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Lo que no debe hacerse en política económica es aplicar la teoría económica de forma ciega y poco razonada. La realidad del país es clara, los costos laborales son excesivos y deben corregirse al tiempo de promover mayor crecimiento económico con más inversión privada.

19 Diciembre de 2025 09.42

Mucho de puede decir entre las interrelaciones del empleo y los salarios y de esto con el nivel de actividad económica. Sin embargo, siempre es importante basar el análisis en principios y en conceptos para tratar de entender mejor estas vinculaciones entre indicadores económicos. Por una parte, así como el mercado del dinero tiene un precio que puede ser principalmente la tasa de interés o el mercado del oro donde su precio es el de la onza troy del mineral, en el caso del mercado del trabajo la cantidad de empleo es la oferta y la demanda de trabajo, es decir, el trabajador que ofrece su contingente laboral y la empresa que demanda tal recurso para poder operar. Por lo tanto, es menester aclarar, porque muchas veces se presta a confusión, el que ofrece empleo es el trabajador y el que demanda es la empresa que contrata mano de obra. ¿Cuál es entonces el precio de este mercado? Para fines de darle simplicidad a la explicación, se puede decir que el salario es el precio del trabajo aunque en la práctica el precio puede ser un concepto más amplio como es el costo empresa por los aportes que realiza adicionalmente el empleador, el costo de un eventual despido, el valor del entrenamiento del trabajador, el valor de una eventual jubilación patronal como aún existe en el Ecuador, entre otros. 

Para el tema de la fijación del nivel salarial son algunos los conceptos que técnicamente se pueden usar como es la inflación pasada o la estimada para un siguiente período, pues la inflación puede deteriorar el poder adquisitivo del salario dependiendo del ritmo de la misma. También se considera el crecimiento de la empresa o de la economía, vale decir del PIB, pues si éste crece la capacidad de atender un ajuste salarial es mayor porque se supone que la demanda de los bienes o servicios producidos puede absorber una eventual alza salarial. De igual manera está el concepto de la productividad del trabajo que es una definición que señala cómo aporta la labor del empleado a la producción de la empresa. Esta definición en términos macroeconómicos puede entenderse como la relación entre el PIB del país y la población, vale decir, la productividad de cada ecuatoriano frente a lo que el Ecuador genera en bienes y servicios en un determinado período de tiempo. Solo como ejemplo, la población del país es similar a la de Chile, no obstante, en esa nación el PIB casi triplica el PIB del Ecuador lo que significa que la productividad en Chile es casi 3 veces la ecuatoriana. Paradójicamente el salario básico en Ecuador es muy similar al del Chile. También puede establecerse el nivel salarial con lo que puede definirse como la elasticidad de la demanda laboral frente al salario, vale decir, cómo reacciona la contratación de trabajadores ante un determinado porcentaje de incremento laboral. Lo anotado rige para el sector privado, pues para el sector público lamentablemente los factores que determinan el nivel salarial son muy distantes de los principios, por ejemplo, de productividad del trabajador.

Lo mencionado se resumió en una metodología expresada en una fórmula numérica desarrollada por el Banco Mundial que para el 2020 medía cuál debía ser el aumento del salario el siguiente año. En esa fecha el resultado fue muy contundente. No había justificativo alguno para aumentar el salario, pues el nivel del mismo estaba inclusive un 25% por sobre el nivel de productividad. 

El 2021 permanecieron los mismos USD 400 como salario básico. Esa realidad es muy similar a la actual, no habría soporte técnico alguno para justificar un aumento salarial. Sin embargo, son razones eminentemente políticas las que han determinado ahora un aumento de USD 12 al salario básico. Debe entenderse que el problema del Ecuador es el desempleo y subempleo y no el nivel salarial que solo favorece a los privilegiados que tienen un empleo formal, es decir, a ese 36% de la población económicamente activa.

Lo explicado significa que una forma de mejorar la capacidad de contratación laboral, es decir, de subir la demanda de trabajo, es reducir el costo laboral, no para reducir el salario en términos nominales sino para modernizar todas las otras formas que entorpecen la contratación como es la absurda y caduca ley laboral que mantiene conceptos desde hace mas de 80 años, inaplicables para las características del mundo actual del Ecuador y de todo el concierto internacional. Es imperativo trabajar en la instauración del trabajo por horas que fue negado en la reciente Consulta Popular, esquema por cierto mal difundido y mal explicado, la opción de una variedad de contratos pues es muy distinta la actividad de la agricultura que la construcción o la relativa a las empresas de servicios. Así mismo, la jubilación patronal ha sido aplicado solo al 2% de los trabajadores, pues antes de la jubilación son retirados y, por otra parte, la presencia de costos de despido inmanejables que terminan siendo un óbice para la propia contratación. Por lo tanto, si se quiere mejorar el nivel de empleo en el país se debe empezar con una ley moderna y no obedecer a la economía política por encima de la política económica subiendo salarios que lo único que produce es más desocupación. 

La relación costos laborales y empleo es una visión que descansaría más en una posición neoclásica del mercado del trabajo pero también está la línea de pensamiento keynesiana que se sostiene más en el crecimiento en la producción para mejorar el empleo antes que en moderar el costo de la contratación. Inclusive, hay posiciones más extremas que sostienen la necesidad salarial de subir salarios para que esto implique mayor demanda, mayor producción y con ello mayor opción de aumentar la demanda laboral y con ello el empleo.

Lo que no debe hacerse en política económica es aplicar la teoría económica de forma ciega y poco razonada. La realidad del país es clara, los costos laborales son excesivos y deben corregirse al tiempo de promover mayor crecimiento económico con más inversión privada. La inversión pública podrá acompañar a la privada en la medida que se realicen reformas fiscales que flexibilicen la rígida estructura laboral actual y abra espacios para la inversión pública.

Son entonces acciones que mejoren la estructura del costo de contratación laboral, la inversión como motor de la actividad económica y con ello, el empleo que es la segunda preocupación de los ecuatorianos podrá mejorar. (O)

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