El grupo Codere lleva 20 años en Uruguay y se ha consolidado como un actor relevante en el sector de la hípica (Maroñas y Las Piedras), hotelería (Sofitel) y casinos. Con un plan de inversiones de US$ 40 millones en marcha, la compañía apuesta a crecer en un mercado que, según su director general Guido Parrella, ofrece estabilidad y seguridad jurídica en comparación con otros países de la región.
En entrevista con Forbes Uruguay, el ejecutivo repasó la performance de los negocios, los desafíos de la regulación del juego online que tiene pendiente el Parlamento, las perspectivas de crecimiento y el proyecto para instalar una novedosa planta de generación de energía con residuos de la hípica.
¿Cómo está hoy el grupo en Uruguay con sus negocios principales de hípica y hotelería?
Muy entusiasmado con los resultados. Uruguay es un país sólido, con una estabilidad que la región no tiene. Tenemos mucha presencia en Latinoamérica y estamos sujetos a vaivenes políticos y económicos. En Acá encontramos estabilidad, continuidad de las políticas y respeto por los contratos. Es un mercado muy atractivo para el grupo.
El negocio de Maroñas está maduro, establecido, y fluye muy bien. El de Carrasco arrancó con tropiezos que costó posicionar, pero hoy crece a tasas muy fuertes. Por eso el grupo apuesta a seguir creciendo en Uruguay ahora con el negocio estabilizado. Presentamos un plan de inversiones a cinco años para invertir US$ 40 millones y ya estamos en el segundo año. Los proyectos incluyen renovación de infraestructura, actualización tecnológica, renovación de slots y habitaciones, fachadas y también energías renovables.
¿Qué tipo de energía renovable sería?
Estamos analizando traer una tecnología que no está presente en Uruguay para producir energía con residuos del hipódromo. Está en análisis de prefactibilidad, ya tuvimos contacto con proveedores asiáticos y buscamos desarrollar eso. Sería para abastecimiento propio y eventualmente venderle a UTE.
¿Cómo está hoy el negocio de apuestas del Casino Carrasco? Al principio le costó afianzarse.
Hoy es nuestro punto de venta que más crece. Ya está completamente estabilizado y es muy rentable.
Hace unos meses salimos al mercado de capitales con Obligaciones Negociables de Carrasco. Emitimos US$ 7 millones y recibimos ofertas por US$ 16 millones, más del doble.
El mercado reconoce que es un negocio saludable y maduro. Es nuestra sala que más crece, con base de público local establecida y jugadores internacionales, muchos de Brasil y Argentina. Además, se suma la evolución de la hotelería, sobre todo en habitaciones y turismo, con fuerte crecimiento. Mejoramos más de 10 puntos la ocupación promedio de nuestras habitaciones.
¿Qué porcentaje de ocupación tienen hoy?
Tenemos 116 habitaciones, con un 71% ocupadas en el año. Eran un 60% hace un año y medio.
¿Todavía queda algo pendiente de la parte física por rehabilitar?
No, está 100% habilitado. Trabajamos con todos los espacios disponibles. Las inversiones actuales son de mantenimiento, no hay áreas pendientes por habilitar.
¿Qué peso relativo tienen hoy Maroñas y Carrasco en los ingresos?
Hoy está en un 63/37, aproximadamente. Carrasco tomó un peso relevante.
¿Por qué se da ese cambio?
Maroñas es un negocio maduro que empezó en 2003. Ya tiene salas establecidas y rentables, pero con menores tasas de crecimiento. Carrasco arrancó de cero y todo es crecimiento adicional, no es que la hípica haya caído.
¿Qué estrategia tienen para el interior del país?
Dependemos de la voluntad del gobierno. Estamos dispuestos a acompañar si aparecen oportunidades de abrir nuevas salas. Hasta ahora abrieron salas 100% administradas por la Dirección General de Casinos.
Si el Estado lo impulsa, estamos dispuestos a invertir y crecer en Uruguay.
¿Cuántas salas tienen hoy?
Tenemos cinco salas de juego en HRU, tres en Montevideo y dos en Canelones, además de los dos hipódromos (Las Piedras y Maroñas) y el casino (Carrasco).
¿Qué oportunidades ven en los hipódromos?
Hay una gran oportunidad de crecimiento. Este año la Federación Internacional de Actividades Hípicas ascendió a Uruguay al Libro Uno, que es la máxima categoría de la hípica mundial. Eso abre muchas oportunidades, no solo para vender el producto en el exterior —trabajamos fuerte en vender la señal al exterior—, sino también para propietarios, entrenadores, jockeys, que ahora tienen una vidriera internacional.
¿Cómo se posicionan frente al auge de los juegos online?
Codere es operador de juego online y fue el primero en Latinoamérica que cotiza en Nasdaq, la bolsa de Nueva York. Nos interesa que se regule y se establezca formalmente en Uruguay. Hubo un intento de regulación en el gobierno anterior, con media sanción.
Entendemos que está en la agenda del nuevo gobierno. Regular es necesario porque hoy el juego online existe sin control: genera riesgos en cobro de premios, ludopatía y acceso de menores. Es algo que debería tratarse con premura y estamos dispuestos a acompañar.
Ustedes ya participaron en el proyecto anterior, ¿tenían observaciones?
Lo que se discutía en el Parlamento anterior era razonable y no teníamos mayores observaciones. Siempre los proyectos son perfectibles, pero lo veíamos como positivo. No sé cuál será la propuesta del nuevo Parlamento.
¿Ya tuvieron contacto con las nuevas autoridades?
Sí, tenemos muy buen diálogo con las nuevas autoridades de casinos. Nos comentaron que parte de su agenda es la regularización del juego online, que quieren impulsarla en el mediano o corto plazo.
¿Cómo evalúan invertir en Uruguay? Suele considerarse un país caro.
En los países con menos riesgo la exigencia de retorno es menor. Siempre a mayor riesgo se busca mayor rentabilidad. Si Uruguay tiene menor riesgo, no necesariamente se le exige la misma rentabilidad que en otros países de la región. No lo veo como un problema. Además, hay muchos incentivos a la inversión, programas que permiten obtener tasas de retorno interesantes para inversores internacionales.
En tus primeros meses en Uruguay no tomaste la decisión de ser parte de la sociedad en algún caballo, a diferencia de lo que habían hecho tus antecesores. ¿Por qué?
No hay ningún motivo en particular. Mi vínculo con el turf empieza recién con mi llegada a Uruguay. Antes estuve varios años en Codere, primero como consultor y después en distintas operaciones del grupo, pero sin relación directa con el mundo hípico. No lo descarto, al contrario. Ha pasado que otros responsables terminaron siendo propietarios de caballos y quizás yo recorra el mismo camino. No le cierro la puerta para nada.
¿Cómo fue tu trayectoria dentro de Codere?
Empecé como consultor para el corporativo y trabajé con casi todos los países del grupo, excepto Italia. Estuve en España, México, Panamá, Colombia, Argentina y Uruguay. En 2019 me ofrecieron liderar la operación en Colombia, y justo coincidió con la pandemia: estaba listo para mudarme cuando estalló el covid y recién pude viajar con mi familia a mediados de 2020. Permanecí allí hasta fines de 2022, cuando asumí un rol regional para Argentina, Uruguay y Colombia. Ese esquema duró hasta mediados de 2023, cuando se reorganizó la compañía y volví a tener una responsabilidad de país, en este caso Uruguay.
¿Qué actividades te motivan más allá del trabajo?
Siempre fui muy fanático del fútbol, soy hincha de Boca, aunque ya no lo sigo con la intensidad de antes. Practiqué muchos deportes: tenis, pádel y hoy entreno en gimnasio, que es lo más compatible con mi agenda. Me quedó pendiente el golf, que quiero explorar. Más allá del deporte, me considero muy familiero. Haber vivido en distintos países fortaleció mucho nuestro núcleo: disfruto al máximo del tiempo con mi mujer y mis dos hijos, y gran parte de mi vida social se organiza alrededor de ellos y de nuestros planes en familia.
En lo personal, ¿cómo manejás tus finanzas y ahorros?
Delego en terceros, tengo asesores que administran mis inversiones y me orientan según el riesgo y la rentabilidad que busco. Intenté hacerlo de forma personal porque me interesa, pero requiere mucho tiempo y no es fácil compatibilizarlo con una vida profesional tan activa. También me gusta invertir en la economía real, en negocios tangibles que veo de cerca. Mi esposa tiene un emprendimiento de salones de belleza y manicuría donde invertimos y participamos.
