Pedro Maldonado Ordóñez Editor
Hablar español en Estados Unidos le abrió las puertas a Daniela Páez Salgado. Esta abogada ecuatoriana de 36 años y especializada en litigios y arbitraje internacional, recuerda que su primer gran caso fue en la defensa de Costa Rica tras una demanda de un inversionista estadounidense.
Ella recién empezaba su carrera en el bufet HSF Kramer, en las oficinas de Nueva York, aunque ya tenía experiencia al respecto. De paso por Ecuador, en una entrevista en la redacción de Forbes, cuenta que la firma legal necesitaba un abogado que hablara castellano. "Todo estaba en español: el expediente judicial, los documentos, las declaraciones testimoniales, etc."
Páez hace memoria, se emociona y recuerda que se trataba de un inversionista extranjero americano que trató de desarrollar un proyecto hotelero, pero por razones ambientales el proyecto fue cancelado. Entonces, agrega, el empresario demandó al Estado de Costa Rica. Luego de un proceso de tres años, Páez y el equipo de HSF Kramer ganaron el caso. Era el inicio de una carrera que empezó en Ecuador cuando esta abogada empezó a trabajar en el estudio jurídico Pérez Bustamante & Ponce.
Allí confirmó que el litigio, una de las áreas del Derecho que aprendió en la Universidad San Francisco de Quito, era su camino, un camino que le ha llevado a trabajar en casos emblemáticos de sectores como el petrolero o el minero. Páez se reserva algunos nombres, pero cuenta con detalle cómo se armaron y desarrollaron los casos, que duraban años. "Eran procesos muy agresivos que se ventilaron en cortes de Nueva York".
Empezaba a dejar huella en HSF Kramer. Este bufet surgió hace casi un año tras la fusión de Herbert Smith Freehills y Kramer Levin. Según su portal web es una de las 20 principales firmas legales a escala mundial, con más de US$ 2.000 millones de facturación y un equipo de más de 2.700 abogados, incluyendo 640 socios (Páez es una) repartidos en 25 oficinas.
La quiteña reconoce que trabajar en una firma de abogados de Nueva York es muy demandante. "No es para todo el mundo, requiere mucho sacrificio personal. Pero al mismo tiempo es muy interesante trabajar en casos como el de Costa Rica, defendiendo los intereses de un estado soberano". Añade que la Ley de Nueva York, los abogados y las cortes de Nueva York son muy ortodoxas y eso genera una experiencia bastante particular en temas de arbitraje internacional.
Para llegar a estas instancias de su vida profesional, Páez marcó varios hitos. Ella no viene de una familia de abogados, pero se inclinó por el mundo de las leyes porque sintió que su papá fue un abogado frustrado. Con estudios en la USFQ, esta ecuatoriana se vinculó a Pérez Bustamante & Ponce, donde trabajó dos años hasta que pudo estudiar en una de las universidades más prestigiosas del planeta. Obtuvo una Maestría en Derecho en la Facultad de Derecho de Harvard en 2015, donde se desempeñó como Editor de Envíos para el Harvard International Law Journal.
Su perfil Linkedin dice que entre 2019 y 2020, fue reconocida como Estrella en Ascenso en la categoría de Arbitraje Internacional por The Legal 500 Latin America y recibió el Premio Disputas del Año por el caso de Costa Rica. Su presentación en la red social termina con una declaración: "Estoy habilitada para ejercer la abogacía en Ecuador y el Estado de Nueva York".
¿Por qué se inclinó por el litigio? "Es mucho argumento verbal y escrito, porque cuando contestas un escrito tienes que dejar clara tu posición y decir por qué que lo que dice la otra parte es incorrecto en base a fuentes, jurisprudencia, los hechos del caso, el expediente...".
Casada con un estadounidense, recuerda que para abrirse campo una de sus estrategias fue hacer networking por medio de correos electrónicos. Ríe y cuenta que a los 25 años se contactó con HSF Kramer. "Las entrevistas fueron muy exigentes y la clave fue tener confianza y los conocimientos sólidos". El proceso llegó a su punto clave cuando recibió una oferta en agosto de 2015. Aceptó y ya lleva más de una década en la firma.
Las oficinas están cerca de Times Square y la jornada arranca cerca de las 09:30. "En las oficinas nos aislamos de toda la locura de Nueva York. Reviso correos que me llegan desde las oficinas de Londres o París". Detalla que puede empezar el día con 40 o 50 mails en la bandeja de entrada, "pero lo más importante es ver si es que hay algún mail de un cliente solicitando algo y eso siempre tiene prioridad, la idea es que seamos lo más sensibles y responsables. Tenemos que ser lo más rápido en la respuesta y en la capacidad de reaccionar".
Los números de las grandes firmas de abogados dejan ver el desafío que representa esta profesión en una metrópoli como Nueva York. El portal digital Expansión sostiene que el salario base inicial de un abogado socio en una de las Big Law de Nueva York ronda los US$ 225.000 anuales, según datos de la última encuesta laboral de la Asociación Nacional de Empleo de Abogados (NALP, por sus siglas en inglés).
Una década después, el salario se multiplica por dos, hasta rondar los US$ 450.000, asegura Expansión. Allí, en medio de las grandes firmas legales Páez mantiene su enfoque en el mundo de las leyes. (I)