fútbol. En definitiva, cualquier grupo de personas que se organiza colectivamente necesita alguien encargado y legitimado para tomar decisiones. De esta manera, evitamos el caos con el fin de alcanzar nuestros objetivos. Pero muchas veces hay discrepancias, malas decisiones o diversos intereses (algunos de servir, otros de servirse) que ponen en jaque a quien detenta la autoridad. Este juego por el trono forma parte de la esencia del ser humano. 

Uno de los éxitos de esta serie es que se grafican las grandes disputas por el poder. Existe una crisis de autoridad por la muerte de algunos reyes y la inestabilidad política genera una guerra civil por el trono de hierro. Pero estas disputas ambientadas en una época medieval están movidas por los intereses más protervos de quienes protegen o buscan (y quienes les rodean) hacerse con el poder. En esta disputa, que podría ocurrir hoy en día, hay muchos intereses en juego que a simple vista se esconden en discursos que no tienen contenido. En el fondo, predominará la búsqueda de riqueza, la venganza, la vanidad o reconocimiento, la necesidad de protegerse entre miembros de la misma mafia (léase, en estos tiempos, partidos políticos), etc. 

Se nota como el cinismo o la sinvergüencería son parte de la doble moral del líder de turno, usando una realidad a su antojo y ocultando los verdaderos intereses que permanecen ocultos (relativamente) a los súbditos y soldados que serán usados como carne de cañón para lograr estos fines. Esto se puede lograr, hoy por hoy, con troles en redes sociales, con propaganda, con cinismo como mecanismo para suplantar una realidad. En este juego, nunca nada es lo que parece: protestas por seguridad, pero queman patrulleros; reclaman trabajo, pero paralizan las industrias y los empleos; reclamos por el alto costo de la vida y el valor de las salchipapas, pero botan leche y alimentos a la calle. Muchas veces no es lo que se dice. Y eso puede ser macabro. 

En la serie el papel de la violencia juega un rol fundamental. La fuerza genera miedo y la sangre impone, cosa que es un elemento muy común en el uso del poder. La violencia es una muestra de poder y más cuando no hay justicia. El desorden, rompimiento y anarquía es una forma de ejercer poder. Bloquear carreteras o pedir salvoconductos para transportar productos a cambio de dinero son mecanismos de chantaje.

Los movimientos de las piezas de ajedrez responden a una estrategia. Por eso las negociaciones para mantener el poder son comunes, ceder para ganar es una alternativa que el estratega tendrá que evaluar. El uso de la fuerza para conquistar y reestablecer el orden es otra. Por eso, la autoridad se la debe ejercer con racionalidad y criterio. En esta serie, “Game of Thrones”, existe un tira y afloja todo el tiempo entre todos los reyes que buscan el poder total. “Cuando se juega al “Juego de Tronos”, solo se puede ganar o morir”, afirmaba Cersei Lannister, uno de los personajes principales en los primeros episodios. Así de contundente.

Sin embargo, este juego de seducción debe tener límites en esta época moderna. La sangre y la espada estaban bien para una serie de ficción que grafica este juego de poder, pero lo legal siempre debe imponerse siempre. Porque de la forma que sea, hay límites que se deben respetar. Aunque los déspotas quieran seguir siéndolo y la condición de tener un poder absoluto viene con la naturaleza del ser humano, no es menos cierto que la experiencia y el pasar de los siglos ha determinado que la acumulación de poder desmedida es la peor opción y que las libertades deben ser respetadas. Por eso es fundamental respetar el orden constituido y las instituciones, como único mecanismo para el ejercicio del poder.

Esta serie es un reflejo de la condición humana y el poder. Por cierto, si aún no ha visto la mítica serie, no se preocupe, solo prenda los noticieros locales.  (O)

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