Mario Idrovo tiene 37 años, es guayaquileño y es barista. Su camino hacia el café fue cualquier cosa menos lineal. Estudió negocios, luego leyes y finalmente se graduó como ingeniero civil por su abuelo y su padre, ambos vinculados a la construcción. Sin embargo, ese título nunca fue suficiente para llenar sus expectativas.
Su verdadera pasión llegó por accidente, cuando el café se cruzó en su vida y, con él, una certeza. "No sabía cómo ni cuándo ni dónde, pero supe que iba a hacer de esto mi carrera". Hoy, después de especializarse y obtener incluso una maestría en café, este emprendedor puede decir que lo logró.
La historia de Idrovo comenzó en medio de una situación familiar complicada. En 2009, cuando tenía 21 años, sus padres —en busca de una fuente de ingresos más estable— decidieron abrir una cafetería en Samborondón, Guayas. Este sitio se convirtió en una especie de laboratorio para él y asumió el reto de sacarla adelante casi sin conocimientos.
En una época en la que el café instantáneo dominaba el mercado ecuatoriano y las máquinas estaban en restaurantes, oficinas, en todos lados, este cafetero apostó por algo diferente. "No habían libros ni videos ni escuelas, todo era prueba y error". Empezó a experimentar con arte latte, cuando aún era un concepto casi desconocido en el país. Aunque no asegura que fue el primero en hacerlo, sí fue de los pioneros en atreverse a crear formas sobre la leche vaporizada. La familia decidió invertir en una máquina de espresso y un molino profesional. "La diferencia era evidente. Nosotros queríamos ofrecer algo que realmente supiera a café".
Mia Mia operó durante dos años, tiempo en el que este barista descubrió su vocación y empezó a entender la importancia de la técnica en la preparación. Su vida dio un giro cuando obtuvo una beca para estudiar ingeniería civil en Australia. Meses después, por el trabajo de su padre, su familia también tuvo que mudarse a Turquía. La decisión les obligó a cerrar el capítulo y vendieron la cafetería. Pero este no fue el final de su camino cafetero.
En Australia, Idrovo se encontró en una encrucijada personal y profesional. Trabajó medio tiempo como lavaplatos en una cocina. Luego asumió otras tareas y cocinaba gran parte del menú en un restaurante de la ciudad. Tuvo la oportunidad de trabajar como barista en ese mismo lugar y en una cafetería. Esos primeros turnos fueron cruciales para descubrir que, además de gustarle, tenía talento y sensibilidad para preparar café de especialidad.
"Quizá si no llegaba a Australia, desistía de ese gusto". Melbourne es una de las capitales mundiales del café de especialidad. Allí descubrió que ser barista podía ser una carrera digna, bien remunerada y respetada. "Conocí baristas que ganaban más de US$ 100.000 al año. Era gente que no estudiaba en la universidad, pero vivía bien, era feliz y profesional". "¿Por qué yo no puedo ser el mejor barista del mundo?", se preguntó. Regresó a Ecuador antes de concluir su carrera en el extranjero por motivos personales. Aunque su sueño era volver a Australia, nunca regresó.
Se graduó como ingeniero civil en Ecuador e inició su carrera profesional en una constructora. Pero no era lo suyo, no encajaba con su personalidad ni le generaba satisfacción, dice. Valoraba el trabajo, pero sentía que algo le faltaba. Fue en ese momento, en 2012, cuando surgió una oportunidad que cambiaría su rumbo. Una empresa de café en Guayaquil, que introdujo el rol de barista como parte estratégica de su negocio, estaba en busca de un nuevo profesional. Mario, que ya tenía experiencia en Australia y trabajó en la cafetería de sus padres, decidió aplicar y fue contratado.
Este fue el momento en que el café dejó de ser solo una pasión o un hobby para convertirse en una carrera. Durante más de tres años en esta empresa, Idrovo se dedicó de lleno a crecer como experto en el medio. Viajó por todo el país, dio capacitaciones y, en el proceso, aprendió más. Enseñar lo obligó a perfeccionarse. La empresa le brindó algunas oportunidades de formación. Comprendió que se encontraba en una posición privilegiada, hacía lo que amaba y era parte de la construcción de un mercado que empezaba a desarrollarse. Los ecuatorianos consumen aproximadamente un kilogramo de café por persona al año, lo que equivale a más de 300.000 sacos al año, según la Asociación Nacional Ecuatoriana de Exportadores de Café (Anecafé).
Desde el inicio, fue consciente de que vivía un momento especial y que, aunque Ecuador estaba años luz de convertirse en un país 100 % cafetero, para él ese cambio era posible. Estaba comprometido con su afición y adoptó el nombre "Barista Mario" en redes sociales, mucho antes de que fuera común hacerlo. Empezó a documentar su día a día y, en una época en la que pocos lo entendían, ya marcaba la diferencia. Su trabajo inspiró a muchos, asegura. Aunque no se atribuye todo el mérito, sabe que su aporte es importante en esta industria.
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Mario Idrovo lleva en su mente una filosofía que le inculcó su madre: "Si vas a ser zapatero, sé el mejor zapatero del mundo". Esa idea, por más simple, se convirtió en algo que lo empujó a destacar. Empezó a competir como barista, y a pesar de que los primeros intentos fueron difíciles, se convirtió en Campeón Nacional de Barismo en 2016 y representó al país en el Mundial de Corea del Sur en 2017.
Su carrera no se detuvo ahí. Este experto tiene múltiples certificaciones como el título de Q-grader en arábica, robusta y procesos de postcosecha, una combinación de certificaciones que poseen pocas personas en el mundo. Además, está certificado por la Specialty Coffee Association (SCA) como barista, tostador, catador y experto en café filtrado y actualmente es instructor oficial de esta organización. Fue juez en múltiples campeonatos nacionales e internacionales, trabajó como consultor para empresas y organismos globales, incluso colaboró con la ONU en la evaluación de cafés amazónicos y hoy forma a nuevos profesionales tanto en Ecuador como en EE.UU.
Brindó más de 200 certificaciones SCA en Ecuador y 120 en EE.UU. Además de las certificaciones, ya compartió su conocimiento con más de 5.000 estudiantes a través de cursos, asesorías y capacitaciones de distintos niveles.
Idrovo también aplicó —y ganó una beca parcial— para estudiar la única maestría en café del mundo en Italia. Allí se dio cuenta de que mucho del contenido ya lo conocía, pero que el verdadero valor estaba en los contactos y en reafirmar que ya era un profesional de clase mundial. Inició también una marca de café de especialidad, un detergente para máquinas de espresso y una cafetería en Guayaquil como homenaje a su primer trabajo. Sin capital ni ayuda, creció hasta que, gracias a todos sus logros acumulados, obtuvo la residencia estadounidense por habilidades extraordinarias, lo que le permite vivir legalmente en EE.UU. y trabajar como independiente.
Huma es la marca de su café de especialidad. "Mi objetivo era que en Ecuador dejemos de consumir lo que sobra, lo de menor calidad, y más bien tengamos acceso al mejor café del país, ese mismo por el que afuera pueden pagar hasta US$ 50 por una taza". Él mismo tostaba, empacaba y distribuía el producto a conocidos, hasta que su propuesta comenzó a escalar de forma orgánica y captó el interés de cafeterías y hoteles, incluso en Galápagos.
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Con una inversión inicial de US$ 2.000, Huma empezó a crecer sin grandes préstamos ni capital externo. "Prefiero ser el 50 % de algo grande que el 100 % de algo pequeño que crece lento". En 2024, facturó cerca de $350.000 al año. Está presente en hoteles, restaurantes y cafeterías, lo que representa el 90 % de sus ventas, sobre todo en Guayaquil. El 10 % restante proviene del canal retail a través de su tienda online.
Además de la venta de café de especialidad, Mario Idrovo mueve su negocio con eventos, cursos, asesorías y una línea propia de productos de limpieza especializados para cafeterías y equipos de café. Esta última unidad llega al Grupo El Rosado y la cadena Sweet & Coffee. En 2024, con estos servicios, tuvo ingresos por US$ 250.000.
Otro emprendimiento que también maneja es Cafering. Una oportunidad en el mercado de eventos sociales y corporativos. Decidió ofrecer estaciones móviles con baristas expertos y café de especialidad para elevar la experiencia de los asistentes. Con el tiempo, este ecuatoriano colaboró con algunas marcas en Ecuador y expandió sus servicios a eventos internacionales en EE.UU. con el Inter de Miami y ferias de marketing de influencers.
La historia de 'Barista Mario' ejemplifica cómo las ilusiones pueden convertirse en un motor transformador. Más allá de los ingresos, busca impactar en la vida de las personas, incluso si son pocas. Este emprendedor pretende que Ecuador sea un país digno de ser reconocido como cafetero. (I)