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libertad distorsionada
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Defender una libertad más amplia e inclusiva exige sostener que las grandes desigualdades limitan drásticamente la libertad real de la mayoría, haciendo que la libertad económica sin restricciones de unos pocos restrinja la libertad fundamental de muchos.

1 Octubre de 2025 15.59

El concepto de Libertad ha sido históricamente la estrella polar de la filosofía y la política. Hoy se encuentra en el ojo de una tormenta ideológica, secuestrado y reducido a una mera consigna. En un mundo post-bipolar, donde las ideologías se redefinen en un nuevo orden global, resurge con particular lucidez la voz de Joseph Stiglit, (entrevista para la Revista española Ethic, Elena Herrero-Beaumont) Premio Nobel de Economía y ex alto funcionario del Banco Mundial. En su análisis, Stiglitz aborda, en su último libro, 'Camino de libertad. La economía y la buena sociedad' (2025),  una visión de la libertad basada en la justicia social y la igualdad de oportunidades, y expone la desfiguración que ha sufrido este concepto esencial. Su relevancia radica en que pone al descubierto cómo una idea que debería ser universalmente liberadora ha sido distorsionada para servir a intereses particulares, creando el caldo de cultivo perfecto para la demagogia.

A lo largo de la historia, la discusión sobre la esencia de la libertad ha sido central. Filosóficamente, se ha entendido no solo como la capacidad de elegir, sino también como la capacidad de actuar de acuerdo con la razón y la ley moral (Kant: obedecer la ley que uno mismo se ha dictado). Para pensadores como Aristóteles, la libertad se ancla en la naturaleza humana para decidir libre y racionalmente. En el existencialismo, Jean Paul Sartre radicalizó esta idea, al afirmar que el ser humano está "condenado a ser libre" y es totalmente responsable de sus elecciones, pues al elegirse a sí mismo, elige una imagen de lo que la humanidad debe ser.

En el ámbito político y social, el concepto se ha polarizado en dos dimensiones que, aunque complementarias, a menudo se contraponen: la ausencia de interferencia o coacción externa, especialmente por parte del Estado (Libertad Negativa, Libertad "de"), y la capacidad o el poder real para actuar, llevar a cabo los deseos o desarrollar el potencial propio (Libertad Positiva, Libertad "para")

Según Stiglitz, el debate actual sobre la libertad debe profundizar en el reconocimiento de que "la libertad de una persona puede restringir la de otra". Lamenta que la libertad haya sido secuestrada por una visión egoísta del individualismo, permitiendo que la derecha y la ultraderecha la reclamen como su bandera exclusiva.

El "maltrato" al concepto surge cuando estos sectores lo reducen y lo promueven casi exclusivamente como libertad económica (libre mercado, propiedad privada sin restricciones). Al enarbolar esta bandera, paradójicamente se oponen al ejercicio progresivo de los Derechos Humanos (sociales, culturales, o de las minorías), bajo la premisa de que suponen una "interferencia" estatal a la libertad económica de otros. De esta forma, la libertad se convierte en una herramienta para mantener privilegios y estructuras de poder, en lugar de un motor de emancipación. Utilizan el concepto para frenar el debate y el replanteamiento de asuntos cruciales que desafían dogmas establecidos.

Stiglitz y el progresismo abogan por una libertad real que requiere un acceso efectivo a la educación, la sanidad, la vivienda y la seguridad económica. Sostiene que la simple reducción de la intervención del Estado no garantiza la verdadera libertad, sino que desmantela servicios esenciales para millones de personas. El economista aboga por un capitalismo progresista con instituciones que restauren la confianza pública y protejan el bien común.

La apropiación ideológica de la libertad por parte de la derecha se ve facilitada por la ausencia de un discurso progresista que actualice y posicione con fuerza la libertad positiva.

Defender una libertad más amplia e inclusiva exige sostener que las grandes desigualdades limitan drásticamente la libertad real de la mayoría, haciendo que la libertad económica sin restricciones de unos pocos restrinja la libertad fundamental de muchos. Al no contrarrestar efectivamente el relato que vincula libertad con solo la ausencia de Estado, el progresismo permite que la derecha capitalice este valor universal, presentándolo de forma sesgada como una lucha contra el "Estado opresor". 

La verdadera tarea es demostrar que el bienestar material es el cimiento indispensable para la autonomía individual y colectiva. (O)

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