Es una moda que va más allá de un simple accesorio, pues materializan los recuerdos más atesorados por los padres durante el embarazo y la primera infancia de sus hijos, como el cordón umbilical, el primer diente de leche o un mechoncito de cabello de su primer corte.
En el 2018 Daniela Peñafiel, una profesional en el área de diseño, sufrió la muerte de su gatito de 12 años, que era como un hijo. Quería inmortalizarlo de alguna manera, empezó a investigar, experimentar y hacer pruebas hasta conseguir la perfección en la conservación de elementos de ADN.
A partir de ahí nació Joyas de Vida by Gaudium, perfeccionándose como una de las tendencias más revolucionarias a nivel mundial, la preservación de elementos como la leche materna, el cordón umbilical, los primeros dientes o las cenizas humanas o de mascotas.
“Me tomó un año conseguir la fórmula para la preservación de la leche, y eso que amo la química. Hice experimentos, hay que deshidratarla, luego pulverizarla y pasarla por resina. Para mi era importante estar segura que esa joya, luego de tres meses o un año, no iba a estar descompuesta. Sólo se necesitan tres cucharaditas de leche para crear la joya, que se parece a una perla, con la que una madre quiere perennizar el lazo creado con sus hijos”, explica Peñafiel.
El 50% de sus pedidos son elaborados con leche materna, un 10% del primer pelito cortado o del primer diente en caerse. Lo más difícil de trabajar es el pelo por su finura y características. No es un negocio de margen de ganancia amplio. Por ejemplo, un dije cuesta US$ 45 producirlo y lo vende en US$ 75, pero ese mismo dije en países como Europa o Estados Unidos podría costar hasta US$ 200.
Son joyas exclusivas con significado, piezas que esconden historias de maternidad, y diseños únicos inspirados en las madres. Se pueden encontrar anillos, colgantes, aretes, péndulos, llaveros, pulseras con charms en forma de corazón, redondos, cuadrados, en gota y hasta del perfil de un niño o niña. Son creaciones que se han convertido en una excelente forma de preservar recuerdos. En este caso, son inmortales y la mayoría de ellas, están destinadas para durar toda la vida.
“Mi intención son crear joyas muy delicadas y sutiles que las puedas llevar puesta siempre. Cada mamá que me contacta con un pedido tiene una historia diferente, pero para todas es algo súper simbólico y especial, cada alhaja es única, no hay dos iguales”, dice su autora.
Daniela trabaja en oro o plata, hay joyas que llegan a costar hasta US$ 3.000. Peñafiel cuenta en su equipo con un orfebre de confianza que trabaja las bases desde la pepita, con lo que garantiza la calidad. Le toma de dos a tres semanas terminar cada diseño. Recibe pedidos de todo el país, sobre todo de Cuenca y Guayaquil.
Su propuesta para inmortalizar la memoria de seres humanos o mascotas muy queridas que ya partieron, representan el 40% de sus ventas. Las cenizas, la mayoría de las veces se las colocan en diseños muy especiales, porque representan un amor incondicional, que supera cualquier barrera. (I)