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Miguel Ortiz Quito - Ecuador
Liderazgo
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Visas, permisos de trabajo, permisos de estadía, nacionalidades; son algunos de los trámites que el ecuatoriano Miguel Ortiz realiza para la empresa internacional Envoy Global. Músico, emprendedor y apasionado con la fotografía. Aquí un recuento de su historia.

06 Febrero de 2024 09.27

Por casualidades de la vida pudo visitar el país a finales de enero. Fue un viaje relámpago que nos permitió tenerlo en nuestras oficinas y capturarlo a través de nuestro lente. Miguel Andrés Ortiz Haro nació en Quito hace 33 años. Actualmente, se desempeña como Gerente de Inmigración para Envoy Global, una empresa estadounidense que tiene presencia a escala mundial. Su lugar de operaciones está en Francia, un país que lo acogió hace 13 años. 

Siempre supo que su vida estaría en el extranjero. Su padre, desde pequeño, lo envió a Estados Unidos para aprender el idioma, indispensable para tener una vida de nómada. Acabó la secundaria en el Colegio Ecuatoriano-Suizo y ya tenía sembrado el “bichito” de salir del país. Buscó varias alternativas, pero nunca perdió la esperanza (a pesar de las negativas que recibió). Hasta encontrar la ayuda necesaria ingresó a estudiar Electrónica en la ESPE-Universidad de las Fuerzas Armadas. Hizo tres semestres y lo dejó para  incursionar en las Relaciones internacionales. 

En ese lapso también quiso irse a Taiwán porque recibió una beca para estudiar Ingeniería Nanoelectrónica y Microtecnología. Una confusión con su aplicación impidió que se fuera al continente asiático. La frustración no lo detuvo y se cambió a la Universidad de Las Américas para seguir Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Ahí comenzó a cambiar su vida. Estudiar francés le ayudó a tomar la decisión de aplicar a la Universidad Jean Moulin (Lion III), en Francia. Por fin había encontrado el camino y se graduó en 2013 de una doble licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas, con una mención en Relaciones Internacionales y Asuntos Exteriores. 

Su sueño era ser diplomático y cursó dos maestrías, pero la vida, nuevamente, lo alejó de la diplomacia por falta de pasantías. Para vivir, trabajaba en un hotel y tocaba música con un grupo de amigos. Fue una profesora quien lo llevó por el mundo de la migración profesional, muy poco desarrollado en ese entonces. Ni siquiera conocía qué era, entró por obligación y se quedó enganchado.

Llegó a un lugar que no estaba planeado…

Cuando empecé no quería estar ahí, no quería hacer inmigración profesional, pero fue la única pasantía que conseguí. Era muy difícil encontrar gente en esta área y me comenzaron a formar desde cero. Éramos solo tres personas en la consultora Itama, fuimos creciendo y me pusieron como responsable de equipo. No había mucha gente, sobre todo hombres, es un mundo más de mujeres. 

¿Quería oportunidades más grandes?

Sí. En 2019 ingresé a Fragomen, un estudio jurídico internacional que hace este tema. Fui consultor senior, en medio del Covid-19, en París. Estuve un tiempo y me cambié a otra empresa donde me contrataron como gerente para estructurar todo el departamento. Me tocó organizar muchas cosas, tuvimos un crecimiento significativo del equipo, pero mis ideas eran más grandes de lo que me permitían hacer. Nunca entendieron cómo funciona la inmigración y me puse algo propio.

¿Qué le llevó a emprender?

Trabajo nunca me faltó, gente con experiencia en este campo (perfiles senior) son difíciles de conseguir. Yo estaba cansado y quería tomarme un respiro. Una excompañera me contactó y me propuso crear una empresa (Oui Immigration) en 2022, con ella y su esposo. Al inicio funcionó muy bien, pero hubo un gran error en esa ecuación. Después de cinco meses me salí y abrí mi propia empresa, ImmigPro Consulting.

¿Fue más fácil recorrer este camino solo?

¡Fue hermoso! Nunca pensé que me iba a ir tan bien. Hice ventas de más 200.000 euros en los 18 primeros meses, con más de 100 casos realizados. Tuve muchos clientes como Amazon, Alibaba o General Electric, pero llegó una empresa y me dijo tenemos una vacante. Fue una decisión difícil porque me iba bien, pero no tenía vida. La propuesta no estaba mal, pude negociar muchas cosas como trabajar solo cuatro días. Así llegué a Envoy Global, una empresa de inmigración profesional que está presente en Estados Unidos, Singapur, Dubái, Francia y Londres. 

¿Cómo lo encontraron?

Este mundo es muy chiquito y tu nombre se riega como dinamita. Me llamaron de Londres y acepté. Dejé de tomar casos, pero me permitieron culminar los que tenía pendientes. Con mi empresa, estoy ahorita en una pausa.  

¿Qué es la inmigración profesional?

Normalmente trabajamos con multinacionales o empresas grandes que quieren enviar gente a Francia. Por ejemplo, Amazon quiere que su director de operaciones en Estados Unidos se mude a Francia por cuatro años. A mí me llaman y me preguntan qué tienen que hacer para que esta persona viaje, con toda su familia. Yo hago una estrategia de movilidad internacional, de acuerdo con sus necesidades: puede venir con este o aquel estatus migratorio y puede quedarse por este tiempo. Es una inmigración para gente que viene a trabajar, es una inmigración económica. Es todo para extranjeros que estén en Francia o que estén por llegar a este país. 

¿También atiende a clientes privados?

Sí, gente que quiere salir de un país para vivir en Francia. Les ayudo con los requisitos que necesitan, les hago su estrategia y les tramito todos sus papeles. Aquí les ayudo a definir su plan de vida y -muchos- buscan sacar su nacionalidad. Esto empezó porque todos estos papeles los saqué para mí. 

¿Qué es lo más difícil?

Pensar que en tus manos está el futuro de una persona y de su familia. Es una responsabilidad muy grande. Manejas información privada y sensible. Debes entender y ser empático.

¿Cuánto puede costar un trámite?

Un rango para un procedimiento estándar está entre 1.800 y 5.000 euros. (I)

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