Forbes Ecuador
Multilateralismo
Columnistas
Share

Este nuevo multilateralismo hemisférico está marcado por la escasez de recursos que atentan incluso contra su continuidad y prevalencia.

6 Junio de 2025 14.11

Desde la firma de la Carta de Bogotá que dio nacimiento a la Organización de Estados Americanos (OEA), hace más de 70 años, el organismo ha debido enfrentar una serie de vicisitudes, similares a las vividas por sus propios Estados miembros. Hoy en día, éstos desafíos se encuentran más presentes que nunca, ante el panorama de una OEA que trae consigo transformaciones transcendentales en cuanto a su administración y su efectividad. 

De manera inédita, un nuevo secretario general de origen caribeño asumirá el cargo y, por primera vez en la historia, la organización contará con una secretaria general adjunta, dos nombramientos que significan un punto de inflexión en cuanto a estructuras de poder que dejan entrever un panorama desconocido hasta ahora.

Albert Ramdin, el nuevo secretario general, asumirá el puesto en un contexto caracterizado por fuertes divisiones ideológicas, una institucionalidad fragmentada, una parálisis normativa y una narrativa polarizada. A esto se suman posturas rígidas y antagónicas dentro del sistema interamericano, lo que dificulta el funcionamiento práctico del organismo, así como una crisis profunda de financiamiento que pone en riego incluso su supervivencia. 

Ramdin, diplomático surinamés, asumirá un liderazgo clave para vincular creativamente los postulados fundacionales con las prácticas institucionales. Esta nueva OEA tendrá, además, entre sus liderazgos a la primera mujer secretaria adjunta, la colombiana Laura Gil Savastano, un nombramiento que busca saldar una deuda histórica del organismo en cuanto a la representación igualitaria de género en su alto nivel de representación.

 Su nombramiento viene a representar a las izquierdas latinoamericanas, en todos sus contrastes, lo cual podría marcar un inmovilismo frente a posiciones políticas más ortodoxas. Sin embargo, existe un creciente optimismo sobre la oportunidad de promover un liderazgo que suscite, además, procesos profundos de transformación en cuanto a la representación y participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones dentro del organismo.

La nueva OEA se enfrenta, además, a una Latinoamérica trastocada por un porvenir empobrecido y brechas de desarrollo enormes entre sus miembros. Brechas y asimetrías que no ha conseguido acortar a pesar de los esfuerzos de su Comité de Desarrollo Integral. Esto, sumado a una de las mayores amenazas que azota la región, los tentáculos del crimen organizado transnacional, que confluyen en varios otros desafíos como son el incremento de la migración, la violencia, crímenes conexos y el riesgo de que nuestra América sucumba al control de las mafias.

 Asimismo, la persistencia de la situación incómoda que representan países como Venezuela, Nicaragua y Haití, que dificultan la eficacia del sistema, en cuanto al mantenimiento de la paz y la democracia en la región, dos de los pilares más relevantes del organismo.

 Finalmente, este nuevo multilateralismo hemisférico está marcado por la escasez de recursos que atentan incluso contra su continuidad y prevalencia. La ratificación del nuevo representante permanente de Estados Unidos ante la OEA, Leandro Rizzuto, llega en un momento de amplia incertidumbre sobre la voluntad del principal benefactor del sistema de mantener sus aportes de cerca del 53% de su presupuesto total. Esto contiene, además, los varios millones en contribuciones voluntarias a los programas y proyectos específicos de la OEA

En estos tres meses, hemos sido testigos de la nueva política del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, America First, caracterizada por severos recortes presupuestarios, particularmente en el área de cooperación y asistencia, así como su inclinación a privilegiar la diplomacia bilateral, antes que el multilateralismo clásico. El nuevo mandato del embajador Rizzuto incluye promover una distribución equitativa del presupuesto operativo del sistema, algo desafiante para una Latinoamérica que se debate sobre sus propias limitaciones presupuestarias internas. 

Aún con estos desafíos, las transformaciones de las cuales seremos testigos, abren también la oportunidad de que la OEA encuentre un nuevo rumbo hacia posicionarse como una organización más inclusiva, representativa y con pertinencia, desempeñando un liderazgo práctico y legítimo en el escenario multilateral más relevante del hemisferio. (O)

10