En el sur de Quito, en el barrio de San Bartolo se percibe el aroma a chocolate. Allí, desde 2017, está la planta de Bios. La empresa chocolatera se mudó a este lugar para escribir un nuevo capítulo de una historia que arrancó en 1936, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba a la vuelta de la esquina y la persecución hacia la comunidad judía se intensificaba en Europa.
Según el Holocaust Encyclpedia, más de 20.0000 judíos migraron hacia Latinoamérica para buscar refugio. Entre ellos, estaba una familia integrada por austrohúngaros judíos apasionados por el chocolate.
Bios nació en 1912 como una tienda de bombones de la mano de Salomón y Rosa Olgieser en Europa. Su primera tienda nació en la ciudad de Chernivtsi, en ese momento parte del Imperio Austrohúngaro. La pareja juntó un capital para asociarse con Bernhard Iwanier, técnico desarrollador de producto quien ya venía de una fábrica de chocolates reconocida en Europa. Uniendo las iniciales de sus nombres y apellidos crearon lo que hoy conocemos como Bios. (Bernard - Inweiner - Olgieser - Salomón).
Con el pasar del tiempo, la situación se tornó más hostil para los judíos. Guillermo, hijo de Salomón y Rosa, fue atacado por un grupo de nazis luego de sus clases de pintura y la familia decidió dejar Europa. Guardaron toda su vida en un baúl, el mismo que hoy permanece en la fábrica en Quito, y se embarcaron.
El destino inicial era Bolivia, pero una serie de eventos políticos alteraron los planes y la familia arribó a Guayaquil. Los Olgieser decidieron conocer Quito, donde la calidez humana, el clima favorable y la facilidad para obtener la materia prima hicieron que se enamoraran del Ecuador. Sin saber el idioma y con las dificultades de emprender en un país desconocido decidieron montar su fábrica en el tradicional barrio de San Diego. Así empezaba un segundo momento de la marca Bios.
113 años después y con cuatro generaciones la empresa sigue creciendo y escribiendo nuevas historias. Al entrar a la fábrica, los recuerdos envuelven a quien la visita en forma de fotografías y cuadros en la pared. Con 60 empleados, en 2024 Bios tuvo ingresos por US$ 2 millones; además maquila chocolates para empresas de Estados Unidos, Australia, Costa Rica y Europa con marcas como Britt, Urku y Philippe Beaulieu. Con está última han exportado 25 toneladas en un año.
Bios procesa 200.000 kilos de chocolate al año, según explica David Olgieser, gerente de operaciones, bisnieto de Salomón y quien ahora busca un equilibrio entre la modernización y el know-how de más de un siglo haciendo chocolates. Manteniendo la tradición y prácticas como el tostado con leña para cuidar la calidad del chocolate.
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"Desde que tenía cinco años de edad, mi abuela me sentaba a trabajar con las chicas que están todavía abajo. El 90% son madres solteras. Mi abuela decía que la madre soltera es la que mejor cuida el trabajo porque tiene que cuidar la familia y trabajar bien" explica el vocero de la empresa. También revela que las mujeres colocan las envolturas de los bombones a mano, proceso que les toma 3 segundos por cada unidad.
David dice tener "el chocolate en las venas" y trabaja junto a su tío Juan Fernando Olgieser, gerente general de la empresa, para hacer un mix y dupla generacional que impulse a Bios a nuevos mercados. Por esta razón, buscan ya no sólo enamorar al paladar quiteño si no el de otros continentes.
Con una inversión de US$ 70.000, lanzaron en abril su nueva línea Origen. Con nueve chocolates premium, la nueva apuesta fue reconocida con 18 premios por el Ecuador Chocolate Awards que también los reconocieron como la fábrica más ganadora. "No solo ganamos como nuestras marcas, sino ganaron también nuestras maquilas" menciona David.

La línea tiene sabores que buscan recordar al Ecuador, como higos con queso o mandarina, endulzados con la propia pulpa del cacao llamado "mucílago". Con este nuevo proyecto, Bios busca terminar este 2025 con una facturación de US$ 2,6 millones y con miras a exportar esta línea.
Consciente de que el mercado del chocolate está en constante evolución, David ya no solo busca vender: quiere contar historias, preservar el legado de su familia y compartir con el mundo la esencia del cacao ecuatoriano. Ese propósito cobra aún más fuerza tras la partida de su tío, Juan Fernando Olgieser, ex gerente general de Bios, quien falleció pocos días después de esta entrevista. Su espíritu sigue presente en cada rincón de la fábrica y en cada barra de chocolate. (I)