Lo que los emprendedores pueden aprender del ascenso de Sam Altman en OpenAI
Aytekin Tank Colaborador
Aytekin Tank Colaborador
Paul Graham, cofundador de Y Combinator, dijo una vez sobre Sam Altman, CEO de OpenAI: "Podrías lanzarlo en paracaídas a una isla llena de caníbales y regresar en cinco años y sería el rey". Con 40 años y una fortuna multimillonaria, Altman parece tener el liderazgo en la sangre.
Es conocido por su carisma natural. Según trascendió, convenció al director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, para trabajar juntos mientras charlaban en una escalera. Un año después, OpenAI consiguió una inversión de US$ 1.000 millones. El director de su escuela secundaria en St. Louis también lo definió como un erudito, con una "comprensión intuitiva de sistemas complejos".
Su logro más importante fue convertir la inteligencia artificial —y especialmente ChatGPT— en un nombre familiar, que modificó la manera en que las personas buscan información y se comunican. A medida que la IA gana terreno y se vuelve parte de la rutina diaria, hay mucho por observar en el camino que recorrió Altman. Estas son cinco lecciones de liderazgo que deja su historia al frente de OpenAI.
Para un emprendedor, seguir los pasos de casos de éxito comprobados puede tener sentido. Como un chef que improvisa sobre una receta clásica, uno puede respetar el guion e incorporar algunos toques propios. Pero Sam Altman prefiere romper por completo con cualquier molde.
"Las cosas difíciles son en realidad más fáciles que las fáciles", comentó una vez. "Como la gente lo encuentra interesante, quieren ayudar. ¿Otra aplicación móvil? Te miran con malos ojos. ¿Una empresa de cohetes? Todos quieren ir al espacio", agregó.
Cuando se crea algo realmente nuevo, las personas quieren ser parte. Hay un entusiasmo genuino y una energía que se genera sola. El mayor logro de Altman hasta ahora, ChatGPT, es un ejemplo claro: cambió por completo la manera de pensar la inteligencia artificial. Antes, la IA remitía a robots de ciencia ficción. Hoy, es la herramienta que un padre usa para hacer la lista del supermercado mientras vuelve del trabajo. Desde el inicio, Altman eligió el desafío más complejo que tenía la tecnología. Apostó fuerte y acertó. Su decisión no solo impulsó una industria, también modificó la cultura alrededor de ella.
La moraleja es que no hay que rehuir lo desconocido ni lo improbable.
Abandonar la universidad se volvió casi un cliché en Silicon Valley. Mark Zuckerberg, Elizabeth Holmes y Sam Altman integran ese grupo. En el caso de Altman, estudió informática en Stanford durante dos años, hasta que dejó la carrera para dedicarse de lleno a Loopt, una app que les mostraba a tus amigos dónde estabas.
Esto no es una invitación a dejar la universidad. La enseñanza de fondo tiene que ver con la falacia del costo hundido. Si sentís que existe una mejor oportunidad, desconfiá de seguir adelante solo porque ya invertiste tiempo o recursos. Si dejar una empresa —o cambiar de dirección— se alinea mejor con tus objetivos y tu visión a largo plazo, vale más cortar por lo sano y avanzar.

Tener claras las metas, tanto a corto como a largo plazo, es una práctica que vale la pena. Una vez por mes, abro una nota y escribo lo que quiero lograr. Es un ejercicio que me permite salir del ritmo automático del trabajo y enfocarme en lo que realmente importa: aquello que puede generar un impacto real para mí y para mi empresa.
Altman también le da prioridad a esta costumbre. Según un perfil publicado en The New Yorker en 2016, cada año arma una lista con sus objetivos y la revisa cada pocas semanas. No se limita a cuestiones laborales; también incluye desafíos físicos, como recorrer 160 kilómetros en bicicleta por semana.
Actualizar de forma constante tus metas personales y profesionales funciona como una brújula. La clave no está en la productividad, sino en mantener el foco. Como dijo Altman: "La mayoría de la gente hace demasiadas cosas. Hacé pocas cosas sin descanso".
"No se preocupen por la competencia hasta que les gane en el mercado", les señaló Altman a los fundadores de Elucify. "La competencia es uno de los últimos monstruos que acechan sus sueños", agregó.
Como CEO de una empresa que tuvo que enfrentar a gigantes como Google, Altman sabe bien de qué habla. Poner el foco en los rivales te puede hacer perder de vista lo más importante: escuchar a tus usuarios y trabajar en el mejor producto posible.
Los clientes —y quienes podrían serlo— son las personas que realmente importan. Prestar atención a lo que dicen en redes sociales, leer sus reseñas o pedirles devoluciones de manera directa ayuda a entender cómo mejorar. Mirar demasiado a la competencia puede llevarte a desarrollar algo que ni siquiera le interesa a tu audiencia.
La clave está en mirar al cliente, no al costado.
La carrera de Altman deja una enseñanza que conviene repetir: no hay que rendirse antes de tiempo. Fue despedido de OpenAI y volvió al cargo pocos días después, una muestra clara de lo rápido que puede cambiar el escenario.
El futuro no se puede anticipar con certeza. Tampoco es posible controlar cómo reaccionarán los demás ante vos o tu trabajo. Lo que sí está en tus manos es sostener tus convicciones y atravesar las dificultades con resiliencia.
Nota publicada por Forbes US