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Becker Campoverde Quito - Ecuador
Negocios
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Becker Campoverde tiene 29 años, se graduó de licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de las Américas (UDLA). Apasionado por la diplomacia y las ciencias políticas, en julio de 2021 le apostó todo a un negocio propio. Recuperó la marca familiar Banco de Arroz y Azúcar, con la que espera facturar este año US$ 1,2 millones.

23 Junio de 2023 17.23

La historia de Becker Campoverde deja ver que nunca hay que rendirse y que el espíritu emprendedor puede aparecer, incluso, ante las mayores adversidades. Este joven ejecutivo, junto con dos amigos, fundó Logins Consulting, que ofrecía en ese momento servicios de asesoría política a los candidatos seccionales de las elecciones de 2018. Cada uno invirtió US$ 250 dólares. Los tres recorrieron casi todo el país en busca de clientes y se reunieron con más de cien candidatos y finalmente consiguieron tres. Campoverde trabajó con un candidato a concejal de Quito. La empresa duró ocho meses, luego de lo cual cada uno siguió su camino, pero en ese tiempo ganaron US$ 15.000.

Luego de esto, Campoverde ingresó a trabajar en la Empresa Municipal de Residuos Sólidos de Quito. En la pandemia dirigía dolorosas tareas desde el ECU 911. El 2020 fue el año más duro y difícil de su vida. “Mis padres se separaron en enero, mi papá falleció de Covid 19 en julio. Descubrimos que mi papá tenía otra familia y que su  pareja se quedó con el negocio familiar, el Banco de Arroz y Azúcar, que comercializaba al por mayor estos productos. A partir de eso empecé a vivir un verdadero vía crucis, entré en una fuerte depresión, renuncié a mi trabajo y me encerré en mi dormitorio por un mes. No heredamos ni un esfero partido por la mitad”.

Campoverde y su hermano mayor decidieron entablar un juicio para recuperar la marca del negocio. En medio de esa crisis fue contactado por el equipo del entonces candidato a la vicepresidencia Alfredo Borrero para una asesoría política. En uno de los múltiples recorridos por la zona arrocera del país, visitaron Arrocera del Pacífico, en la provincia de Los Ríos. Por cosas del destino, uno de los propietarios de la firma le preguntó si era hijo de Hernán Campoverde, uno de los más grandes distribuidores de gramínea. Ese momento su destino profesional dio un giro de 180 grados. Los planetas se alinearon para que su pasión por las ciencias políticas se guarde en un cajón y nazca su vena empresarial, sacó a la luz el emprendedor que llevaba adentro.

“Los tiempos para mí no fueron coincidencia. El Servicio Nacional de Derechos Intelectuales (Senadi) le quitó la marca Banco de Arroz y Azúcar a la ex pareja de mi papá y se pronunció a favor nuestro. Ese momento el camino fácil habría sido seguir en el equipo del Vicepresidente, cómodamente con un salario fijo, pero decidí apostarle a lo que había sido nuestro sustento familiar y empezar de cero”.

Para ello vendió su vehículo en US$25.000, más unos US$ 8.000 que tenía ahorrados, tomó un avión y llegó a tocar la puerta de Arrocera del Pacífico. “A Yúnez le dije: quiero ser algún día como usted. Eso fue la puerta para empezar una relación comercial. Yo no tenía ni siquiera sacos propios. Me mandó 100 sacos de arroz ”.

Campoverde estaba decidido y arrendó una bodega de 80 metros cuadrados en el mercado mayorista en US$ 1.250 mensuales. Dejó volar su imaginación, compró una olla arrocera y empezó a vender arroz cocinado con la marca Campito. Hacía de todo, desde propietario, hasta  secretario, contador y vendedor. Esta acción llamó la atención de los compradores. En tres días vendió todo y ganó entre US$ 4 y US$ 7 dólares por saco.

Este proceso lo repitió varias veces. Con un amigo diseñador gráfico y a contrarreloj creó un logo para sus costales de venta, implementó un código QR y lanzó una campaña en redes sociales. El 2021 cerró con ventas cercanas a los US$ 600.000, con 250 clientes y un equipo de trabajo de ocho personas. Una vez consolidada la comercialización de arroz, se enfocó en darle el empuje a la venta de azúcar y en 2022 la empresa exportó 15 toneladas de azúcar a Colombia.  Con los dos productos la facturación cerró el año pasado en US$ 900.000. Pero por la vorágine del negocio, perdió el control de su base de clientes.

Aficionado al fútbol, juega tres días a la semana como mecanismo para desestresarse y mantenerse en forma. Al 2023 lo ve como un año complicado. “Vivimos una escasez de productos por el invierno que pasamos. Teníamos un cupo mensual de tres mil sacos de gramínea y nos están entregando mil. El precio se ha incrementado más de un 100%. El quintal se vende en US$ 70”.

A sus 29 años Campoverde está seguro de que la tormenta pasará pronto. Su expectativa es contar con tres marcas de arroz. En cuanto al azúcar la meta es crecer como distribuidores de Ingenio La Troncal. Si las cosas marchan de acuerdo a lo programado, cerrará este año las ventas sobre US$ 1,2 millones e iniciará el proceso de expansión a los países de la región andina. (I)

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