Entrás a una clase virtual, listo para conocer a quien va a darte la lección. La bienvenida es amable, contesta al toque y sus gestos se ven fluidos. Tardás unos segundos en caer la ficha: no es un humano, es una inteligencia artificial.
La startup Anam, creada por Caoimhe Murphy, ex Under 30 Europe, y su socio Ben Carr, desarrolló estos avatares realistas que reproducen microexpresiones y lenguaje corporal con precisión. Firmas como Henkel y L'Oréal ya los compraron. Se pueden utilizar como docentes, asistentes virtuales o incluso como terapeutas digitales.
Una de las formas más comunes de uso es en videos de formación laboral. En Henkel, por ejemplo, ejecutivos de Schwarzkopf, su línea de productos capilares, observaron que muchos peluqueros aprendían técnicas por TikTok. Según Murphy, buscaban "una herramienta educativa atractiva y manejable". En ese espacio se metió Anam.
Aunque el interés por los agentes de IA creció fuerte este último año, la idea surgió mucho antes. Murphy jugaba de chica con Los Sims y quería darle vida a personajes digitales propios. En 2023 fundó Anam con esa idea. La semana pasada, la empresa cerró una ronda de inversión semilla por US$ 9 millones, liderada por Redpoint Ventures. Así, la inversión total ya suma US$ 11 millones, que se destinarán a ventas, expansión en EE.UU. y desarrollo del equipo de ingeniería de producto.
Murphy y Carr coincidieron en Synthesia, una startup que trabaja con videos generados por inteligencia artificial y que hoy está valuada en cerca de US$ 2.000 millones. En esa empresa, Murphy lideró el área comercial y Carr se enfocó en tareas de investigación como ingeniero.
Ambos quisieron ir más allá del clásico chatbot o las respuestas por texto en video, y se propusieron crear una IA capaz de generar una interacción más personalizada. Mientras muchas startups que hacen avatares se enfocan solo en mover la boca para simular una charla, Anam logra reproducir con precisión los gestos humanos. Cada movimiento del rostro aparece casi sin demora. Los avatares pestañean, levantan las cejas y giran los hombros en tiempo real.
"Nunca escribí una sola línea de código en mi vida, lo cual es muy inusual para alguien que fundó una empresa de IA generativa", afirmó Murphy. "Pero soy muy comercial y creo que así es como pudimos armar un negocio que, aunque es técnico, genera valor".
Anam lanzó recientemente una función llamada One Shot, que permite crear un personaje de IA a partir de una sola foto. Esa figura puede hablar en vivo y reaccionar a órdenes o preguntas. De momento, el desarrollo se mantiene como una herramienta cerrada para evitar problemas éticos o mal uso.
"Es una tecnología increíble, pero también peligrosa si cae en manos equivocadas", dijo Murphy. "Nuestros clientes empresariales son los únicos que tienen acceso a ella, porque queremos implementar las medidas de seguridad adecuadas antes de abrirla al público".
Aunque el mercado de la IA sigue en expansión, Anam no ve a otras startups como su competencia, sino a las personas.
"Nuestra visión es crear personajes de IA que se sientan indistinguibles de la vida real", dijo Murphy. "Necesitamos crear personajes que resulten incluso más atractivos y realistas que los propios humanos".
Nota publicada en Forbes US.