La importancia de la responsabilidad extendida del productor
Pedro Maldonado Ordóñez Editor
Pedro Maldonado Ordóñez Editor
Años atrás, en una caminata por las faldas del Pichincha, con un grupo de amigos recogíamos en los senderos empaques plásticos dejados por vayan ustedes a saber qué tipo de irresponsables. No eran tantos los desechos, pero si los suficientes para activar una conversación que se mantiene vigente cada vez que uno vuelve a la montaña.
Entonces, surgió una pregunta: ¿de quién era la responsabilidad de dejar esos residuos en un medio de la naturaleza? ¿del consumidor o de la empresa que produce esos alimentos que se venden en envases y envoltorios de plástico? Vino a continuación un debate interesante con argumentos válidos de las distintas personas que allí estábamos.
Apareció entonces un concepto que desconocía: la responsabilidad extendida del productor, llamada REP en el mundo de la sostenibilidad y la responsabilidad social. Se trata de una suerte de compromiso que tienen los fabricantes y productores de distintos bienes, incluso después de que los consumidores los descarten, de gestionar esos empaques. Es como una obligación moral que tienen las empresas con sus productos, aún después de que usted o yo compremos una nueva computadora, un smartphone o un electrodoméstico.
En Ecuador, desde el 2012 las industrias que producen, importan o distribuyen llantas, pilas, equipos electrónicos y eléctricos, medicamentos, envases plásticos de uso agrícola, aceites lubricantes, baterías de plomo ácido, entre otros artículos, tienen la obligación de gestionar sus productos al final de su vida útil. Así lo detalla el portal web de Ceres, una organización que promueve la responsabilidad social y la sostenibilidad en el país. Es importante mencionar que la Ley REP está alineada con Código Orgánico del Ambiente (COA).
En Ecuador, las cifras oficiales del INEC señalan que más del 80% de los hogares ecuatorianos desecha sus residuos especiales y peligrosos como llantas, pilas, equipos eléctricos o electrónicos, medicamentos y otros en la basura común. Y solo el 1% de las familias entrega esos materiales en centros de acopio autorizados.
Además, el informe The Global E-waste Monitor 2020 muestra que cada ecuatoriano generó aproximadamente 5,7 kilos de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos al año y solo alrededor de un 3% es gestionado de manera adecuada.
Las estadísticas dejan ver que estamos ante un tema tan importante como urgente. Allí las empresas tienen una tarea fundamental: articular acciones conjuntas para una que esos envases y empaques sean gestionados de manera correcta. Se dice rápido y fácil, pero es un trabajo que implica planificación de largo plazo, colaboración entre pequeñas, medianas y grandes empresas, así como agilidad en la aplicación de políticas públicas en esta materia.
Los expertos hablan de cuatro pintos claves en este camino: desarrollar un plan de gestión con procesos definidos y claros; establecer metas de recolección; financiar el proceso con un presupuesto permanente y trabajar con gestores avalados
Y lo más importante es sumar a distintos sectores productivos, desde alimentos y bebidas, hasta textiles, manufactura, agricultura, construcción y una larga y valiosa lista de actividades que aportan al crecimiento del país en todos los sentidos.
Vale aplaudir las iniciativas que ya existen en el tema de la REP desde el sector privado. Pero se necesitan más, muchas más. (O)