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Los ciudadanos esperarán de los líderes, gobernantes y dirigentes políticos la capacidad para solucionar sus problemas, satisfacer sus expectativas y atender sus demandas concretas y urgentes, pero también es cierto que en momentos en que impera la incertidumbre, el temor y la angustia es importante hablar, pero más que nunca es imprescindible escuchar.

25 Agosto de 2021 11.10

La inédita e inesperada crisis global desatada por la pandemia del Covid-19, cuyas consecuencias a largo plazo en los más diversos planos de nuestra existencia cotidiana aún no podemos dimensionar en su total magnitud, conmovió los propios cimientos de un mundo que se jactaba no sin ciertas dosis de soberbia de un progreso científico y tecnológico sin precedentes en la historia de la humanidad.

Si bien el mundo deposita su esperanza en las diversas vacunas que se han desarrollado en un tiempo récord y que ya se aplican en la mayoría de los países con diversos ritmos y sin escapar a las desigualdades imperantes en el plano internacional, lo cierto es que nadie duda de que ya nada será igual que antes, y que nos veremos obligados a cambiar y transformar -en muchos casos drásticamente- muchos hábitos y conductas muy arraigados en nuestras diversas actividades y ámbitos de sociabilidad: desde lo familiar y lo laboral, a las relaciones sociales, el ocio y entretenimiento, la educación, a la manera de viajar, por citar sólo algunas de las más diversas facetas de nuestra vida cotidiana que se verán afectadas.

La política, como el mundo entero, lógicamente no estuvo, no está, ni estará exenta de estas profundas transformaciones, que en este plano específico de la actividad humana afectarán tanto a los liderazgos como a las instituciones representativas, las prácticas, conductas y rituales tradicionales, los temas, expectativas, preocupaciones y prioridades ciudadanas, los atributos y cualidades asociadas a lo que se considera un “líder ideal” y, sobre todo, las formas de vincularse y comunicarse con los ciudadanos-electores. 

Lo cierto es que la gran mayoría de los dirigentes políticos tuvo en estos tiempos tan aciagos que aprender a administrar las crisis en tiempo real, todo un desafío para una actividad siempre muy reacia a lidiar con la incertidumbre que es hoy, quizás, la única certeza en el marco de una “sociedad de riesgo” (Ulrich Beck dixit) que nos estalló brutalmente en la cara. Incertidumbre que debe ser entendida como la dificultad o, en ocasiones, directamente la imposibilidad, de predecir la evolución de una situación a lo largo del tiempo, y que ?por lo general- viene acompañada de altas dosis de ansiedad y angustia que pueden conducir a impulsos irracionales o comportamientos no controlados por parte de los líderes y actores políticos que buscan llenar ese “vacío” que se genera por la falta de certezas sobre el futuro, y que pueden tener potencialmente resultados catastróficos en términos de la gestión de los asuntos públicos. 

En este contexto, cabe preguntarse, cuáles serán los atributos fundamentales de los nuevos líderes post pandemia, qué cualidades serán más valoradas por los ciudadanos-electores cada vez más exigentes con sus gobernantes y dirigentes. Para empezar, los nuevos liderazgos serán aquellos que logren generar confianza a partir de proyectar una imagen de “hacedores” y no de meros comentaristas de la realidad; de palabras justas y lenguajes sencillos y asequibles, no de retóricas barrocas; de transparencia y apertura, no de opacidad, virulencia y confrontación; de cercanía y empatía, no de frialdad y mera racionalidad. En definitiva, de líderes que no nos prometan una aparente y falsa normalidad y seguridad, sino que cuenten con las habilidades y capacidades que se requieren para gestionar la incertidumbre que llegó para quedarse.

Respecto a los mensajes y la comunicación, es momento de mostrar empatía, sensibilidad y cercanía, de enfocarse en lo que realmente preocupa a la gente, en lo que ha venido atravesando fruto de la pandemia, y lo que espera de un futuro que, en muchos casos, no genera proyecciones muy optimistas. 

Claro que los ciudadanos esperarán de los líderes, gobernantes y dirigentes políticos la capacidad para solucionar sus problemas, satisfacer sus expectativas y atender sus demandas concretas y urgentes, pero también es cierto que en momentos en que impera la incertidumbre, el temor y la angustia es importante hablar, pero más que nunca es imprescindible escuchar. (O)

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