El costo de una dieta saludable en América Latina es el más alto del mundo
Javier Villanueva, oficial principal de pesca y acuicultura de FAO Regional, conversó con Forbes Ecuador durante el VI Foro Regional de Sostenibilidad del Atún, realizado en Manta. Es encargado de impulsar la iniciativa Transformación Azul para que la pesca y acuacultura aporten a dietas saludables y al desarrollo sostenible en América Latina.

Mónica Mendoza Saltos Editora General

Javier Villanueva es el oficial principal de pesca y acuicultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, que tiene su sede en Santiago de Chile. Es mexicano y comenzó su carrera internacional en la misma oficina, posteriormente lo trasladaron a la subregional en Panamá, que atiende a México y algunos países del Caribe, luego fue a Roma. Y hace año y medio volvió a trabajar en la oficina regional. 

El experto fue uno de los panelistas en el VI Foro Regional de Sostenibilidad del Atún, que organizó la Cámara Ecuatoriana de Industrias y Procesadores Atuneros (Ceipa), con apoyo de FAO, en Manta, el 29 de octubre de 2025.

¿Cuáles son los principales objetivos de la FAO Regional? 

Uno de nuestros grandes objetivos es lograr la seguridad alimentaria y nutricional de todas las personas, a través de dietas saludables. También buscamos mejorar el empleo para aumentar los ingresos y así erradicar la pobreza.

¿Qué les preocupa actualmente en la región? 

Nuestra principal preocupación es que aún tenemos 34 millones de personas en la región que padecen hambre. Además, el costo promedio de una dieta saludable en América Latina y el Caribe es el más caro del mundo: puede alcanzar hasta los US$ 5 diarios por persona para alimentarse de manera saludable y se ha vuelto inaccesible para muchos.

¿Qué está sucediendo actualmente con el acceso a dietas saludables? 

En la región, 170 millones de personas no logran acceder a una dieta saludable. Es decir, pueden consumir alimentos durante el día, pero no alcanzan los requerimientos nutricionales necesarios. Nuestra prioridad es ayudar a los países a revertir esta situación.

¿Cómo se logra esto?

Ahí viene el punto importante. La FAO es una agencia técnica que apoya a los países en distintas áreas. En mi caso, lidero la iniciativa de Transformación Azul en América Latina y el Caribe. Esta busca potenciar los sistemas alimentarios acuáticos, que son la pesca y acuacultura, para que contribuyan más a las dietas saludables y a mejorar los ingresos de las personas.

¿Qué implica la Transformación Azul?

Implica varias líneas de acción: la intensificación y expansión sostenible de la acuacultura; la gestión y ordenamiento sostenible de las pesquerías, incluyendo la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada; y la mejora de las cadenas de valor. Hoy en día, muchos subproductos de la pesca y la acuacultura no se aprovechan. Por ejemplo, existen tecnologías que permiten utilizar hasta los huesos del pescado para producir harinas ricas en proteína, que pueden incorporarse a otros alimentos o generar subproductos dentro de una economía circular más eficiente.

¿Cómo nace esta iniciativa?

La Transformación Azul surgió en 2021, cuando el Código de Conducta para la Pesca Responsable cumplió 25 años. A partir de ese hito, comenzamos a analizar los nuevos desafíos para que los sistemas alimentarios acuáticos avancen hacia la sostenibilidad y contribuyan de mejor forma a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No solo al ODS 14 (vida submarina), sino también al ODS 2 (hambre cero), al ODS 8 (trabajo decente), entre otros.

¿Cómo se discute este enfoque a nivel internacional? 

En el Comité de Pesca de la FAO, el foro mundial donde se define la política pesquera cada dos años, los países miembros analizan la situación y los nuevos retos para seguir contribuyendo a dietas saludables. Ahí, nos damos cuenta de que los sistemas necesitan una transformación, en muchos casos ya no seguir creciendo, sino transformarlos para que sean más sostenibles, eficientes y resilientes.   

¿Cómo aprovechar al máximo los recursos y no desperdiciar nada?

Eso va de la mano del ODS 3, el perfeccionamiento de las cadenas de valor. En el pasado, de los recursos pesqueros se obtenía solo la carne y el resto se desperdiciaba, actualmente existen muchas tecnologías que permiten aprovechar hasta los huesos para producir una harina para poner más proteína a los alimentos, como ya decía. 

¿Cómo están los países de la región frente a este enfoque? ¿A quiénes les va bien, a quiénes más o menos y a quiénes mal? 

Es muy relativo. La Transformación Azul es una iniciativa nueva. Muchos países tienen sectores pesqueros y acuícolas muy desarrollados gracias a políticas públicas que los han impulsado. Chile, por ejemplo, es uno de los principales productores pesqueros y el mayor productor de acuacultura en la región. Perú también destaca en pesquerías y está fortaleciendo su acuacultura. Ecuador es uno de los mayores productores tanto en captura de atún como en acuacultura. Ha avanzado mucho en sostenibilidad en los últimos años: aprobó una nueva Ley de Pesca, un nuevo reglamento, impulsó políticas públicas, capacitó a sus funcionarios y promovió la articulación entre el sector privado, el sector social y el gobierno. Aun así, todos los países enfrentan desafíos. La pesca y la acuacultura que requieren trabajo constante para avanzar hacia el desarrollo sostenible. Es un proceso de aprendizaje continuo, y Ecuador está en ese camino.

¿La Transformación Azul es un programa al que hay que inscribirse o adherirse? 

La Transformación Azul no es un programa, es un enfoque, una visión que los países adoptan para impulsar el desarrollo sostenible. No se trata solo de sostenibilidad biológica en las pesquerías, sino de considerar el impacto económico, social y ambiental de manera conjunta.

¿La sostenibilidad debe ser transversal? 

Exactamente. En la pesca, muchas veces las políticas se enfocan solo en la captura, pero hay actividades previas, durante y posteriores. La Transformación Azul promueve un enfoque integral a lo largo de toda la cadena.

Mencionó que se necesitan US$ 5 diarios para una dieta saludable. ¿Cuál sería el ideal en nuestros países? 

Cada país tiene una realidad distinta. El promedio de US$ 5 es una referencia regional, pero varía según los alimentos disponibles y las costumbres alimentarias. Este es un costo promedio para el Caribe, Centro y Sudamérica. En Ecuador habría que calcular el equivalente local y analizar cómo los alimentos acuáticos ricos en nutrientes pueden incorporarse más en la dieta nacional.

¿Cuál es el consumo de pescado en Ecuador? 

Según lo que nos informaron las autoridades, el consumo de pescado en Ecuador es de apenas 6 kg per cápita al año, es muy por debajo del promedio global, que es de 21 kg por año. Mientras tanto, el regional es 11 kilogramos por año. Más allá de alcanzar una cifra específica, lo fundamental es asegurar el acceso a proteínas nutritivas, y los productos del mar y de la acuacultura pueden cumplir ese rol. En otros contextos se ha comprobado que el acceso a recursos pesqueros y acuícolas mejora la calidad de la dieta. Las personas que incorporan alimentos acuáticos suelen tener mejores indicadores nutricionales.

¿Cuál sería su recomendación principal para el Ecuador? 

Seguir trabajando de forma articulada con organismos internacionales como la FAO, con la sociedad civil, el sector privado y el gobierno. Es clave impulsar políticas y acciones que permitan que los sistemas alimentarios acuáticos contribuyan efectivamente a las dietas saludables, al aumento del ingreso y a eliminar la pobreza. (I)