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El Papa que incomodó al poder: Francisco, el revolucionario de Dios

Isabel Muñoz

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Francisco no vino a imponer el miedo, vino a recordarnos que el amor es la única verdad. Y eso, en estos tiempos, es profundamente revolucionario.

30 Abril de 2025 13.31

El Papa Francisco no solo fue el primer pontífice latinoamericano, el primer jesuita, el primer Francisco. Fue también, y sobre todo, el Papa que se atrevió a encarnar el Evangelio con una autenticidad que incomodó a muchos y que devolvió la fe a quienes la habían perdido. Hoy, tras su partida, no hablamos solo de la muerte de un líder espiritual: hablamos del adiós a un revolucionario.

Desde el inicio de su pontificado, Jorge Mario Bergoglio mostró que su prioridad no era la pompa ni la jerarquía, sino las personas. El Papa de los migrantes, de los pobres, de los excluidos. El Papa que, en lugar de condenar, abría los brazos. Que decía sin miedo: "¿Quién soy yo para juzgar?" y así desarmaba siglos de discursos excluyentes.

Combatió el silencio institucional frente al abuso sexual dentro de la Iglesia como ningún otro Papa antes que él. Pidió perdón, removió a encubridores, escuchó a las víctimas. Su lucha no fue perfecta, pero fue un paso gigantesco frente al negacionismo de décadas. Y eso, viniendo desde el mismísimo Vaticano, fue un acto de valentía que marcó un antes y un después.

En temas de inclusión sexual y diversidad, fue más allá que cualquier otro pontífice. No cambió la doctrina, es cierto, pero sí transformó la actitud. Validó la existencia de un amor en parejas del mismo sexo, defendió la dignidad de las personas trans, y recordó que lo verdaderamente cristiano no es el juicio sino la acogida.

También incomodó al patriarcado eclesial. Su relación con el feminismo fue compleja, sí, pero más abierta de lo que el Vaticano estaba acostumbrado. Bajo su liderazgo, por primera vez una mujer, la religiosa Nathalie Becquart, fue nombrada subsecretaria del Sínodo de los Obispos con derecho a voto, algo impensable en el pasado; y no solo eso, denunció la violencia contra las mujeres como una "blasfemia". Francisco abrió puertas, aunque no todas; pero sobre todo, dejó claro que sin las mujeres, la Iglesia está incompleta.

Para muchos, fue el Papa "de izquierda", como si el Evangelio no fuera ya en sí mismo un manifiesto radical. Fue criticado por hablar de justicia económica, de medio ambiente, de migración. Pero él solo hablaba de lo que Jesús habló: amor, equidad, compasión, comunidad. ¿No es ese el verdadero cristianismo?

En un mundo cada vez más dividido, el Papa Francisco representó algo profundamente revolucionario: la ternura como forma de liderazgo. Y lo hizo con una sonrisa, con gestos simples, con la humildad de quien sabía que el poder verdadero no está en el oro del Vaticano sino en lavar los pies a los más olvidados.

Sí, la Iglesia tiene errores. Muchos. Algunos imperdonables. Pero también hay que recordar que está hecha de humanos, no de santos. Y si Dios no nos juzga, si el Papa no nos juzga, ¿quién carajo somos nosotros para hacerlo?

Francisco no vino a imponer el miedo, vino a recordarnos que el amor es la única verdad. Y eso, en estos tiempos, es profundamente revolucionario.

Con profundo amor y agradecimiento, Papa Francisco: qué lindo encuentro debes estar teniendo con Dios. Gracias por recordarme lo importante a mí y a miles de personas. Gracias por todo lo enseñado, por tu fe, tu amor, tu valentía, tu lucha, tu reivindicación.

Con amor, una fiel admiradora tuya.
Una hija de Dios que es pecadora.
Una católica que no ha perdido la fe.
Y una revolucionaria del amor. (O)

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