"Soy muy ocupado, pero nunca me canso". John Wiener no conoce las pausas, su jornada empieza cuando Guayaquil apenas despierta. Un café fuerte lo acompaña mientras revisa los primeros correos del día, y luego, sin excusas dedica al menos 45 minutos a ejercitarse. No desayuna, no hace siestas, ni siquiera en momentos de agotamiento extremo se permite detenerse.
A sus 44 años este ingeniero comercial graduado en la Universidad Espíritu Santo dirige Inducorp, un holding que agrupa a siete empresas, 16 marcas y 955 colaboradores. La facturación anual fue de US$ 282 millones y proyectan cerrar 2025 con US$ 294 millones. El grupo destina US$ 250 millones anuales para la importación de 5.000 vehículos, 400 tractores, 400 motores, 450 tractocamiones, 300 generadores eléctricos, entre otros productos. Es un engranaje empresarial que funciona con precisión.
Pero detrás de esta figura de ejecutivo meticuloso y dinámico está una historia marcada por la llegada a Ecuador de su abuela y su padre en 1938, la exigencia paterna y la capacidad de adaptación.

Una historia que comienza antes de la segunda guerra mundial
La historia de los Wiener se remonta a la década de los treinta, en Bratislava, capital de Eslovaquia. Su abuelo exportaba trigo a diferentes países del mundo. Durante el conflicto falleció por problemas de salud y su abuela, con su hijo Thomas, decidió abrirse camino en América. "Mi papá tenía ocho años cuando llegó a Guayaquil, era invierno, la humedad y los centenares de grillos casi matan a mi abuela; su primera reacción fue aquí no me quedo ni muerta. Entonces, unos amigos le convencieron de que fuera a Quito y le encantó".
John Wiener recibe a Forbes en su oficina en la vía a Daule, en donde se aprecian retratos de familia, placas de reconocimientos y trofeos logrados en competencias de vela. Con una taza de té en las manos, se sienta en su oficina amplia y confortable para narrar su visión empresarial, llena de lecciones, anécdotas y aprendizajes. De niño siempre fue inquieto, con una energía que parecía no agotarse nunca. "Me aburría pronto. Voy a decir que no era travieso para que cuando mis profesores lean esta entrevista se rían", comenta.
Su madre incluso pensó que podía padecer de hiperactividad y lo llevó a hacerse exámenes médicos, que resultaron negativos. Asegura que siempre fue estructurado en lo que lo apasiona, pero rebelde con lo que no lo convencía.
Disciplina militar
Luego de graduarse en la universidad, decidió abrirse camino solo. Consiguió trabajo en una exportadora de mango, donde supervisaba y controlaba la temperatura de la fruta en la cámara de frío. Ocho meses después, su papa lo buscó. Recuerda que le preguntó qué iba hacer y la respuesta fue: "No sé para qué eres bueno". "Sabía que no iba a ser fácil, porque es muy exigente, intenso, de horarios inamovibles". Johnny tenía claro que antes de aspirar a un puesto relevante, debía pasar por todos los escalones, sin excepción. "Con sus hijos no hubo diferencias, ni privilegios, fue muy duro y exigente. Nos enseñó a trabajar sin horarios, ninguno colapsa con el estrés. Si quieres un puesto, debes ganártelo desde abajo". Ese rigor marcó su estilo de liderazgo años después.
Su primer trabajo fue en cobranzas, luego pasó por caja, repuestos y recursos humanos. No hubo atajos, cada área era un reto y una lección, porque para conocer un negocio hay que saber cómo funciona desde las bases. Su primer salario fue de US$ 166. Cuando protestó le dijeron que, si quería ganar más, vendiera. Y lo hizo. Desde el primer momento descubrió que allí se sentía a sus anchas.
La relación de Tomas Wiener con la industria automotriz empezó en los años sesenta. Vela Botar, dueño de Ómnibus BB, le propuso que abriera el negocio de la venta de motores Cummins en la Costa. Este viaje incluyó al poco tiempo la comercialización de vehículos, luego llegaron los tractores, tractocamiones y maquinaria agrícola, consolidados actualmente en 16 marcas. La disciplina y el trabajo se convirtieron en la marca de la familia Wiener.
Con el tiempo la empresa familiar creció a cinco compañías productivas y dos de servicio. Manejan 42 puntos de venta, distribuidos en varias ciudades del país. "El 70 % de nuestras ventas se concentran en la Costa, y mi objetivo es crecer unos US$ 60 millones y conquistar la Sierra. La valoración del holding es de US$ 100 millones".
La inversión tecnológica es parte clave en la estrategia. Cada año destinan más de US$ 1 millón a plataformas digitales para que en un futuro los clientes puedan no solo ver las marcas, sino también reservar, solicitar financiamiento y transferir la cuota inicial. "Hay un montón de procesos que debemos evolucionar para ser un mercado de primer nivel y queremos estar listos".
Las crisis como escuelas de liderazgo
El camino no está libre de obstáculos. La industria automotriz en Ecuador es un reflejo de las turbulencias del país. Los cambios en la política económica, restricciones en cupos de importación, impuestos imprevistos o las regulaciones aduaneras son tormentas que hay que saber navegar...
Para leer la entrevista completa consigue la nueva edición en:
Supermaxi
Megamaxi
Mr. Books
Libri Mundi
The Owl Books & Gifts
Mi Comisariato
Travel Stores
o dale clic aquí (I)