Cara a cara con las dos cabezas de McKinsey en Ecuador
La consultora estadounidense está presente en 65 países y tiene oficinas propias en el país desde inicios de 2022. Forbes Ecuador habló con sus principales ejecutivos para conocer el trabajo que hace la firma en Ecuador, sus estrategias y sus planes a futuro. Asesorar a empresas familiares es uno de los focos.

En Ecuador McKinsey tiene una historia de casi 10 años, aunque sus orígenes se remontan a 1926, en Chicago, EE.UU. Fundada por James O. McKinsey, un profesor de contabilidad, la firma consultora evolucionó y en la actualidad es conocida por su enfoque en finanzas y operaciones, así como por sus procesos de reclutamiento y su desarrollo de metodologías como la Matriz de McKinsey.

Tiene oficinas propias en Ecuador hace más de tres años, aunque ya tenía clientes por más de una década, principalmente en el sector bancario y una que otra intervención en el mundo de las telecomunicaciones. Esos primeros clientes se atendían desde Colombia y Perú, con viajes frecuentes a territorio ecuatoriano. Así lo explican las dos cabezas en el país: Carlos Enrique Buitrago, managing partner, y Rafael Espinoza, socio de la consultora.

La llegada a Ecuador fue parte de un proceso de expansión geográfica de la firma. Primero arribó a Panamá, luego a República Dominicana y a Guatemala. Y en enero de 2022 la consultora abrió puertas en territorio ecuatoriano. Un mapeo empresarial les mostró cuáles eran las industrias más relevantes, más interesantes y los grupos económicos más importantes. "Empezamos a viajar por el país y a conocer gente. Así empezó todo".

La sede está en el edificio Ecopark, en el norte de Quito. Oficinas privadas, espacios para videoconferencias, pisos alfombrados, mobiliario moderno y una terraza con césped artificial y plantas naturales, en donde los ejecutivos desarrollan parte de su trabajo, son algunas de las áreas donde esta consultora planifica y ejecuta una serie de estrategias para decenas de clientes en el país.

Con las oficinas estructuradas y operativas, McKinsey lanzó su apuesta. Espinoza recuerda que en esos primeros meses detectaron que las empresas querían desarrollarse. "Había mucho apetito de crecer, de internacionalizarse, de sofisticarse, eso nos dio mucho ánimo alrededor del potencial que tenía el país. Además, como firma, tenemos una convicción muy importante de que podemos generar un impacto positivo en la sociedad".

Las empresas familiares se convirtieron en uno de los enfoques de la primera etapa de McKinsey en el país. "En cada uno de los países a los que llegamos antes había muchos grupos familiares que podrían ofrecer una oportunidad muy interesante de generar valor", detalla Buitrago. Y añade que el hecho de ambos vivir en el Ecuador les permitió integrarse en diferentes círculos de negocios y sociales. Así crearon un network que generó conversaciones adicionales. "Venimos haciendo un esfuerzo por aplicar un programa global al que llamamos The Next Generation of of Family Business Leaders. Allí estamos reuniendo un grupo de empresarios de la siguiente generación de todos estos grupos familiares y traemos las mejores prácticas de negocios familiares a nivel mundial, los conectamos con foros similares de otros países emergentes y eso está acelerando todavía nuestra llegada".

En este crecimiento la consultora estadounidense se fue involucrando con compañías de diversos sectores, desde la banca en sus inicios, hasta consumo, alimentos, bebidas, productos industriales como acero o madera. "Luego nos diversificamos a temas como retail, la industria camaronera, el tema agrícola", explica Buitrago.

¿Cuáles eran los retos que planteaban las empresas? ¿Qué necesidades tenían? Espinoza toma la palabra y responde que desde el inicio existía la urgencia de cómo ser más productivas. "Había una primera pregunta: cómo profesionalizamos realmente la gestión de las empresas en Ecuador para que sean más competitivas. Otro tema que creaba dudas era el uso de nuevas tecnologías digitales y analítica avanzada, sobre todo en sectores que no son tradicionalmente tecnológicos". Un tercer reto que menciona Espinoza fue entender el ecosistema de negocios integrando sector público, sector privado y sector universitario.

Al hablar de los clientes, los ejecutivos señalan que lo que buscan es crecer en número, siendo muy cautos en el sentido de generar un impacto que nos ayude a sostener la reputación. Otra condición "ya no es tanto trabajar con los más grandes, sino trabajar con los líderes más ambiciosos".

Al analizar estos primeros años, Buitrago se entusiasma y dice que se han superado con creces las expectativas. "El plan que teníamos de cinco años lo logramos en dos". Con un equipo de 28 personas y con ingresos anuales por US$ 58 millones en 2024, según la Superintendencia de Compañías, McKinsey Ecuador sueña con seguir creciendo apoyado en el talento local.

"Un consultor de McKinsey Ecuador tiene la misma experiencia que un consultor de McKinsey en cualquier parte del mundo", enfatizan Buitrago y Espinoza, quienes recuerdan que la firma opera en 65 países. En América Latina está en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, Panamá, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana, México, Brasil y Ecuador. (I)