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Espero que estas recomendaciones les abstraigan de la dura realidad que atraviesa el país, amigos lectores, sin que por ello dejemos de preocuparnos por éste y por nuestro futuro. Y aunque el panorama no se vea demasiado prometedor, quiero desearles un venturoso 2024 y buenas lecturas

28 Diciembre de 2023 08.51

Los libros, aunque suene a cliché, pueden convertirse en refugio de una realidad que muchas veces es dura y perversa. Ecuador está atravesando durísimos momentos atacado por los cánceres de la corrupción, el narcotráfico y el crimen transnacional que han hecho metástasis en un paciente que tiene un pronóstico poco halagüeño. Por eso quiero, en estas líneas, recomendar las mejores lecturas que descubrí este año, a fin de plantear una especie de oasis literario que brinde consuelo y la oportunidad de explorar perspectivas que iluminen en algo la comprensión de nuestros problemas y, al mismo tiempo, proporcionen un respiro ante un panorama bastante oscuro.

Quiero empezar con El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers, una novela que tenía pendiente desde hace mucho tiempo y que fue la que más me impactó durante este año. Escrita cuando McCullers tenía apenas 23 años y con un estilo que nos remite a Matar a un Ruiseñor de Harper Lee, se sitúa en una ciudad sureña de Estados Unidos en el primer tercio del siglo pasado. Sigue la historia de personajes entrañables como los amigos sordos John Singer y Spiros Antonapoulos; Mick Kelly, amante de la música; Biff Brannon, el dueño de un bar; Jake Blount, un obrero alcohólico; y, el médico afrodescendiente Benedict Copeland. Todos personajes que comparten la experiencia de la soledad, la marginalidad y la indiferencia social. El libro explora las profundidades de la naturaleza humana de forma magistral y explica su consagración como un clásico contemporáneo.

Debo destacar también El Pasajero / Stella Maris de Cormac McCarthy, otro autor que se ha ido sin un merecido Nobel. Dos novelas que en realidad son una sola, cuentan la historia de dos hermanos desde sus perspectivas, entrelazando saltos temporales, personajes memorables y explorando temas como la enfermedad mental, el suicidio, el incesto, teorías científicas y filosofía. McCarthy, con su estilo crudo y trepidante dejó otra obra imperdible. 

También se merece un espacio Hijos de la Fábula de Fernando Aramburu, con la que vuelve al tema de ETA, como en Patria, pero desde una perspectiva diferente. En esta, a través de las peripecias de Asier y Joseba, dos jóvenes vinculados a la organización, retrata con ironía y humor, las sin razones de la violencia, explorando el fanatismo del líder y la obsecuencia de los seguidores. La obra ofrece un enfoque satírico pero incisivo sobre los peligros de las convicciones extremas, destacando la distorsión de ideales y sus consecuencias destructivas.

Otro clásico que tenía pendiente es El Maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov, novela que narra las peripecias del diablo y su séquito en el Moscú de 1930, quienes desencadenan una serie de eventos sobrenaturales que revelan la hipocresía y corrupción de la sociedad rusa de la época. La trama, que combina sátira social con la historia de amor entre el Maestro y Margarita, ofrece una crítica velada pero mordaz al régimen soviético.

En cuanto a autores ecuatorianos, quiero nombrar mis dos novelas favoritas de este año: Bruma de Miguel Molina Díaz, en la que, a través de una escritura vertiginosa, bien construida y cargada de humor e ironía, da cuenta de las peripecias de Emilio Cueva, un personaje inolvidable; y, Chat Grupal, de José Hidalgo, novela que, rompiendo esquemas, está en su mayoría escrita como un chat de WhatsApp entre un grupo de amigos, lo que la hace sumamente amena, sin descuidar en la construcción de unos protagonistas entrañables y una historia bien contada.

Respecto a la crónica, he disfrutado de tres libros memorables: "Los asesinos de la luna" de David Grann, que narra los truculentos asesinatos de miembros de la tribu Osage en la década de 1920 por su riqueza petrolera y su resolución, exponiendo la corrupción y el racismo de la historia de EE. UU. Luego, No digas nada de Patrick Radden Keefe, que nos sumerge en la historia reciente del conflicto en Irlanda del Norte y las acciones del IRA, haciéndonos partícipes del horror, el fanatismo y la barbarie que lo rodearon. Y, finalmente, La Revolución Malograda de Ana Karina López y Mónica Almeida, crónica impactante sobre el correáto que nos deja ver hasta que punto se destruyeron el estado de derecho, las instituciones y la democracia durante ese periodo.

En biografías disfruté mucho de Oppenheimer de Kai Bird y Martin J. Sherwin, que la leí a propósito de la película, y que nos introduce con mucha minuciosidad en la vida de un personaje difícil de definir, pero que sin duda cambió el mundo; y, de Elon Musk, de Walter Isaacson, que nos permite entender mejor a una persona controversial y poco simpática, pero sin duda genial.

En ensayos, me encantó Artificial de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis, en el que exploran las dimensiones y las consecuencias de la inteligencia artificial (IA) en nuestra sociedad y en la misma definición de lo humano. También debo nombrar El liberalismo y sus desencantados de Francis Fukuyama, que da cuenta de los errores del liberalismo para enfrentar ciertos problemas y como la misma naturaleza de esa ideología le puede permitir corregir esos errores y seguir siendo profundamente humana y humanista; y, Sobre la tiranía de Timothy Snyder, en el que nos brinda 20 lecciones de las tiranías del siglo pasado para enfrentar las que se están construyendo en este siglo.

Otras obras que quiero destacar son los ensayos Orden Mundial y Liderazgo, ambos del recientemente desaparecido Henry Kissinger; las magníficas novelas Libertad y Pureza, de Jonathan Franzen, un conocedor profundo de la naturaleza humana; Beloved, de Toni Morrison, un clásico difícil, pero que hay que leer; y Los genios de Jaime Bayly, una explicación novelada del puñetazo con el que Vargas Llosa puso fin a su amistad con García Márquez.

Espero que estas recomendaciones les abstraigan de la dura realidad que atraviesa el país, amigos lectores, sin que por ello dejemos de preocuparnos por éste y por nuestro futuro. Y aunque el panorama no se vea demasiado prometedor, quiero desearles un venturoso 2024 y buenas lecturas. (O)

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