Forbes Ecuador
Patricio Salas
Negocios
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Patricio Salas Guzmán, Secretario Ejecutivo de la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (Fedeseg), analiza el actual momento de la industria de seguros. Advierte que el Fenómeno El Niño, el cambio climático y la inseguridad son temas que mantienen alertas a estas empresas. El año pasado los ingresos de las aseguradoras superaron los US$ 2.000 millones y este año la meta es crecer 10 %.

27 Febrero de 2024 16.09

¿Cómo está el sector de los seguros hoy, luego de la pandemia? 

Para nosotros los efectos de la pandemia culminaron en el 2021. Fueron años muy duros, primero por la contracción de la demanda que sufrió casi toda la economía. Luego estuvieron los efectos en la liquidez, el rompimiento en la cadena de pago. En esta actividad la liquidez es primordial, es nuestra carta de presentación, fue todo un reto para las empresas. Además, está el impacto directo de los efectos de la pandemia que tenían que ver con salud y mortalidad. Eso fue una etapa crucial para el sector asegurador, que pudo demostrar una solvencia adecuada. Según la información que levantamos, se atendieron casi 40.000 reclamos por fallecidos debido a Covid 19 o presunto Covid 19. El total de los fallecidos por Covid 19 o presunto Covid 19, según los datos oficiales, estaba por 80.000, es decir que los seguros de vida tuvieron una muy fuerte penetración. Eso significó para el sector unos US$ 250 millones en indemnizaciones por fallecidos. 

¿Cómo afectó al sector una cifra de esas magnitudes? 

La afectación fue durísima porque el Covid 19 nos agarró dentro de una política técnica, implementada en la reforma al Código Orgánico Monetario, donde se satanizó la utilización del reaseguro, una herramienta técnica que sirve para estos eventos catastróficos. Nos encontró fuera de base. La normativa vigente en esa época casi prohibía totalmente usar reaseguros. El reaseguro es un instrumento financiero para ganar solvencia que se utiliza desde hace más de tres siglos. Pero por esas urgencias económicas de evitar la salida de divisas se restringió radicalmente y al sector asegurador le tocó asumir las pérdidas en un 100 % de los siniestros de la pandemia y no pudimos aplicar estos mecanismos de transferencia de riesgo que se utilizan en todo el mundo. Fue un golpe muy fuerte, tanto que creo que no existe otro momento similar, con una pérdida consolidada neta del mercado. Fue algo nunca antes visto. 

¿Cómo hicieron para salir de las pérdidas? 

Las pérdidas fueron asumidas con base en la solvencia del mercado. Ya se había demostrado en el terremoto del 2016, indemnizando US$ 600 millones. Luego lo que aconteció ha sido una etapa en la misma línea de la economía en general, de volver a los ritmos normales de crecimiento y reactivación económica. En 2022, entonces, el sector pudo recuperarse en los niveles de ingresos. 

¿Los ingresos del 2022 fueron similares a los de 2018 y 2019? 

Inclusive superiores a los ingresos de 2019, cuando llegamos a US$ 1.700 millones de ingresos; en 2022 se superaron los US$ 2.000 millones por primera vez. Y este año (Nota de la redacción: 2023) proyectamos crecer un 10 %. Un crecimiento aceptable para una economía que probablemente crezca 1,5 %. 

¿Cómo se logró esa recuperación a tan buen ritmo? 

Es una mezcla de varios factores. El ramo que sigue dominando la demanda de los seguros en el país es el de seguros de vida colectiva, vinculado a operaciones crediticias. El dinamismo del crédito lleva de la mano la demanda de seguros de vida colectiva. En la pandemia se vio el valor del seguro de vida y eso ha impulsado la demanda; con mayor demanda los resultados se estabilizaron. Ya no hay los niveles de pérdida de 2021, pero quedan experiencias para el futuro. También juega la estabilidad de las empresas, que son las que contratan los seguros para sus colaboradores, eso también ayuda en la reactivación. En general, en lo que va del año, para algunos seguros también influye el ajuste de precios. Por ejemplo, en seguros de vida a escala mundial hay un incremento, luego de la pandemia, en algunos casos de hasta del 20 %. Lo mismo pasa con seguros contra incendios. Los datos globales señalan que las pérdidas por el cambio climático son reales, con un efecto galopante y sostenido de 10 % anual, por los cambios extremos del clima y por el mayor volumen de las inversiones que están expuestas, por el desarrollo urbanístico, la tecnología usada, etc. El país está entrando a un nuevo fenómeno El Niño. 

¿Cómo se están preparando las aseguradoras? 

Es un tema que estamos tomando con mucha seriedad, tenemos que jugar un rol importante si es que efectivamente se afectan los contratos de seguros que tenemos ofrecidos a los clientes. 

¿Qué dicen al respecto los miembros de Fedeseg? 

El mundo, y nuestra región en particular, desde hace algunos años han tenido muy presente el impacto del cambio climático. El sector asegurador es uno de los actores más dinámicos al hablar del cambio climático porque la participación de la industria en este tema viene desde hace dos décadas, entregando información, haciendo estudios. El tema preocupa y nos hemos preparado. En el Ecuador el sector ha fortalecido sus niveles de solvencia desde 2010. Lo que ha pasado en los últimos años nos ha permitido conocer más sobre riesgos, levantar más puntos georreferenciados y nos estamos preparando para atender las reclamaciones. 

¿Se puede pensar en un escenario como el del Covid 19? 

Si las pérdidas económicas estimadas se dan según la estadísticas y la experiencia de Ecuador y la región, que ya hemos vivido fenómenos El Niño fuertes, el impacto económico para el país puede ser muy grande, con niveles de decrecimiento de 2 % o 3 % en el PIB. Sería un impacto similar al del terremoto de Manabí, aunque estamos viendo que puede atenuarse. Si El Niño es mayor, el impacto puede ser de un 5 % u 8 % del PIB. El más reciente fue en 1998, con un impacto fuerte. También hay que preguntarse qué hemos hecho como sociedad, qué obras de infraestructura se han levantado, cómo se han organizado las ciudades. Esa es la gran duda. Siempre se habla de que falta una cultura por asegurar la vida y los bienes. 

¿Eso se mantiene? 

Por lo general, en la región la cultura de prevención no es muy fuerte, por factores como el mercado, exógenos, macroeconómicos y otros. En los últimos 10 años se demuestra que en la región las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales casi no se han incrementado. La mayoría de pérdidas sigue sin tener cobertura y eso demuestra que la brecha de protección no se reduce al ritmo que se debería. Nosotros estimamos que con la nueva política de inclusión financiera, que fortalecerá el acceso a una mejor gestión de riesgos, se va a impactar favorablemente en el país y la expectativa es que con esa tendencia la gente mire más hacia los seguros. 

¿Qué otros factores juegan en la industria de seguros? 

Otro factor de riesgo es la inseguridad, los riesgos se disparan y pasan factura. Por ejemplo, las primas de los seguros de vehículos no han crecido al ritmo que permite solventar las pérdidas. El incremento de robo de vehículos muy drástico. En resultados estamos en una etapa de mayor tranquilidad, pero cualquier chispa puede incrementar la siniestralidad y los resultados técnicos negativos. El cambio climático y la inseguridad son dos temas que nos tienen alertas. 

¿Eso incide en el incremento de los ingresos del sector? 

En especial el tema de vehículos. Las pérdidas técnicas en ramo de vehículos llevaban hasta septiembre pasado US$ 15 millones, pero solo entre agosto y septiembre crecieron US$ 4 millones. Y la tendencia es creciente. No se trata de que paguen los platos rotos los asegurados, igual estamos trabajando con autoridades y con las aseguradoras, pero se aprecia que las bandas criminales tienen muchos recursos y los índices no disminuyen. (I)

*El artículo original se publicó en la edición impresa de diciembre 2023-enero 2024.

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