60 años atrás, en una pequeña parroquia rural de Cuenca llamada Sinincay, un niño de 11 años ya manejaba un camión que transportaba materiales de construcción. Eran otros tiempos, para algunos más tranquilos y para otros se trataba de épocas de desafíos, esfuerzos y aprendizajes. En este segundo grupo estaba la familia Roldán, y el pequeño Carlos encontraba su destino cada vez que se sentaba al frente de un volante en esta localidad conocida por la producción de los ladrillos rojos, aquellos que hoy en día escasean, pero que marcaron la arquitectura de la capital azuaya.
Era la segunda mitad del siglo XX y Cuenca empezaba una transformación, una transición de una pequeña ciudad en el sur de Ecuador para convertirse en un polo industrial y productivo. Sectores como la construcción, los alimentos o la manufactura de muebles y electrodomésticos empezaban a tomar forma, y el padre de Carlos Roldán, Luis Moisés, aprovechaba esa coyuntura. En sus camiones transportaba ladrillos y tejas hasta Cuenca y Gualaceo, esta última ciudad en el oriente de Azuay.
"Eran camiones americanos con un capó gigante", recuerda Roldán durante una entrevista con Forbes Ecuador en uno de sus concesionarios ubicados en Tumbaco, en las afueras de Quito.
Él está acompañado de su primer nieto, Gustavo, que también participa en los negocios de la familia y es parte del equipo de Comunicación de Grupo Roldán. Todos están listos para inaugurar una plaza automotriz en la que se invirtieron US$ 4,6 millones. Es una de las más recientes apuestas de Grupo Roldán, fundado en 1970, con 15 empresas y distribuidor de marcas de camiones, vehículos, motocicletas y bicicletas. En 2024, tuvo ingresos por cerca de US$ 200 millones y este año, con un equipo de 800 personas, aspira a cerrar con ventas cercanas a los US$ 250 millones, gracias a la recuperación del mercado automotor.

Para llegar a esas y otras cifras, Carlos Roldán conoció de cerca el sacrificio y el trabajo duro. También aprendió a conducir camiones y supo desde su adolescencia que esos vehículos cambiarían su vida y la de sus herederos. Al recordar su juventud, se emociona, juega con sus lentes y cuenta: "Mi primer camión lo tuve a los 15 o 16 años, no recuerdo cuánto me costó, fueron millones de sucres. Era un International y traíamos leña del cerro, negociaba con los campesinos de los alrededores".
Al poco tiempo, Roldán y otros 10 conductores conformaron la empresa de transporte Ciudad de Cuenca. Él trabajaba con un Ford 750. "Era lo máximo de camión". Luego cambió de modelo y tuvo su primer Scania. Tenía 20 años y cada día aprendía algo más sobre el negocio del transporte de carga.
La mañana está abrigada y el fundador de Grupo Roldán sonríe mientras cuenta las anécdotas. Habla de memoria sobre los detalles de los vehículos que utilizaba, de las vías que recorría y de la gente con la que trabajaba. Cuenta, por ejemplo, cómo empezó a comprar y vender camiones Mercedes Benz. "Lo compraba en Guayaquil, le adaptaba el cajón y lo hacía trabajar. Enseguida tenía varios interesados, transportistas que me pedían que les vendiera mi camión. Si costaba 100 vendía en 120, me encantó hacer esos negocios. Compraba siempre al contado". Roldán ya tenía fama de comerciante y para sus compras utilizaba cheques del desaparecido Banco del Azuay.
Con los negocios recorriendo sus venas y con la juventud como estandarte, Roldán también fundó Transportes Ortiz cuando tenía algo más de 20 años, "para trabajar más y más, siempre con los camiones". La conversación fluye, Roldán no esconde sus sentimientos y se adentra en sus memorias. Recuerda que se enamoró y se casó cuando tenía 25 años; su nuevo estado civil lo motivó aún más. Se detiene por un instante y revela su filosofía de trabajo: "Cuando a uno le gusta y quiere algo, tiene que tomar decisiones y ser responsable. Hay que ser serio, no importa si se es muchacho o viejo, siempre es importante ser serio y tener gente buena, que le acompañe a uno".
La historia de Carlos Roldán y sus empresas tuvo en los años ochenta y noventa etapas decisivas. Empezaron los viajes al extranjero, y China se convirtió en un destino frecuente; el gigante asiático es desde hace varias décadas el punto clave de los negocios de Grupo Roldán. Antes un viaje podía durar varios días, pero en la actualidad no tarda más de 24 horas en llegar. Actualmente, a sus 74 años, visita China unas seis veces al año. Se desplaza en el jet del grupo y en vuelos comerciales.
¿Qué tan difíciles son los empresarios chinos para para negociar? "Hemos tenido suerte. Prácticamente se han abierto las puertas en todos los lugares a los que hemos ido". Con esa buena estrella, el grupo consiguió la representación de la marca JAC hace 20 años. Luego vinieron otras que hoy son parte del portafolio.
En el crecimiento del negocio ocupa un rol protagónico Juan Carlos Roldán, hijo de Carlos y actual presidente ejecutivo del grupo. Este empresario trabaja con su papá hace 27 años y recuerda que entre las principales enseñanzas está una frase que se le grabó para siempre: "Hijo, cuida la plata, no botes, no derroches, cuídala, haz más dinero, haz más negocios".
Juan Carlos no se guarda palabras de agradecimiento. "A mi padre hoy en día le agradezco mucho porque él es el pilar del negocio, el pilar de mi vida. Mi papá es un libro abierto, un sabio de la posventa. Tiene una memoria única y sabe el código de cada pieza de un camión o de un vehículo. No se le escapa nada". Cuenta cómo decidieron asociarse décadas atrás y detalla algunos momentos y conversaciones que mantuvieron al inicio.
"Un día me dijo: 'Hijo, formemos una compañía en sociedad'. Cada uno puso US$ 200.000 y empezamos a trabajar en sociedad en 2003. Trabajábamos con muchas marcas, vendíamos buses y camionetas japonesas". Luego llegaron los automotores ensamblados en China.
Juan Carlos explica el método de trabajo. "Llegábamos a ferias de vehículos, íbamos al puerto de Guayaquil con los camiones, a exhibiciones, participábamos en eventos los fines de semana, en canchones de polvo y tierra. El negocio empezó así, nada fue fácil, nada es suerte, nada es de casualidad, todo es a base de mucho esfuerzo y sacrificio. Así hicimos un gran negocio, extenso, muy grande y empezamos a vender muchos vehículos".
Eso sí, reconoce que en el inicio, como todo negocio, fue un poco difícil "porque yo era muy muy joven, con ganas de dar pasos más adelantados, y me costó un poco acoplarme a sus decisiones, a su trabajo, a su mentalidad, pero, gracias a Dios, fue una escuela para ir paso a paso, con seguridad".
Con 54 años en el mercado, Grupo Roldán mantiene sus planes en medio de los retos que presenta la industria automotriz. Juan Carlos detalla que en 2022 el holding vendió 10.000 vehículos y que en 2023 la cifra bajó a 8.000. "El año 2024 fue muy complicado y llegamos a 5.000 unidades, pero este año tenemos el reto de crecer otra vez a entre 7.000 a 8.000 unidades". Acepta que hubo un bajón en la venta de los modelos SUV, pero asegura que con los nuevos modelos el mercado está recuperándose. "Vamos bien en el sector".
En maquinaria de línea amarilla, otro de los negocios del grupo, la proyección es cerrar 2025 con una facturación de unos US$ 30 millones. Y en motocicletas las ventas terminarán con unas 7.000 unidades en el año.
Las inversiones son fundamentales en la expansión. Para el centro logístico de Manta, que inició operaciones hace cinco años, se destinaron US$ 12 millones. Es una suerte de centro de almacenamiento de todos los productos del grupo. "Es un centro tecnológico donde se hace una revisión completa de todo lo que distribuimos por el Ecuador, allí montamos las cabinas de los camiones". El grupo cuenta hoy en día con 20 concesionarios y en posventa maneja 24 puntos a escala nacional.
La historia no se detiene y el fundador de Grupo Roldán se mantiene activo. Carlos va a las concesionarias todos los días para sugerir ideas. "Viajo a China, a Estados Unidos, a Italia. Y la familia y los amigos me preguntan hasta cuándo seguiré trabajando. Si me retiro, me muero. Me siento el mismo de antes porque toda mi vida he trabajado y siento que tengo las fuerzas y la sabiduría para seguir en esto".
Afuera del salón donde Roldán conversa con Forbes todo está listo para la inauguración de la plaza automotriz. El fundador del grupo no pierde la sonrisa y se despide con una última frase: "En este negocio lo importante es el trabajo, el espíritu y las ganas". (I)