El creativo quiteño que es parte de la élite publicitaria europea
Daniel Rosero es supervisor creativo en LLYC, una firma global de comunicación que facturó 93,1 millones de euros en 2024. Su enfoque lo llevó a ser el primer ecuatoriano y el único en llevarse el Future Lions para Brother Barcelona y a construir campañas que desafían el statu quo.

Daniel Rosero tiene 34 años, nació en Quito en una familia ajena al mundo de la creatividad. Fue un niño que creció con mucha curiosidad. Su forma de ver su entorno —siempre buscando nuevas maneras de hacer las cosas— se convirtió en su compás. Aunque sus padres esperaban un futuro más convencional para él, lo apoyaron cuando eligió el camino de la publicidad. Y lo hizo sin dudar.

Estudió en la Universidad de Las Américas (UDLA). Desde sus primeros años universitarios no quiso esperar hasta graduarse para entrar en acción. Cambió sus clases a la noche y comenzó sus primeras prácticas en la capital ecuatoriana.

El gran salto llegó con su ingreso a Publicis, una multinacional donde trabajó con marcas globales como Nestlé. Este paso confirmó que su talento podía medirse en otros terrenos. Luego vino Punto 99, una agencia independiente del Grupo KFC. Allí también aprendió a vender ideas, a presentar propuestas de alto impacto y a asumir responsabilidades. "Presentar directamente con el cliente y que tengan la confianza de que puedo resolver y que soy capaz de presentar una campaña, venderla y volver, no con 1.000 cambios, sino con una propuesta vendida". 

Una de las que más recuerda de su trayectoria en Ecuador fue la del Banco Internacional. Este quiteño formó parte del equipo creativo que lideró el cambio de imagen por los 40 años de la institución financiera, con el rediseño del logotipo y un nuevo concepto estratégico que aún perdura. Su aporte —dice— fue la frescura. Esa mirada joven, enérgica y dispuesta a romper esquemas. 

Ganó una beca internacional en el concurso Fice (Festival Iberoamérica de Creatividad), con una pieza gráfica que motivaba a los jóvenes a no dejar de estudiar. El premio fue un curso de verano en dirección de arte en el Instituto Europeo de Diseño (IED) en Barcelona. Ese viaje lo cambió todo. En el vuelo de regreso, se dio cuenta de que su verdadera fortaleza estaba en la conceptualización. "Quiero escribir". En la agencia pidió cambiar de rol y se fue por la redacción creativa. Así empezó una nueva etapa en la que la palabra se volvió su mejor herramienta.

En 2017, este ecuatoriano decidió regresar a España, esta vez para quedarse. Se matriculó en Brother Barcelona, una escuela de creatividad argentina con presencia global. Iba por ocho meses, pero este septiembre cumplirá ocho años fuera del país. ¿Qué lo hizo quedarse? Una convicción personal y valerse por sí mismo. Se prometió no pedir ayuda económica a sus padres y, fiel a su palabra, buscó estabilidad desde que llegó. Para él, la chispa de los festivales de publicidad son su gasolina creativa. 

En ese contexto, en 2021, el concurso Future Lions, fundado por AKQA junto al Cannes Lions International Festival of Creativity, celebró su edición número 15 con un brief real en colaboración con LEGO Group, enfocado en cómo el juego puede ser una herramienta para "reconstruir el mundo".

El desafío era imaginar ideas innovadoras que no habrían sido posibles hace 20 años. Hubo 2.380 postulaciones, 525 escuelas y 87 países representados. Solo se otorgó un Grand Prix.

Los equipos ganadores fueron seleccionados por LEGO y los organizadores. Entre ellos estuvo este ecuatoriano, quien se inspiró en los efectos del confinamiento en los niños y buscó motivarlos a reconectarse con el exterior. Todo esto ocurrió, en medio de un periodo difícil para él y su familia. Su padre se contagió de Covid-19 y estuvo hospitalizado por un largo tiempo. Daniel viajó a Ecuador para acompañarlo y,  mientras estaba en el país y contra todo pronóstico, se convirtió en el primer alumno en la historia de Brother en ganar el premio, lo que además llevó a la institución a ser nominada como la mejor escuela creativa del planeta ese año. 

Daniel Rosero en Cannes, en Francia. Foto: cortesía. 

Participó —y ganó— en varios concursos del Club de Creativos de España, lo que le abrió las puertas a un tour por cinco agencias de alto nivel. En lugar de tomar una pasantía, como el premio sugería, un profesor lo llamó y le ofreció un puesto fijo. Así, sin buscarlo del todo, Daniel se abrió camino en el competitivo ecosistema publicitario europeo, esta vez como profesional para volver a empezar. Nadie lo conocía, su portafolio era bueno pero estaba pensado para un mercado latinoamericano. "Las ideas son universales, pero había que ajustarlas".

Más adelante, ingresó a Snoop, donde trabajó para el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya. Allí, se ganó la confianza de sus jefes por lo que también consiguió regularizar su situación migratoria a través de ellos. En ese lugar se quedó alrededor de dos años y un poco más.

Hace tres años, este ecuatoriano apostó por un nuevo reto en el grupo LLYC (Llorente y Cuenca), una de las consultoras más relevantes de comunicación, marketing digital y asuntos públicos en Iberoamérica. Con operaciones en 13 países y 28 centros de talento, LLYC registró € 93,1 millones en ingresos operacionales en 2024 y una inversión anual de € 1 millón en I+D+i en el período 2023-2025. La firma  tiene 75 premios y reconocimientos a escala global y está entre las 35 compañías más importantes del sector globalmente, según el ranking de PRWeek.

Dentro del ecosistema LLYC, este Under 40 forma parte de Brand & Ad, el pequeño pero potente departamento de publicidad. Ocupa el cargo como supervisor creativo desde el 2024. Aunque el equipo, entre Madrid y Barcelona, está conformado por 12 personas, su impacto es desproporcionado. "Somos pocos, pero lo que hacemos es gigante (...) pareciera que fuéramos 100". Lideran proyectos para marcas como Repsol, entre muchas otras. A pesar de que la célula creativa se enfoca principalmente en Iberia (España y Portugal), Daniel trabaja también con oficinas en Colombia, México y Portugal. 

Ingresó como redactor senior y, gracias a una estructura meritocrática, fue promovido tras cumplir objetivos y evaluaciones de desempeño. Aunque lidera directamente a dos personas, la estructura es totalmente horizontal. "Trabajamos todos como si estuviéramos en la misma mesa". En los proyectos grandes, como las campañas internacionales, todos los perfiles aportan desde la estrategia hasta la ejecución. 

Cuando se le pregunta a quién le agradece estar donde está, Daniel no duda: "A mí mismo". No desde la vanidad, sino desde la conciencia de resistir en una profesión donde la norma es el "no". Porque en el mundo de las ideas —donde el tiempo nunca alcanza, el presupuesto siempre escasea y las puertas se cierran— hace falta algo más que talento, hace falta coraje. Así define su carrera, no como una carrera de velocidad, sino de resistencia. Una en la que se necesita estar preparado para insistir hasta que el sí aparezca. Aunque toque empezar de cero. Aunque la hoja esté en blanco. Aunque todos te digan que no. (I)