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Los lácteos como aliados en la lucha contra la desnutrición crónica infantil

Verónica Chávez

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La discusión no debe centrarse en si la leche es "necesaria" o no, sino en cómo garantizar que llegue a más hogares de manera segura, asequible y sostenible. Los productores, las industrias y el Estado comparten aquí una responsabilidad común, que debe traducirse en acciones efectivas y coordinadas para el bienestar de nuestra infancia.

1 Octubre de 2025 15.36

La desnutrición crónica infantil representa una de las más graves deudas sociales en Ecuador. Según UNICEF, casi 3 de cada 10 niños menores de 5 años enfrentan retrasos en su crecimiento. Aunque el debate sobre cómo enfrentar este problema es extenso, los expertos en nutrición coinciden en un aspecto crucial: la calidad de la alimentación es determinante, y los lácteos desempeñan un papel fundamental.

A pesar de los mitos que han rodeado a los lácteos, que a menudo los catalogan como "innecesarios" o "perjudiciales", la evidencia científica ha demostrado lo contrario. Investigaciones realizadas por la FAO y la OMS subrayan que son una de las fuentes más completas de proteína animal. Aportan proteína además de calcio, vitamina B12 y otros micronutrientes esenciales con alta biodisponibilidad. Estos nutrientes son difíciles de encontrar en proporciones y calidades similares a través de alimentos de origen vegetal, especialmente durante las etapas de rápido crecimiento infantil.

La FAO afirma que el consumo regular de leche puede contribuir significativamente a mejorar el estado nutricional en comunidades vulnerables, especialmente cuando hay un acceso limitado a otras fuentes de proteínas animales. Esta realidad hace que la inclusión de lácteos en la dieta sea más que un simple complemento: se convierte en una necesidad esencial para el desarrollo saludable de los niños.

El nutricionista español Guillermo Rodríguez Navarrete, conocido como Nutrillermo, explica de manera clara y directa: "La proteína animal es indispensable en la dieta de los niños. Se destacan los pescados, huevos, carnes y lácteos. Ningún alimento por sí solo es mágico, pero los lácteos son una herramienta práctica y eficiente para garantizar nutrientes críticos durante la infancia". En países como el nuestro, donde el acceso económico limita la diversidad de la dieta, los lácteos se convierten en una opción nutritiva, accesible y culturalmente aceptada para las familias.

Además, la experiencia internacional respalda este enfoque. Uruguay y Costa Rica, por ejemplo, han implementado políticas que incentivan el consumo de lácteos como parte de sus programas de alimentación escolar. Este esfuerzo fomenta el consumo diario de estos alimentos en las familias de menores ingresos, contribuyendo a una alimentación más saludable. En contraste, Ecuador enfrenta un estancamiento del consumo per cápita (108 litros/día), mientras otros países avanzan hacia dietas más balanceadas, incorporando en mayor medida proteínas de calidad.

Es esencial considerar que este tema no solo se centra en la disponibilidad de productos, sino que también aborda cuestiones culturales que afectan la percepción sobre el consumo de lácteos. Por ello, es urgente tomar medidas que refuercen la importancia de los lácteos en la nutrición infantil y promuevan un cambio hacia hábitos alimenticios más saludables.

El problema se agrava por la creciente informalidad en la producción y comercialización de estos alimentos (48%). Este desafío tiene profundas raíces culturales. Existen mitos sobre la leche, como la creencia de que causa intolerancia generalizada o que hay alternativas "más naturales" que pueden reemplazarla. En lugar de promover decisiones fundamentadas en evidencia, se da paso a mensajes contradictorios que afectan en mayor medida a los más vulnerables: los niños.

El combate contra la desnutrición infantil exige una estrategia integral que combine educación alimentaria, programas de apoyo social y acceso a productos nutritivos y asequibles. En este contexto, los lácteos deben ser considerados un aliado clave en la salud pública.

A nivel regional, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha destacado que la inversión en nutrición infantil no es un gasto, sino la política más rentable que un país puede implementar. Cada dólar invertido en la reducción de la desnutrición se traduce en mayores ingresos futuros, productividad y cohesión social. Por ello, es imperativo reforzar nuestras inversiones en este sector, apostando por un futuro más saludable para las próximas generaciones.

La discusión no debe centrarse en si la leche es "necesaria" o no, sino en cómo garantizar que llegue a más hogares de manera segura, asequible y sostenible. Los productores, las industrias y el Estado comparten aquí una responsabilidad común, que debe traducirse en acciones efectivas y coordinadas para el bienestar de nuestra infancia. Para el sector privado, el desafío radica en continuar innovando en presentaciones accesibles y fortificadas. (O)

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