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La mejor síntesis de la actual posición de la Iglesia sobre la economía moderna se ilustra en el punto 168 de la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco: "El mercado no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente (...)

30 Julio de 2025 14.56

En estos tiempos, marcados por la polarización en redes sociales y el auge de figuras con posturas radicales como Javier Milei o Donald Trump, es comprensible que muchas de las propuestas planteadas en algunas encíclicas papales respecto a temas de economía puedan parecer "antimercado" o excesivamente socialdemócratas. Sin embargo, es importante recordar que intentar encasillar las posiciones de la Iglesia Católica dentro de categorías políticas modernas como izquierda o derecha resulta sumamente limitado. La Iglesia es una institución que antecede -y a menudo trasciende- estas divisiones ideológicas. Lo cierto es que estas posturas no son nuevas, sino que forman parte de una tradición mucho más amplia: la Doctrina Social de la Iglesia.

 La mejor síntesis de la actual posición de la Iglesia sobre la economía moderna se ilustra en el punto 168 de la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco: "El mercado no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente (...) 

 Por una parte, es imperiosa una política activa orientada a proponer una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial", para que sea posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos. (...)  Por otra parte, "sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy precisamente ha fallado."

 Esta línea de pensamiento no es exclusiva del Papa Francisco. En la encíclica Caritas in Veritate, Benedicto XVI también aborda el desarrollo humano integral y la economía desde una perspectiva ética y moral, influido por el impacto de la crisis financiera global de 2007-2008. Allí señala que el mercado, si no está guiado por principios éticos, puede excluir a quienes carecen de acceso a recursos o educación adecuada. Y esta advertencia proviene de un Papa que ha sido calificado como conservador.

 Mientras tanto, en la encíclica Laudato Si, el Papa Francisco ya advertía sobre la crisis ecológica y critica cómo el mercado actual fomenta un consumismo compulsivo, donde las personas compran y gastan sin considerar el impacto ambiental.

También mencionaba una "contaminación mental" provocada por la sobrecarga de información, señalando que la acumulación excesiva de datos puede generar confusión en lugar de conocimiento.

 Lejos de ser ideas nuevas o aisladas, estas reflexiones se inscriben dentro de la Doctrina Social de la Iglesia, que desde hace más de un siglo propone una mirada crítica, ética y profundamente humana sobre la economía y la sociedad.

 Durante el siglo XIX, la Revolución Industrial transformó la economía y la sociedad, generando avances tecnológicos pero también profundas desigualdades. Millones de trabajadores enfrentaban condiciones laborales precarias, salarios insuficientes y explotación en fábricas. Frente a la tensión entre el capitalismo liberal y la reacción del socialismo, la Iglesia sintió la necesidad de ofrecer una visión más equilibrada.

 Así, en 1891, el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum, considerada el documento fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia. En ella se defiende el derecho a la propiedad privada, pero también la protección de los trabajadores y la intervención del Estado, todo en aras de garantizar el bienestar común y la dignidad humana.

 De esta raíz nace el llamado "centrismo" de las posiciones papales. Propiedad privada, sí, pero con responsabilidad social. Mercados, sí, pero con límites éticos. Condena a los excesos del capitalismo, pero fomentando el crecimiento económico que solo lo puede dar la economía de mercado.

 No es que el Papa Francisco o Benedicto XVI sean escépticos del mercado por ser argentinos, alemanes o por razones ideológicas. Estas posturas reflejan más de 130 años de reflexión sistemática sobre justicia social y economía, desarrollada por una institución con influencia planetaria, 2.000 años de historia y más de mil millones de creyentes.

 El genio del Papa León XIII radica en que Rerum Novarum fue lo suficientemente equilibrada como para permitir que diversas corrientes de pensamiento —desde los jesuitas hasta el Opus Dei— convivan dentro de una misma institución. Aunque han existido intentos de mover la balanza, como en el caso de la Teología de la Liberación.

 El Papa León XIV, al elegir su nombre, parece rendir homenaje directo a León XIII. No es un detalle menor que este nuevo pontífice sea matemático y que enfrente desafíos inéditos como la inteligencia artificial. Quizás, como su antecesor, también buscará una síntesis equilibrada entre tradición y modernidad frente a los dilemas económicos y éticos del siglo XXI. (O)

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