Forbes Ecuador
Edisson Garzón
Negocios
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El presidente ejecutivo de Bioalimentar, Edisson Garzón Garzón, pasó buena parte de su niñez y adolescencia en la granja avícola de su familia. Allí cuidaba gallinas y aprendió una serie de habilidades que serían los cimientos de su carrera empresarial. En 2001 se puso al frente de la empresa familiar y dio vida a Bioalimentar, una firma que factura US$ 70 millones al año y que tiene algo más de 500 colaboradores.

29 Noviembre de 2023 10.38

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? En el caso de Edisson Garzón Garzón primero llegaron las gallinas. Este empresario, que se hace llamar Mr. Egg (por los iniciales de su nombre, pero también por la traducción de huevo al inglés), sabe desde niño lo que es el trabajo en una granja avícola. 

Cuando tenía ocho años ya tenía una tarea: cuidaba las gallinas, las alimentaba y les cambiaba los recipientes de agua. Esas tareas, que en los actuales tiempos de corrección política pueden ser calificadas como trabajo infantil, eran parte de la vida de Garzón. "En vacaciones siempre iba a la granja de mi mamá a ayudar y a aprender. Era como un deber, mi papá falleció cuando yo tenía cuatro años, entonces mi mamá fue padre y madre". 

Garzón, hoy de 43 años, recuerda con nostalgia esos días en los que veía cómo se colocaban los huevos sobre paja en grandes cajones. "En ese entonces no había las cubetas que vemos hoy, el trabajo consistía en colocar con cuidado los huevos. En un cajón entraban hasta 300. Ser el hijo de la dueña podía ser visto como una ventaja, pero el trabajo en la granja me hizo aprender mucho y pude desarrollar habilidades blandas desde la adolescencia", cuenta el presidente ejecutivo del grupo Bioalimentar, la empresa que surgió en 2001 como una segunda etapa de Avimentos, habían fundado su madre y su padre, quienes se casaron en 1967.

"Vengo de una familia avícola y las experiencias de la niñez y adolescencia me fueron forjando", cuenta durante una visita a las oficinas de Forbes Ecuador. Otro suceso que marcó el carácter de este empresario ocurrió cuando se graduó del colegio. "En mi adolescencia pensaba mucho en la conscripción militar, quería evitarla y a la final no salí favorecido. Entonces viajé a Estados Unidos para un intercambio estudiantil y llegué a donde una familia mormona, en el estado de Arizona. Con ellos aprendí lo que son la resiliencia y la adaptación. Esa fue otra clase de conscripción, que también me enseñó mucho sobre la vida. Aprendí a respetar las religiones, la fe es un don y hay que respetarla, lo digo como católico bien curuchupa. Pero esa experiencia me enriqueció como persona". 

En ese mismo viaje Garzón obtuvo una beca para ser consejero estudiantil en la Universidad de Yale, durante un mes y medio. Su tarea era recibir a otros estudiantes extranjeros y contar su experiencia a otros jóvenes que llegaban al centro de estudios. "Hablaba en inglés y entendí el valor de la voz de mando. Y si bien en el colegio nunca fui un estudiante brillante, empecé a desarrollar ciertas destrezas para liderar equipos".

El joven Garzón tuvo otra experiencia que también aportó en su crecimiento personal. Antes de convertirse en consejero estudiantil decidió visitar a un amigo que vivía en Nueva Jersey. La idea era pasar tiempo, divertirse y conocer Nueva York, pero el plan no se concretó porque este amigo migrante tenía un horario agotador y los fines de semana solo quería descansar. Eso no desanimó a Garzón y, para no aburrirse en Nueva Jersey, decidió trabajar. 

Un día llegó a un local de McDonald's y preguntó si había una vacante. "Hablé con una mujer peruana que era la mánager. Me escogió porque hablaba muy bien el inglés y empecé barriendo, era parte del proceso de crecimiento y aprendizaje. También limpiaba baños y llegué a ser cajero. Estuve casi un mes y medio. Fue una distracción, pero también una nueva etapa de aprendizaje. Mi mamá se puso orgullosa cuando le conté lo que estaba haciendo porque vio mi dedicación y mi sentido de responsabilidad. Sabía que no necesitaba trabajar, pero quería hacerlo. Aprendí mucho de los procesos de la marca, me encantó y entendí lo que es servicio al cliente", cuenta este empresario que también tiene un pasado en el mundo tuerca, y uno que otro accidente producto de esa pasión por las motos y los autos de carrera. 

La vida del futuro empresario empezaba a enrumbarse y él pensaba que su vida estaría en Estados Unidos, donde actualizaba sus conocimientos con cursos de negocios. Pero un día recibió una propuesta de su madre para que volviera a Ecuador por vacaciones, con un 'incentivo' vinculado a la afición automovilística de este hombre de negocios. "Compró mi pase, me dejó jugar en la empresa de la familia, pero también me permitió empezara a tomar decisiones". Para esto Garzón se apoyó en su aprendizaje en Estados Unidos en temas como marketing y negocios. "Sabía que las empresas familiares siempre tienen desafíos, entonces hablé con mis hermanos mayores, logramos acuerdos pensando en futuro. Blindé decisiones y nació Bioalimentar en 2001. Yo fui el gerente general, mi mamá la presidenta ejecutiva. Tenemos un protocolo familiar y un fideicomiso. Son reglas para todos".

La empresa está enfocada en alimentar la vida, en palabras de 'Mr. Egg'. La firma elabora balanceados para 22 especies. "Apuntamos a la industria avícola, a la porcicultura, a la acuacultura, a la ganadería, etc. Hemos ido innovando siempre en los alimentos para mascotas. Y si llegan los marcianos nuestro trabajo también será alimentarlos", dice con una sonrisa. Otra de las tareas de este empresario, que también tuvo un paso por el sector público como presidente del Directorio de Empresas Públicas, es formar líderes, una tarea a la que califica como complicada. De cada 10 personas solo una termina convirtiéndose en un nuevo líder. "No es fácil esa formación". Pero Garzón insiste en esa misión y está seguro de que lo está logrando, tanto con las nuevas generaciones de la familia como con los colaboradores que son parte de Bioalimentar. 

La gestión de Garzón se refleja en las cifras. En 2001 los ingresos eran por unos US$ 200.000 dólares anuales y hoy en día Bioalimentar vende más de US$ 70 millones al año y produce 48.000 huevos por hora. Además, la empresa suma hoy en día cerca de 500 colaboradores, tiene sus granjas al norte de Ambato, así como bodegas y oficinas en Quito y Guayaquil. "Es un crecimiento vertiginoso y para eso se necesitan muchos líderes, crear talento. Eso es clave para las empresas familiares". Creyente de la innovación, el big data y los procesos, Garzón sabe que los productos de calidad siempre tendrán ventaja en el mercado. 

¿Cómo mira el crecimiento de la empresa en estos 20 años? "Hoy siento que ha sido un abrir y cerrar de ojos. El mayor galardón que tengo es crear una cultura empresarial, haber creado líderes, que la compañía no dependa de una persona e influir en otras personas", cuenta este profesional que empezó a describirse y presentarse como Mr. Egg, por las iniciales de su nombre y como sinónimo de no tener miedo. Con una maestría en Tecnologías Exponenciales y Negocios Digitales, Garzón Garzón sigue visitando las granjas, tal como en su niñez, y pensando nuevos negocios dentro y fuera del país. (I). 

El artículo original fue publicado en la edición impresa No. 13 de agosto-septiembre de 2023. 

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