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En nuestro medio y en el imaginario social que un joven recién graduado se incline por estudiar ciencias de la educación, puede ser visto como un desperdicio y esto es sin duda un error, porque nada tiene que ver el género con las cualidades que debe considerarse para ser maestro.

10 Abril de 2023 08.46

En una entrevista que mantuve hace algunos días con una colega, psicóloga educativa, pero muy vinculada con el campo de la educación inicial, conversamos un poco sobre la percepción, creencias y estereotipos que todavía existen sobre la labor docente, en diferentes niveles y desde los distintos enfoques que existen en educación.

En el diálogo surgieron varios temas y podríamos haber conversado por varias horas, pero nos concentramos en dos.

El primero, se centró en resumir qué se necesita para ser docente y propiamente qué es ser docente y el segundo, sobre por qué existe una marcada brecha de género y no vemos a tantos profesores de género masculino ejerciendo la profesión.

El primer tema, nos hizo pensar que, para ser maestro sin duda debes tener vocación, pero ¿qué es la vocación?  Y luego también surgió la inquietud sobre ¿qué cualidades debe tener un docente?

Para quienes están fuera del campo educativo sin generalizar, claro está, un docente de educación inicial (niños de 0-5 años) por citar un ejemplo, debe cumplir con algunas características como por ejemplo: contar con más energía, más paciencia e incluso más carisma, entendiendo a este término por ser dulce y risueña algo así como los personajes salidos de cuentos de hadas y además,  de ciertos “superpoderes” para estar frente a un aula de niños de 5 años y así, mantener el control de la clase. Algunos de estos aspectos pueden ser ciertos e incluso ayudar cuando tenemos a niños pequeños en nuestras manos, sin embargo, la realidad es que además de tener la suficiente energía un docente requiere una adecuada preparación y formación, porque en esta etapa los educadores iniciales promueven bases o pre-requisitos a los niños y niñas para futuros aprendizajes como la lectoescritura, la motricidad o el desarrollo del lenguaje. Entonces más que poseer lo que he llamado en esta columna “superpoderes” requieren de buena formación y conocimientos.

Por otro lado, quienes estamos en el campo educativo, lo que más comúnmente escuchamos de quien aspira a ser docente es que elige este camino porque le gustan los niños o ha estado cerca de ellos en algún punto de su vida. No es que la respuesta sea incorrecta, sería absurdo ingresar a una profesión donde no aprecies o valores a los actores con quien trabajarás una vez inicies en el campo laboral, sin embargo, la respuesta es solo una introducción porque para ser docente, se requiere de cualidades como: un gran compromiso con el respeto y el valor que cada ser humano merece, un afán insaciable de siempre aprender, es decir, una mentalidad de crecimiento constante, buena comunicación, generosidad, empatía, resiliencia podría seguir con el detalle, pero no terminaría, porque para trabajar con seres humanos se requiere primero, ser un buen ser humano y luego, aspirar a que a quien educamos nos supere en algún momento y no solo en conocimientos sino, en calidad de vida y desarrollo integral. Esto se requiere para ser docente.

En el segundo punto de nuestro diálogo, fue sencillo evidenciar que en el campo de la docencia sobre todo de nivel inicial y básico predominan las mujeres y surge de un estereotipo de género, en el cual se cree que la profesión de la docencia es solo para mujeres, porque para los chicos están las ciencias exactas, la ingeniería y además porque no tendrán dónde ejercer su profesión.

En nuestro medio y en el imaginario social que un joven recién graduado se incline por estudiar ciencias de la educación, puede ser visto como un desperdicio y esto es sin duda un error, porque nada tiene que ver el género con las cualidades que debe considerarse para ser maestro. Lo que sucede es que, de manera implícita o explícita se generan mensajes a través de los cuales, se llega a promover que, la docencia les corresponde solo a las mujeres y se podría considerar ciertos rasgos de debilidad en quienes siendo hombres aspiran a esta profesión, algo totalmente falso.

En mi experiencia he podido compartir con jóvenes que deciden ser maestros a pesar de la oposición de sus padres, no han sido muchos los casos, pero en ellos el rasgo común que he encontrado es una profunda claridad por lo que desean y mucha pasión por contribuir con un mundo mejor. Ojalá muchos más quieran ser como ellos. (O)

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