"Nuestra relación es un caso de estudio, nadie la ha podido descifrar", dice entre risas Susana Baculima Chimbo, gerente comercial de La Italiana, al hablar sobre su matrimonio y el comienzo de su relación con Lautaro Jetón, presidente del Grupo Italimentos. Juntos han construido, desde hace 36 años, una empresa que, con el tiempo, se transformó en un grupo que factura cerca de US$ 116 millones al año. Está ubicado en Cuenca, una ciudad que los vio crecer y ha sido el lugar ideal "para hacer negocios". Lautaro explica —en un encuentro con el equipo de Forbes Ecuador— que, al ser un lugar que siempre estuvo aislado del resto de país, tuvo que idearse para satisfacer las necesidades de su población. Esa es la respuesta para que sea el epicentro de grandes industrias como la de alimentos o la automotriz. Según datos del Municipio de Cuenca, su PIB per cápita es de US$ 13.158 y su PIB nominal llega a los US$ 8.382 millones.
Contenido relacionado: El cuencano que talló un sueño de madera de US$ 40 millones
Entre los 596.000 habitantes de la capital azuaya que contabilizó el Censo de Población y Vivienda de 2022, sobresalen dos personajes, quienes son la portada de esta edición. Doña Susana y don Lautaro, como los conocen, hicieron de su familia un ejemplo de superación y trabajo duro. Con 60 años a sus espaldas, Susana rememora sus inicios, que son los cimientos de sus compañías. Nació en Cuenca y es la cuarta de siete hermanos. Confiesa que tuvo una niñez tranquila, con las comodidades propias de la clase media. Sus padres llegaron a ser los comerciantes de carne más importantes de la provincia (ahí comenzó su vínculo con esta industria).
Se graduó del colegio Manuela Garaicoa de Calderón e inició su carrera en Ingeniería Química. El plan era terminar la universidad, pero el amor tocó su puerta antes de lo esperado. Contrajo matrimonio a los 20 años y tuvo dos hijos. Dividir su tiempo entre las responsabilidades del hogar y las tareas universitarias era imposible y renunció en el tercer año. "Como decimos aquí, me casé 'guagüita'. Con la llegada de mi segundo hijo, era demasiado fuerte. Tenía clases en la mañana, en la tarde y en la noche. Tuve que retirarme, pero, cuando Lautaro decidió estudiar Derecho (tampoco culminó), yo le hacía los deberes. Él trabajaba y yo me quedaba en la casa, así nos ayudábamos".

Lautaro, por su parte, es el primero de ocho hermanos. Nació hace 66 años en la parroquia San Fernando, en el cantón Girón, provincia del Azuay. Era un "muchachito inquieto" que pasaba los días jugando con sus hermanos. Su padre era ganadero y sastre, mientras que su madre se dedicaba a los quehaceres domésticos. Terminó la escuela en su parroquia y se mudó a Cuenca para continuar la secundaria. "Quería entrar a la universidad, pero en 1978 estábamos en dictadura (encabezada por el Consejo Supremo de Gobierno) y el año del servicio militar era obligatorio. En ese momento mi vida se desordenó".
Lautaro comenta, con voz pausada, que entre los 12 y los 18 años necesitas que alguien te guíe. Él vivía solo y tomó malas decisiones. No había quien lo controlara. Su padre no pudo apoyarlo para que continuara sus estudios y —al completar el servicio obligatorio— le dio trabajo. Entre sus múltiples actividades, distribuía un aguardiente que era muy popular en las zonas rurales. Llegando a los 20 años manejaba mucho dinero y eso le pasó factura. Confió en las personas equivocadas, manejó mal el negocio y a los tres años quebró. "Mi padre me dijo: 'Hasta aquí te tuve, haz nomás tu vida' y nuevamente me puse a buscar alguna oportunidad".
"Fui representante cultural", dice Lautaro, acompañado de una carcajada. En realidad, era vendedor puerta a puerta de las enciclopedias de Grupo Océano. Cumplir la meta diaria, de comercializar al menos un libro, era complicado porque no le abrían las puertas. Estuvo cerca de un año y apenas le alcanzaba para alimentarse. En ese ir y venir, estuvo también un tiempo en la planta de mantenimiento de Indurama, algo que no era compatible con su vida de mochilero y con los malos caminos por los que transitaba, donde el alcohol estaba presente. "Eso es muy triste, muy duro, trato de no recordar el pasado, pero sí, me dejó muchas enseñanzas".

Cuando decidió volver a Cuenca y salir de "esa etapa oscura," conoció al hermano de Susana, quien fue la conexión para que los dos se encontraran. Él tenía 27 años y ella, 20. Sus vidas cambiaron con esta unión. Susana asegura que ella es de las personas que bendice lo que le toca vivir. "Me entrego al momento. Al inicio fue difícil porque no era mi meta, pero me dediqué a ser mamá y a sacar adelante nuestro hogar". ¿Cómo fue su historia de amor?
Entre miradas cómplices, Susana se animó a contestar. Él visitaba con frecuencia su casa. En una ocasión, su hermano tuvo un accidente vehicular muy grave, que impedía incluso que se alimentara. "Lautaro era un buen amigo, venía todas las noches para darle de comer y cuidarlo, yo solo veía eso. En la fiesta de 15 años de mi hermana menor me invitó a bailar. No éramos novios, no éramos amigos, solo conocidos. Me dijo: 'Casémonos', y yo le contesté: 'Ya' (se ríe). Estábamos bailando y yo le seguí el hilo". Lautaro complementa que —por su pasado oscuro— ella siempre le aconsejaba que aún era joven y podía cambiar. Además, ella viene de un hogar donde los valores son fundamentales y sus padres siempre le enseñaron a trabajar duro, a ser agradecida y a servir a la gente. "Yo le decía que pensara en la confianza que su padre depositó en él —asegura Susana—, tenía que salir adelante y pensar en el futuro fuera del licor".
También te puede interesar: El cerebro detrás del imperio
¿Por qué le dijo que sí esa noche? Susana hasta ahora no sabe por qué. Seguramente, fue el impulso. A la semana siguiente de esa respuesta se casaron solos, sin el consentimiento de sus padres. Una prima y su amiga fueron testigos. Después de firmar el papel en 1985, cada uno se fue a su casa. "Aventureros", afirma Lautaro y llegaron más risas. "Sus consejos me dolían más que de cualquier otra persona y ella hizo que entrara en cordura". Sus padres se enteraron de casualidad, en una ciudad pequeña los "chismes vuelan". Estando casados, empezaron a ser novios y —superando varios obstáculos— se unieron por la iglesia y fue el punto de partida para esta familia...
Lee la nota completa en nuestra nueva edición impresa. ¡Tú también puedes ser parte del mundo Forbes!
A la venta en:
Supermaxi
Megamaxi
Mr. Books
Libri Mundi
Mi Comisariato
Travel Stores
Medicity
Tipti
o dale clic aquí (I)