La primera vez que su padre la llevó a la oficina, María Clara Eljuri era una niña. No era un juego. A las 08:00 ya estaba sentada entre papeles y facturas. Regresaban a casa a almorzar y volvían a la oficina en la tarde. Esa rutina fue su primer entrenamiento. "Mi papá me llevaba a trabajar. Arreglaba la bodega, pasaba papeles y jugaba con las bicicletas que traían para la venta", explica esta 'mujer power', en una entrevista con Forbes Ecuador. Nos recibió en una de sus tiendas en Cuenca, una ciudad que vio surgir al grupo familiar.
Mientras otros niños asistían a cursos vacacionales, ella embotellaba perfumes en la fábrica. Recuerda que su abuela, Olga Antón, le pagaba 500 sucres por una semana de trabajo, una cantidad simbólica, pero necesaria para entender el valor del esfuerzo. Fue ella mismo quien 100 años atrás, en 1925, tomó una decisión impensable y arriesgada para aquella época: importar radios y televisores desde Panamá. Lo hizo sola, con el respaldo de su esposo y, más adelante, con el empuje de sus hijos, el mayor fue el padre de María Clara. Así empezó uno de los linajes empresariales más influyentes de nuestro país.
Esta cuencana es la presidenta ejecutiva del Centro Cerámico, un recorrido profesional con altos y bajos que le enseñó la importancia de abrir su propio camino y dejar huellas para aquellas líderes que vienen atrás. "Creo que la única persona en el mundo que conozco que tiene un cargo similar al mío es una señora en Italia, de unos 56 años, que maneja la segunda generación de una de las mejores fábricas de cerámica". Las mujeres no suelen tener voz en esta industria, pero Ecuador es la excepción gracias a esta ejecutiva.
"Cuando mi papá me dijo: 'Te haces cargo o te haces cargo', yo solo pensé en cómo iba a subir esa montaña". Tenía poco conocimiento técnico del negocio y empezó revisando gastos menores. Aprendía todo a contrarreloj, mientras criaba a tres hijos y trataba de equilibrar el legado empresarial. "Esa fue una de mis principales reglas, mis hijos siempre fueron mi prioridad. Si había un partido de fútbol, interrumpía cualquier reunión y me iba. Si ellos me necesitaban, ahí estaba. En la casa, el tiempo que compartimos es de calidad". Esto le ayudó a fortalecer su carácter y consolidar una posición que se fundamenta en el esfuerzo y la convicción.
Su educación fue tan ecléctica como funcional. Primero pasó por el Colegio Rosa de Jesús Cordero, en Cuenca. Luego estuvo dos años en Suiza, estudió inglés en Estados Unidos y, sobre todo, adquirió los conceptos básicos sobre el manejo de empresas en el Tecnológico de Monterrey. ¿Cuál fue su verdadera universidad? Este personaje respondió: "La oficina de mi padre y de mi abuela. El mundo en el que viví desde pequeña".
Con 1.600 empleados bajo su responsabilidad directa y más de 25.000 en toda la Corporación Eljuri, su liderazgo mezcla los valores heredados con un enfoque moderno. "Me rodeo de talento humano que piensa como yo. Eso me permite delegar y dedicarme a buscar nuevos negocios". No está sola en esta aventura: es parte de la tercera generación, con 15 primos. Algunos están en los negocios, otros no. Sin embargo, ella lo tenía claro desde pequeña: "Jugaba a la oficina en mi casa. Me robaba los talonarios de las bodegas para hacer archivos. Todo fue innato".
El Centro Cerámico abarca 13 empresas que cubren desde la extracción de materias primas hasta el retail. Kerámikos, Ecuacerámica, Rialto, Artesa y Pegacer son las marcas más conocidas. En su rol, María Clara no solo da seguimiento a cada compañía, sino que diseña nuevas líneas de productos, explora mercados internacionales y asegura que cada inversión tenga un retorno medido y sostenible. "Hay que revisar con detalle milimétrico en dónde estamos invirtiendo". Ese nivel de exigencia nace de errores previos: "A veces uno por confiado o novato no analiza bien un proyecto, ahora lo hacemos todo con más pausa y conciencia".
María Clara, a sus 46 años, se reúne cada 15 días con los gerentes de estas empresas, traza metas y mide resultados. Cree firmemente en la diversificación, en invertir con propósito y en sostener un impacto social tangible. "Considero que el crecimiento de una sociedad es el crecimiento de una industria". Por eso, mantiene una estrecha relación con las comunidades cercanas a sus minas y fábricas...
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