La paradoja de la resiliencia laboral: por qué insistir en resistir puede llevarte directo al burnout
Jason Walker PsyD, PhD
Jason Walker PsyD, PhD
Seamos honestos: decirles a los empleados que "sean más resilientes" y que "simplemente trabajen para superarlo" es ejercer el liderazgo en piloto automático. Hoy, el agotamiento en las empresas es moneda corriente. La gente trabaja demasiado, cobra poco y la rotación laboral no para de crecer. Muchos empleados temen que la inteligencia artificial les saque el puesto y los "domingos de terror" ya son parte del calendario.
Entonces, ¿por qué las empresas siguen exigiendo más resiliencia? La resiliencia se transformó en una nueva forma de manipulación corporativa. Se usa para trasladar la responsabilidad de un sistema disfuncional a personas que están agotadas y que entregan todo a cambio de casi nada.
El mantra de la recuperación no solo quedó viejo, también hace daño. Aquí te contamos por qué.
La Organización Mundial de la Salud define el síndrome de burnout como "un síndrome resultante del estrés laboral crónico que no se gestionó con éxito". En otras palabras, este fenómeno refleja un liderazgo pobre, no una mentalidad frágil.
Una investigación de Stanford muestra que cuando las exigencias laborales son altas, el control es escaso y los recursos, mínimos, el resultado es agotamiento, cinismo y una pérdida de seguridad psicológica. Y eso ocurre más allá de cuán resiliente sea la persona.
Cuando el mismo patrón aparece en todos los equipos, el problema no pasa por una falta de voluntad ni de coraje psicológico. Es una falla en el diseño organizacional. Y se puede resolver.
Cada vez más empresas incorporan programas de resiliencia. Con eso, los departamentos de recursos humanos tildan varias casillas a la vez. Estos programas parecen estar bien pensados y dar una imagen progresista. El problema es que la capacitación en resiliencia no arregla sistemas que ya están rotos. Es como poner una curita en una herida profunda: no sirve.

Distintos estudios muestran que, si bien la resiliencia puede ayudar en entornos de bajo estrés, pierde sentido y hasta puede ser dañina cuando las cargas de trabajo son excesivas y el ambiente laboral se vuelve tóxico. Investigaciones recientes también señalan que cuando los líderes dicen que sus empleados no tienen "dureza", en realidad están ocultando la falta de cambios estructurales, de integridad y de sostenibilidad.
Cuando las personas trabajan dentro de sistemas estructuralmente rígidos, la salida no es pedirles más resiliencia, sino pensar en transformarlos.
Porque no hay clase de yoga que aguante una semana laboral de 70 horas.
La verdadera prevención no sale de una app de bienestar ni de una charla motivacional en una reunión general cargada de frases hechas y vacía de detalles. Requiere que las organizaciones cambien la forma en que trabajan.
Lo que sí está claro es que el agotamiento nace de la desconexión entre lo que se exige y los recursos que hay para responder. McKinsey, que estudió a fondo este tema, concluyó que si bien el agotamiento puede sentirse a nivel personal, tiene raíces mucho más profundas en la estructura misma de las empresas.
Entonces, ¿qué ayuda? Cargas de trabajo sostenibles, autonomía, roles claros y un entorno con seguridad psicológica.
Los líderes tienen que entender que hacer pedidos imposibles, sin dar los recursos ni la capacidad para cumplirlos, solo alimenta un ambiente de trabajo tóxico. Y eso está destruyendo el negocio. Lo que hace falta, y lo que ya practican las organizaciones que entienden el impacto del trauma, es que los líderes escuchen, actúen y cuiden. No que repitan el viejo lema de "trabajar más inteligentemente, no más duro". Las mejores empresas no entrenan a su gente para soportar el caos ni para "vivir con la locura". Están rediseñando los sistemas que lo generan.
Deja de decir: "Tengo todo bajo control".
Empieza a decir: "Te respaldamos y tenemos trabajo por hacer".

Deja de decir: "Sé resiliente".
Empecemos a decir: "Construyamos un lugar de trabajo que no destruya a la gente".
El liderazgo no tiene que ver con poner a prueba la resistencia ni con pedir que se trabaje durante el tiempo libre porque faltan recursos. Se trata de crear sistemas y entornos donde las personas no necesiten recuperarse del trabajo cada fin de semana.
Aun así, en muchas empresas vas a ver empleados online o en la oficina un domingo para "ponerse al día" o "prepararse" para la semana. Esa es una señal clara de que el sistema está fallando por completo.
La etapa de la retórica sobre la resiliencia ya terminó. No funciona.
Lo que viene en materia de liderazgo no tiene que ver con recuperarse, sino con construir lugares de trabajo que, desde el principio, no destruyan a las personas.
*Con información de Forbes US.