Forbes Ecuador
Claudia Aguirre
Liderazgo
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Claudia Aguirre Fernández (34 años) es una diseñadora de interiores que trabaja desde Ámsterdam en proyectos únicos, personalizados (y no sacados de Pinterest). La guayaquileña va contracorriente y prefiere no seguir los estilos encasillados en las tendencias. A los 20 años comenzó un emprendimiento con la empresa Ecarte y hace un año creó su propia marca, CAF.

09 Enero de 2024 12.55

Desde que era muy chiquita, le gustaba hacer cosas con las manos, dar forma a los objetos. Recuerda que su padre —fallecido hace cinco años— hacía planos y maquetas a mano, cuando la tecnología todavía no lo había copado todo. Él era un artista, un arquitecto, que creaba cosas fantásticas, pero siempre a mano. Ella se sentía inspirada, y desde ahí se fue inclinando por lo artístico.

“No sé en qué momento exactamente fue. Pero siento que siempre supe cuál iba a ser mi vocación, estaba relacionada con la construcción, con crear algo, quería crearlo yo con mis manos. Cuando me tocó elegir la universidad, con las buenas notas con las que salí del colegio, apliqué a una beca y empecé mis estudios en Arquitectura”. Estuvo dos años en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) y aprendió todas las bases para cualquier carrera que tuviera que ver con la construcción y los proyectos que quería desarrollar. Luego decidió estudiar Diseño de Interiores, lo que muchos llaman arquitectura de interior, porque le gustaban más los detalles y hacerlos ella.

“La gente confunde mucho la decoración con el diseño de interior, el decorador es alguien que tiene buen gusto, que puede combinar cojines con cuadros. Pero un diseñador de interiores maneja algo mucho más completo y ese aprendizaje que yo tuve sobre arquitectura me permite crear proyectos desde cero, desde un lienzo en blanco. Lo que nosotros estudiamos, aprendemos y hacemos es la parte funcional, no solo estética, que va de la mano, sino para que el espacio funcione en cuanto a medidas, sistemas sanitarios, agua, climatización, eléctrico, iluminación. Nos fijamos en que todo quepa en su lugar y que todo esté perfecto”.

Claudia Aguirre Fernández ahora también está en el lugar perfecto. Vive hace casi dos años en Ámsterdam (Países Bajos), en pleno centro histórico. Es una casa patrimonial, construida en el siglo XVI, donde vivió Cornelis Ketel, un pintor neerlandés especializado en retratos (Gouda, 1548 - Ámsterdam, 1616).

"Mi esposo me decía que buscáramos algo más moderno, pero yo quería ir a un sitio más histórico, quería vivir en un espacio donde, poco más, las paredes me hablaran. El centro histórico es como vivir en un cuento de hadas, en cualquier tiempo, están los canales. Mi época preferida es la primavera porque hay flores por todos lados, y los campos de tulipanes son como entrar en un arcoiris”.

Se casó el civil durante la pandemia (25 de julio de 2020) con Víctor Pinoargote y el eclesiástico en diciembre 2021. Después se presentó una oportunidad laboral para su esposo en la misma empresa donde ya trabajaba y decidieron embarcarse en el viaje. “Yo sí le dije: estamos jóvenes, no tenemos hijos, vámonos, porque para mí también era una gran oportunidad para estar en constante formación, poder meterme en cursos, explorar acá. Europa tiene museos vivientes y los recorro todos. Para una persona que está en el ámbito creativo y artístico viajar es una oportunidad para aprender, y me meto en todos los cursos posibles, hago artes plásticas, estoy aprendiendo carpintería y en un taller para hacer lámparas Tiffany, como las que pusimos en el restaurante Jaleo. Puedo tomar un tren, por 30 euros, y en tres horas estoy en París, y si hay una feria en Berlín me voy…”.

También puede tomar un vuelo y en 12 horas atravesar los 9.841 kilómetros que distancian a Ámsterdam de Guayaquil para ponerse un casco y trabajar en los proyectos de su empresa, CAF Interiorismo, creada hace un año. En junio de 2023 estuvo en el país para concretar el restaurante Jaleo, la nueva propuesta gastronómica del hotel TRYP By Wyndham Guayaquil. Tiene una oferta de platos mediterráneos y un estilo de diseño inspirado en el art nouveau, donde se muestran formas complejas, orgánicas y naturaleza. Todo el mobiliario fue diseñado exclusivamente para el sitio y muchas piezas fueron trabajadas a mano, como las lámparas Tiffany. El hotel invirtió US$ 500.000 en el diseño y montaje del sitio que Claudia transformó, de un área de piscina y parasoles, en un ambiente acogedor y único.

Comenzó muy jovencita a hacer proyectos como freelance, cuando tenía 20 años. También se fue a estudiar a Australia, en 2010, en Griffith University, y en España, en 2012, en la universidad privada Cardenal Herrera. Su primera empresa se llamaba Ecarte, la creó en 2014 y la cerró en diciembre de 2022 para fundar la nueva marca que lleva las iniciales de su nombre y opera desde Ámsterdam. Había tenido un socio, quien se encargaba de los asuntos administrativos y ella de los proyectos, pero estaba decidida en emprender sola. Tenía la experiencia a cuestas de más de 400 proyectos ejecutados en Guayaquil.

En el último año también remodeló Magnolia rooftop del Wyndham Garden, en Guayaquil, y diseñó desde cero Pagoda, una propuesta de estilo asiático. Actualmente trabaja en el proyecto de un hotel de perros en Ecuador, con todas las comodidades para las mascotas, una casa cultural y un hotelero. Pero también está haciendo proyectos de remodelaciones de hoteles normales en Ámsterdam y atiende otros proyectos que “están en el horno”, en Países Bajos y en España.

¿Cómo arrancó su carrera de diseñadora de interiores? 

Empecé a hacer proyectos como freelance y luego tuve una sociedad. Yo me encargaba de la parte del diseño y mi socio estaba a cargo de la parte administrativa. Estuve aproximadamente 12 años con esta empresa que se llamaba Ecarte, fue maravilloso como emprendedores. Atravesamos por pandemias, por problemas políticos y un sinnúmero de cosas que te la ponen difícil. Pero durante ese tiempo creo que fue la mejor formación que pude haber tenido, porque tenía proyectos reales, clientes reales y situaciones reales. Me encargaba de hacer los proyectos desde cero, desde conseguir los maestros hasta más adelante desarrollar mi propio taller. Terminamos la sociedad por diferencias en el camino y, como me venía a Ámsterdam, decidí tener mi nueva empresa con mi nombre personal como marca.

¿Cómo ha sido emprender con una nueva marca? 

Tuve más de 400 proyectos con la empresa anterior, luego cuando abrí la nueva firma empecé con poquito. Antes de constituirla incluso, en agosto de 2022, fui a Ecuador a hacer ciertos proyectos pequeños de remodelación, porque iba por tres semanas a un mes. Fue justo en ese momento cuando dije 'la vida me pone a prueba'. Obviamente me dolió cerrar mi empresa anterior. Fue como un cambio radical de decir esto 'lo formé desde pequeña y lo fui sacando adelante', hice un nombre y luego me tocó cerrarla. Pero se me abrieron nuevas puertas, en diciembre saqué el RUC y en enero ya estaba construyendo el restaurante Jaleo. Compré las camisetas, les puse los logotipos, la experiencia ya la tenía, y el equipo de trabajo lo fui conformando con personas con las que ya había trabajado antes y con quienes tenía una muy buena relación laboral. Entonces, armé mi equipo, esta vez fuimos todas mujeres, fue de la noche a la mañana que constituí la empresa, cogí un avión y me fui a Guayaquil. Las cosas se dieron maravillosamente y me tocó hacer un proyecto en época de lluvias muy fuertes en Guayaquil, se nos inundaba la obra y tuve que adaptarme también.

¿Cuáles fueron los principales proyectos de los 400 que hizo antes? 

Tengo dos servicios, uno es entregar el proyecto digital, planos, 3D, las imágenes renders, cuadro de acabado, medidas, los colores y una proforma. El otro servicio es si la persona quiere construirlo con mi equipo, y hay algún tipo de beneficio económico para mis clientes si es que hacen todo el paquete con nosotros. De todas maneras, como soy la que tiene la propiedad intelectual sobre el diseño, quiero que la ejecución quede igual como la diseño. Entonces, debo entregar los proyectos completos. Tengo experiencia haciendo proyectos para emprendedores en Guayarte, que querían hacer su contenedor para vender galletas, y ahora ya tienen cinco o seis locales grandes en Guayaquil. Ese tipo de clientes a los que uno ve crecer también son satisfactorios, porque es como acompañar a clientes en su desarrollo como marca y después te contratan para hacer locales más grandes. Recuerdo a La Pizarra, su primer restaurante lo hicimos con mesas de palets y con lo que encontramos porque tenía presupuesto bajo, pero queríamos que empezaran y los apoyamos. Luego consiguieron una sociedad y nos llevaron a construir en Plaza Lagos el primer local, eso fue como una gran carta de presentación y un empujón para nosotros, después hicimos unos cinco locales en Plaza Lagos y proyectos más grandes.

¿Cuáles han sido los principales retos de emprender? 

Al haber tenido la oportunidad de ser emprendedora, empezar un negocio sin haber trabajado para nadie antes, ya que no había tenido un jefe, me tocó aprender a ser jefe, a ser abogado, a manejar recursos humanos, a hacer marketing, ser obrera, me tocaba hacer desalojos, me tocaba amanecerme haciendo residencia de obra, sacando las cuentas. Con el tiempo crecimos y cada vez mejoramos los procesos y subcontratamos profesionales. Y ahora que empecé mi nueva marca, no quiere decir que no me equivoqué, pero ya no me equivoco en lo mismo. Tengo esta escuela que me enseñó y me dijo no arranques una empresa nueva sin haber hecho esto, esto y esto, perfecto, desde el principio, porque después no vas a tener tiempo, no lo vas a hacer y se complica. Entonces, siento que es como una etapa más madura para mí en el tema laboral, tengo mucha más experiencia, más conocimiento y contactos, y poder viajar me permite estar en constante aprendizaje. 

Ahora se equivoca ya en cosas nuevas, no va a repetir los mismos errores. 

Así es, cuando contrato a chicas que me ayuden en los proyectos, que son las residentes o diseñadoras, porque siempre necesitas un equipo, trato de enseñarles lo que más pueda, porque creo que mientras más compartes información mejora la gente con la que trabajas, y hay chicas que salen felices con lo aprendido. Para mí también, no haber tenido un mentor me ponía presión sobre mí misma en tratar de ser la mejor versión posible de ese jefe para alguien más y creo que a través de compartir mis conocimientos era la mejor manera. 

¿Cuáles son los estilos que maneja en la arquitectura de interior? 

En realidad siempre digo que voy un poquito en contra de tener un estilo como tal, me gusta explorar y poder hacer que cada proyecto tenga su esencia, que tenga su personalidad. Entonces, más que un estilo, lo que trato de hacer, y en lo que me enfoco con mis clientes, es en revisar qué tipo de negocio, por ejemplo en el ámbito comercial, es lo que busca, para explorar. Lo que hago es primero guiar a mi cliente, hacer un pequeño estudio de marketing y revisar cuál es la competencia, qué hay en el mercado, qué quisieras y en qué te puedes destacar; luego el estilo, que ya es la parte más estética después de ver lo funcional. Trato siempre de hacer algo único, que les dé identidad, y eso me caracteriza. Pasa con muchos diseñadores, por ejemplo Adriana Hoyos, que es un referente en el país: uno ve cierta sala y sabe que es Adriana Hoyos porque tiene su silla, tiene su marca. Pero a mí me gusta hacer proyectos distintos, explorar estilos, me gusta cambiar porque también se aprende de lo que se va haciendo.

En los últimos proyectos, ¿cuáles fueron los estilos? 

En el proyecto del restaurante Jaleo hice algo más como estilo art nouveau, y hace unos meses también diseñé un local con una temática asiática. También he hecho cosas modernas y vintage, y lo que me gusta es que así cada local tiene su identidad. Entonces, más que un estilo es la personalidad que le puedes dar, igual funciona en la parte residencial. A mí me gusta que cada lugar que hago tenga aunque sea una cosa hecha a mano, diseñada exclusivamente para ese espacio, porque pienso que es como parte de la identidad del propio local. Entonces, por ejemplo, en Jaleo los mosaicos de los pisos los mandamos a hacer a mano, las lámparas Tiffany también. Hago muchas cosas que son mis diseños. El cliente no se fija tanto en los detalles, más bien ve las fotos y luego, cuando está en el lugar, relaciona las texturas, los colores y se vuelve parte de la identidad de cada marca, por eso me gusta explorar y darle una personalidad única a cada espacio.

¿Cuánto pesan las tendencias de moda al momento de diseñar? 

Pienso que uno tiene que ser fiel a la identidad de una marca o si es para tu casa también, es lo que te representa, tus ideales, tu religión, tus visiones. Me fijo más en hacer detalles y cosas únicas que en el estilo porque pasa de moda y a veces uno tiene que pensar que un local comercial tiene un tiempo de vida. También la gente es muy novelera, sobre todo en Guayaquil, y quiere ir al lugar nuevo, al que vio en las redes sociales, pero trato siempre de comunicar a mis clientes que no deben ir por esa rama. Por ejemplo, cuántas veces me han dicho quiero la pared instagrameable y con el logotipo de neón. Sí es muy lindo, pero de verdad quieres ser uno más que tenga el mismo logo de neón, o buscamos otra alternativa, porque a veces me dan ganas de decir métete en Pinterest, ves algo y lo mandas a hacer. Yo digo déjenme explorar algo hecho para ustedes, que sea único, y hay muchos clientes que entienden y se dejan llevar. Pero a veces creo que es más como por el miedo, que quieren que sea como el de acá. Cuando hicimos La Pizarra, en Plaza Lagos, tuve clientes que me venían a buscar a pedirme algo igualito.

¿Usted no es Pinterest? 

Para mí Pinterest es una herramienta muy valiosa para la parte visual porque en ocasiones los clientes no entienden y quieren ver en 3D, cómo se ve la combinación de la alfombra con la mesa y el mueble. Sirve para hacer collages que les puedan dar una idea un poco más real de cómo va a quedar o hacia qué lado está yendo el diseñador.

¿Por qué hizo todo a mano en Jaleo, como las lámparas Tiffany? 

Las cosas en las que yo más me caracterizo es en ese diferenciador, en atender los detalles y hacer las cosas personalizadas. A veces mi mamá me dice: '¿Pero por qué te complicas?'. No es que lo van a hacer a la primera perfecta, a veces cuesta más, hay que hacer un modelo, hay que hacer borrón y cuenta nueva, salió mal o se gasta más en el prototipo, pero se obtienen resultados distintos. Entonces, tengo muchísimos contactos, por varios años que he estado trabajando en esto conozco mucha gente que es ebanista, artista en vidrios, de toda actividad. Cada vez que yo necesito hacer algo trato de buscar a los diferentes artesanos del país, que para mí son artistas, a quienes trato de expresarles qué es lo que yo necesito hacer. Lo hago con 3D, en un dibujo, me voy a buscarlo y lo hago con ellos. A mí me gusta hacer las cosas con las manos, por eso me meto en cursos para aprender, tal vez no tengo el tiempo de ponerme a hacer todos los mosaicos del piso, pero el hecho de saber hacerlo me brinda la oportunidad para crear algo y poder guiar también a los artesanos. (I)

* El artículo original fue publicado en la edición impresa No. 14 de octubre de 2023. 

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