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Karina Gao: del fenómeno digital a su primer restaurante

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Karina Gao abrió GĀO Restó, su restaurante en Belgrano, donde combina sabores tradicionales de la cocina china con un enfoque moderno y accesible. En diálogo con Forbes, cuenta sobre este proyecto, su vínculo con la gastronomía y cómo lleva su pasión digital al espacio físico.

Con más de 460.000 seguidores en Instagram, Karina Gao parece tener el algoritmo a su favor: cada receta, anécdota o consejo que comparte conecta con miles de seguidores. Pero más que suerte digital, lo que hay detrás es una fórmula muy propia: cercanía, autenticidad, humor y conocimiento de cocina. Una mezcla que la convirtió en una de las cocineras asiáticas más queridas del país.

Con esa misma fórmula, Gao decidió dar el salto del mundo digital al restaurante propio: GĀO Restó. Allí llevó sus recetas, su estilo y su vínculo con la audiencia, creando un espacio donde cada plato cuenta una historia y cada detalle refleja su personalidad.

Lo primero que sorprende al llegar a GĀO Restó, en Belgrano, es que no hay dragones, ni farolitos rojos ni clichés de "restaurante chino". La propuesta de Karina Gao está en otra sintonía: rescatar sabores de su infancia y ofrecer platos auténticos que ella misma disfrutaba, pero seleccionando recetas tradicionales que sabe que pueden gustar en Argentina.

Economista de profesión y cocinera autodidacta, durante años le preguntaban cuándo abriría su restaurante, pero ella sentía que aún no era el momento. Hoy, la oportunidad se dio de manera natural, con la seguridad de que lo que quería ofrecer reflejaba su esencia. Como en muchas historias emprendedoras, la posibilidad surgió casi por casualidad.

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Karina Gao, fundadora de GĀO Restó.

"Mis socios ya tenían una cadena de pastelerías francesas que yo admiraba mucho por su calidad y organización. Nunca imaginé que querrían abrir un restaurante chino, pero cuando los entrevisté para armar el plan de negocio de GĀO, surgió la posibilidad. Creo que los negocios funcionan cuando se construyen con personas, y en este caso nos encontramos en el momento justo: yo estoy lista para dar el paso, y ellos están abiertos a acompañarme".

En Argentina desde hace más de 30 años, Gao siempre tuvo un vínculo con la gastronomía. Cocinaba en casa porque no había tantos platos chinos disponibles, pedía recetas a sus "tíos" (como llamamos a los amigos de mi papá) y aprendió de ellos. Con el tiempo probó distintos proyectos (dulces en pandemia, comida congelada, hasta un bar con una amiga) y cada experiencia la preparó para encarar este proyecto con más madurez.

Después de tantos intentos y aprendizajes, ¿cuándo sentiste que tu camino era emprender con la cocina? 

Siempre lo quise, aunque mis viejos, sobre todo mi mamá, no estaban de acuerdo porque es un mundo muy sacrificado y ella quería una vida más tranquila para mí. Desde los 16 o 18 años ya soñaba con tener un restaurante, aunque las ideas de aquel momento no son las mismas que hoy. Fueron 15 años de intentos, fracasos y aprendizajes que me hicieron madurar. No fue un sueño lineal ni un plan fijo, sino un proceso lleno de experiencias que me prepararon. Tal vez no tanto desde lo gastronómico, pero sí en administración y procesos, algo que hoy aplico en GĀO y que me permite cosechar el fruto de todo ese camino.

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Siempre fuiste muy emprendedora, pero tener un restaurante es un salto de otra magnitud. ¿Cómo fue el proceso de decidir dar el paso y qué desafíos enfrentaste al hacerlo?

El proceso fue un poco caótico. Siempre digo que hubo dos grandes cocineros que me inspiraron: Narda Lepes y Ximena Sáenz. En un momento estuve a punto de abandonar la idea del restaurante, pero ver a Ximena abrir el suyo me motivó. Compartimos mucho en Cocineros Argentinos y hasta me invitó a un pop-up con su equipo. Ese evento fue el empujón final: pensé "si pude sacar adelante un pop-up de cocina china sin conocer nada de esa gastronomía y salió bien, entonces esto puede funcionar".

El mayor desafío fue la incertidumbre. Con mis socios nos tiramos a la pileta sin saber si había agua. Estuvimos un año y medio con la obra, diseñando una cocina diferente a lo habitual en un restaurante chino, inspirada en lo que vi en otros viajes y colegas que me abrieron sus puertas.

¿Sentís que hay prejuicios hacia los influencers cuando abren negocios? 

Sí, hay muchos prejuicios. Se piensa que los influencers no trabajamos, que solo estamos sacándonos fotos y boludeando con el celular. Y no es así. Yo llevo más de diez años en redes y recién en los últimos empezaron a reconocer que detrás hay un laburo real. El problema es que se confunde la palabra "influencer" con "celebrity". Para mí, un político o un orador también son influencers, porque en definitiva es alguien que genera impacto en otros. Pero cuando lo reducen a redes sociales parece algo superficial.

¿Cómo te llevás con el término "influencer"?

En lo personal, no me siento tan cómoda con esa etiqueta. Me parece fuerte decir que uno "influye" sobre otros, como si el otro fuera influenciable. Prefiero hablar de comunidad, porque lo que siento que armé es eso: una comunidad que confía en lo que comparto. Igual, claro que hay responsabilidad: lo que decimos y publicamos tiene un peso, y hay que hacerse cargo.

No "reinterpreto" la cocina china: no son versiones modificadas, sino platos con sabores tradicionales que elegí porque sé que pueden gustar acá. La cocina china es enorme, así que me veo más como una curadora que selecciona los platos más representativos y accesibles, sin perder autenticidad.

¿Cómo describirías la propuesta de GĀO? ¿Qué platos sentís que representan mejor tu historia personal?

Algo que nos distingue es que no llenamos la carta de arroces o fideos salteados: tenemos una sola versión de cada uno porque la idea es destacar otros platos que a mí me encantan, los mismos que pido en restaurantes chinos auténticos. Muchos tienen historia personal: las baby ribs son la receta de mi mamá y me recuerdan momentos de abundancia en mi infancia; el fideo con sal de samaní era lo que más comía de chica, casi a diario; y el pollo frito lo hacíamos en las kermeses del colegio chino para juntar plata. Cada plato tiene un pedacito de mi vida y, justamente por eso, son los que más disfruto compartir.

Otro de los diferenciales de la carta es la variedad de opciones con verduras. ¿Qué quisiste transmitir con estas elecciones? ¿Sentís que hay un público cada vez más "veggie"?

Sí, es una tendencia que crece mucho y nuestra idea es que las verduras sean protagonistas, no un acompañamiento para salir del paso. Argentina tiene una producción increíble y vale la pena ponerla en valor. Para mí es un gran desafío, pero logramos que muchos de nuestros platos vegetarianos sean de los más pedidos. La gente hoy busca comer más sano y consciente, pero sin resignar sabor ni textura; cada vez se le exige más a las verduras, y eso me encanta.

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"En otros proyectos me quedaba con la parte romántica: abrir, cocinar rico y pensar que los números se acomodaban solos", Karina Gao

¿Sentís que la audiencia que te sigue en redes encuentra en GĀO un "puente" más íntimo con vos, distinto al de las pantallas?

Sí, totalmente. Muchas veces entro al salón y la gente me sonríe o me saluda como si estuviera llegando a mi casa, y esa sensación es hermosa. Vienen de distintos lugares del país, incluso sabiendo que no siempre estoy, y eso lo vuelve un verdadero punto de encuentro, casi como una casa abierta.

Abrir un restaurante en Argentina no es fácil. ¿Qué fue lo más desafiante de este proyecto y qué aprendizajes te llevás? 

Abrir no es tan complicado, lo difícil es gerenciarlo. En otros proyectos me quedaba con la parte romántica: abrir, cocinar rico y pensar que los números se acomodaban solos. Pero en realidad es un negocio financiero: hay que controlar costos, porcentajes y administración. En estos meses aprendí más de gestión que en todos mis estudios previos. Lo más desafiante fue la paciencia, porque el proyecto tardó casi dos años en concretarse. Después, claro, está el día a día, pero lo bueno es que armamos un equipo hermoso y eso hace que todo sea más llevadero. Estos primeros meses deberían ser los más difíciles, y sin embargo los disfruté. Hubo sacrificio y exigencia, pero lo viví como un desafío que empuja a crecer.

¿Y hacia dónde va ese crecimiento? ¿Nuevos locales, productos o seguir ampliando la marca? 

Tenemos muchos proyectos, pero hoy el desafío es crecer de manera ordenada. El próximo paso será un nuevo local, nuestra prueba de fuego para ver si el proyecto es escalable. Paralelamente, trabajamos en delivery y productos para llevar. La gastronomía china ofrece un universo enorme y, paso a paso, buscamos expandirlo sin perder nuestra esencia.

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